Casi un año después de una recorrida juntos con TN, la situación no cambió: Stella Maris y Francisco no llegan a fin de mes. Por ese motivo dejaron de pagar las cuotas del plan de vivienda que obtuvieron por el departamento y solicitaron dos préstamos para cancelar las deudas de luz, agua y gas que acarreaban desde hace algunos meses.
“Vino la pandemia, un incendio, y acá estamos; tratando de recuperarnos y recuperar las cosas que se fueron perdiendo”, comentó Stella Maris. Y agregó: “Salimos menos porque el estado de salud de mi marido no lo permite. Lo único que cambió es que los vecinos ahora saben lo que hacemos y nos preparan bolsas con latitas”.
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Son jubilados, cobran la mínima y juntan latas para vender para poder sobrevivir
Stella Maris, que tiene 70 años, contó que solicitaron un préstamo en una financiera por $80.000 y que debieron devolver cerca de $150.000. El otro fue un crédito de Anses: “Ese es de $120.000 y nos lo debitan de la jubilación”. Por eso terminan cobrando 105 mil.
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“Al incendio que sufrimos hace unos años se le sumó otro gran problema, que fue el horno eléctrico, el cual también se nos quemó. Así que, además de pagar servicios atrasados, tuvimos que comprar cosas que nos hacían falta para vivir. Otro ejemplo es el calefón, que también se deterioró”,completó Stella Maris para explicar la compleja situación que atraviesan.
La pareja se conoció en 1997: “Él era el encargado de un edificio y yo hacía guardias en un puesto de flores que estaba en la misma vereda. Le iba a pedir agua caliente para el mate o agua para las flores”, confió la mujer. Mientras que Francisco contó: “La invité un 8 de enero a cenar y todavía seguimos cenando”.
La pareja de jubilados son padres de “dos hijos del corazón” en Uruguay y abuelos de varios nietos, a quienes ven poco por la distancia que los separa.
Volviendo al trabajo que realizan diariamente, Stella Maris explicó que en los tachos recolectan principalmente latas de gaseosa o cerveza para luego venderlas a un metalero amigo. Antes salían juntos todos los días; ahora, algunas complicaciones de salud de Francisco imposibilitan que compartan la recorrida.
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La pareja indicó que los vecinos saben del trabajo que realizan, y les preparan bolsas con latas de gaseosas o cerveza
“Nosotros empezamos durante la pandemia por una cuestión de necesidad. Vimos que en el barrio lo hacían muchos vecinos y salimos. Si salís vas a encontrar a cuatro o cinco revolviendo la basura. Algunos juntan cartón; otros, plástico. Otros, lo que venga”, destacó Stella Maris.
En los últimos meses “el ritmo de la comida cambió”, agregó ella. Antes elaboraban una lista mensual en donde trataban de cumplir con todos los alimentos básicos y necesarios para estar bien de salud. Ahora, “poca carne, poco queso y pocos gastos como la mermelada o el dulce de leche”.
En el departamento de Villa Lugano en que viven , al que accedieron en 2018 por un plan de vivienda, también deben varias cuotas del crédito: “Nos faltan alrededor de siete y terminamos de pagarlo”, afirmó la mujer.
También resaltó que hace algunos días, mientras esperaban el colectivo, le sacaron un morral en el que llevaban documentos, una agenda y $7000. ”Me devolvieron todo menos la plata, que parece poco a esta altura, pero para nosotros es muy difícil juntar ese dinero”, sostuvo lamentando la situación que le tocó vivir.
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La jubilada, que hasta hace un tiempo trabajó en casas de familia, cuida a pacientes en el Hospital Ramos Mejía. A ellos los higieniza, les da de comer y les brinda compañía. “También acompañamos a otros jubilados a hacer trámites o al médico, y así intentamos salir adelante”, dijo.
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Francisco sufrió últimamente problemas de salud y a veces no puede acompañar a su pareja en la recorrida
En el final del diálogo, Stella Maris completó: “Tratamos de no lamentarnos por lo que nos pasa, es una costumbre que siempre manejamos. Nos hubiese gustado tener otra realidad, con dos jubilaciones buenas, poder ir al teatro o al cine, a pasear. Ahora no, no se puede. Bueno, poder se puede, pero no hay con qué”.