La mitad de las reservas de este mineral está en 3 países de América del Sur: el futuro energético del mundo depende de él
El triángulo del litio concentra el 68% del litio en tres países de América del Sur. Argentina, Bolivia y Chile poseen el 68% de los reservorios globales de litio en forma de salmueras, de más práctico procesamiento y mayor rentabilidad de extracción.
De estos tres países de América del Sur Bolivia es que posee mayores reservas de litio. A esta nación le sigue Argentina con 19 millones de toneladas métricas y luego Chile, que posee 9 millones.
El Salar de Uyuni, donde se encuentra la mayor reserva de litio de Bolivia, también destaca por su potencial en la generación de energía solar. La planta fotovoltaica de Uyuni, inaugurada en 2018, se extiende sobre 105 hectáreas y cuenta con una capacidad instalada de 60 megavatios (MW). Esta instalación es una de las más grandes de Bolivia y contribuye significativamente a la matriz energética del país, aprovechando la alta radiación solar del altiplano boliviano.
Triangulo del litio
En Argentina, Chile y Bolivia están 60% de las reservas mundiales de litio.
El país de América del Sur con la mayor cantidad de litio
A pesar de su potencial, la explotación del litio en el Salar de Uyuni enfrenta desafíos técnicos y ambientales. La extracción tradicional mediante evaporación en estanques puede generar impactos negativos en el ecosistema local, como el aumento de niveles de arsénico en las aguas residuales. Sin embargo, tecnologías más avanzadas, como la extracción directa de litio (EDL), ofrecen métodos más eficientes y menos contaminantes. Bolivia ha firmado acuerdos con empresas de todo el mundo, como el consorcio chino CBC y la rusa Uranium One Group, para implementar estas tecnologías en el Salar de Uyuni.
El Salar de Uyuni representa una oportunidad única para América del Sur y para la comunidad internacional en la búsqueda de fuentes de energía más sostenibles. Su combinación de recursos de litio y potencial solar posiciona a la región como un actor clave en la transición energética global. Sin embargo, es fundamental abordar los desafíos técnicos, ambientales y sociales asociados a su explotación para garantizar un desarrollo sostenible y equitativo.