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La historia del mendocino que le salvó la vida a un niño cordobés con la donación de médula

El godoicruceño Gerardo Diego Olguín hizo una donación de médula ósea y gracias a ella le salvó la vida a un chico de 12 años de Río Cuarto que padecía leucemia

Una antigua máxima hebrea, que figura en la Mishná o Torá oral, dice que “Aquel que salva una vida, es como si salvara un universo entero”, y un hombre de 30 años tuvo un gesto que no solo lo transformó en un mendocino destacado, sino que su fama llegó a nivel nacional, donde se lo conoce ahora como el Ángel Mendocino. El godoicruceño Gerardo Diego Olguín donó médula espinal y tras un trasplante, le salvó la vida a un niño cordobés que padecía leucemia.

El Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante -Incucai- celebró el 31 de marzo los 20 años del primer trasplante de médula ósea realizado en el país, y allí fueron invitados invitado Ismael y Diego, protagonistas de un caso emblemático.

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Mendocino de pura cepa. Olguín estudia Derecho y ha trabajado como docente. La donación de médula no ha sido la única acción solidaria que ha realizado. También participó en una ONG que ayuda a la gente en situación de calle.

Mendocino de pura cepa. Olguín estudia Derecho y ha trabajado como docente. La donación de médula no ha sido la única acción solidaria que ha realizado. También participó en una ONG que ayuda a la gente en situación de calle.

La historia de un pequeño luchador cordobés y su "ángel salvador" mendocino

El pequeño Ismael comenzó su lucha contra el síndrome mielodisplásico -un tipo de leucemia- a sus nueve años. Una vez diagnosticado, se lo puso al niño en la lista de espera de donantes de médula ósea, y tuvo un primer intento de trasplante a principios del 2021, pero el supuesto donante, un estadounidense, no completó los pasos necesarios. Luego sí se pudo hacer la intervención, en octubre del mismo año, con un donante argentino de 38 años, quien tenía un 93% de compatibilidad, pero hubo un rechazo y todo volvió a cero. Entonces hubo realizarle quimioterapia al menor para mantener a raya la enfermedad.

Finalmente, apareció como donante Diego Olguín, con el98,6% de compatibilidad y el trasplante efectuado el 29 de diciembre del 2021, resultó un éxito. Las pruebas posteriores permitieron confirmar que habían desaparecido las células malignas, y que el niño de 12 años podía retomar su vida normal.

Diego Olguín, un verdadero altruista

La historia de cómo se decidió Gerardo Diego Olguín a ser donante, es conmovedora, y denota su sensibilidad para ayudar al prójimo. Él es un joven de 30 años, soltero, que vive solo y trabaja como administrativo, mientras retoma su carrera de Derecho, la que había abandonado por un tiempo. "Tengo hecha más de la mitad de la carrera de Abogacía, y por problemas laborales la tuve que suspender", explicó sobre su vida diaria el mendocino solidario.

Olguín se ha ganado la vida de varios modos, incluido ejercer la docencia -como profe de Historia-. No se declara como una persona religiosa, pero contó que hace un par de años estuvo en una agrupación que se llama UPA -Universitarios y Profesionales en Acción- donde estuvo entre los primeros movimientos de la ONG, ayudando a la gente en situación de calle.

"Trabajamos en UPA en cosas fundamentales, como conseguirles sacar el documento (DNI), lo que es un derecho civil que ellos ni saben que tenían acceso. No es cuestión de sólo ayudarlos de forma económica o dándoles comida, sino que estén registrados y puedan acceder a los sistemas de salud o educativos", explicó el comprometido joven de Godoy Cruz.

"Mi experiencia de donar médula fue muy buena. No es algo doloroso, ni complicado, cualquiera lo puede hacer, y el resultado es algo maravilloso, que puede salvar una vida" "Mi experiencia de donar médula fue muy buena. No es algo doloroso, ni complicado, cualquiera lo puede hacer, y el resultado es algo maravilloso, que puede salvar una vida"

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Imagen de Diego Olguín cuando viajó a Buenos Aires para realizar la donación de médula para el Incucai.

Imagen de Diego Olguín cuando viajó a Buenos Aires para realizar la donación de médula para el Incucai.

"La idea de registrarme como donante de médula nació por la iniciativa de mi hermana Jessica, luego de que hubo hace unos años un caso emblemático en Mendoza de un niño que necesitaba un trasplante, y se hizo una campaña muy grande. Mi hermana se había sumado y nos explicó que sólo se trataba de donar sangre, así que me sumé", explicó Diego sobre el primer paso que permitió el milagro de salvarle la vida a Ismael.

Olguín explicó que el sistema funciona de la siguiente manera: el donante se inscribe en un registro que es mundial, y se le extrae una muestra de sangre. A esta se le analizan las células, y se cargan en una base de datos, la que luego determina la compatibilidad con los posibles receptores, pudiendo llegar a usarse hasta un mínimo del 80% de compatibilidad, con prioridad a pacientes del mismo país. Luego llega la extracción, que como incomodidad tiene solo el factor tiempo, ya que es indoloro pero demora un par de horas.

"El momento de la extracción de médula no fue para nada traumático, ya que no hubo dolor ni nada, fue parecido a cuando se dona sangre. A mi me realizaron el método denominado de aféresis o sangre periférica, donde te intuban una vena, y por otro lado te devuelven la sangre. Ingresa a una máquina que separa de tu sangre las células madres, y todo lo demás te lo devuelve en una especie de circuito cerrado", detalló Diego sobre el procedimiento.

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El contacto por videoconferencia entre Ismael y Diego.

El contacto por videoconferencia entre Ismael y Diego.

El encuentro entre Diego e Isma

La ganas de conocer a quien fue el receptor de la donación de Diego coincidió con las de Ismael -Isma- que finalmente se pudo hacer, en forma virtual, y siempre respetando los protocolos del Incucai. "Con la donación de médula, tiene que pasar un año desde que se hace el trasplante, y ahí se liberan los datos. Hice la donación en diciembre del 2021, y recién pude tener contacto con Isma y su familia hace un mes y medio. Hay que pedir los datos al Incucai, y ellos te mandan una conformidad, hay que firmar, mandar fotos, y ahí se pueden compartir los datos", explicó Olguín.

"La idea de conocernos con Ismael fue simultánea, ya que ambos habíamos solicitado los datos del otro" aportó el mendocino.

Diego aclaró que el primer contacto -virtual- fue con la mamá del niño cordobés, y ocurrió el pasado febrero. "Fue muy conmovedor el agradecimiento de la mamá de Isma, y me hizo un resumen de todo lo que había pasado el niño".

"Me quedé helado cuando pude hablar con Isma, no estaba preparado para la sorpresa, había pasado más de un año de la intervención, y me llamaron a las 8 de la mañana. Fue muy emocionante" "Me quedé helado cuando pude hablar con Isma, no estaba preparado para la sorpresa, había pasado más de un año de la intervención, y me llamaron a las 8 de la mañana. Fue muy emocionante"

Al consultarlo a Diego sobre las sensaciones que experimentó al hablar con su beneficiario y su familia, señaló: "Tuve muchas sensaciones juntas, mucha alegría, emoción, y el alivio tremendo de decir bueno, todo lo que hice valió la pena, salió todo bien".

Posteriormente agregó: "Luego me llegó una reflexión más, y fue que al conocerlo a él (Ismael) me hizo poner los pies sobre la tierra, para comenzar yo a agradecer y valorar las cosas que uno tiene y que las toma como algo normal, como comer todos los días, tu salud y la de tu familia, y que por ahí la rutina u otras cosas, como querer cambiar el auto, o cosas materiales, no te deja ver, y que son realmente cosas banales. Ismael me enseñó sin saberlo a agradecer lo que tengo en la vida", concluyó Diego.