A veces, cuando eso ha ocurrido, "ha pasado que hemos estado en recreo y hemos tenido que tirarnos cuerpo tierra o entrar a las corridas a la galería por estos disparos".
"Tenemos un protocolo que una docente preparó. Hay un protocolo de seguridad que lo ha enviado la Policía, enseguida llamamos al 911 y vienen inmediatamente. Cuando llega el apoyo, las barras ya se han ido. Esto es una constante. Siempre estamos con el miedo de que alguna vez le pueda pasar algo a un niño o algún docente o personal no docente de la escuela", dijo Moreira, muy preocupada y agregó: "Esto lo vivimos casi siempre, cada vez que hay disputa entre las barras".
Otras consecuencias
La pelea entre barras también tiene otra consecuencia puertas adentro de la escuela. Muchos de los alumnos son hijos o familiares de integrantes de las bandas, lo que lleva a que haya peleas de estudiantes.
"Muchas veces se arman problemas dentro de la escuela porque hay niños de distintas barras y tiran para su lado porque están al tanto de lo que sucede. Se pelean entre ellos pero esto es controlable dentro de la escuela. Uno dialoga con ellos y se calman pero lo que es al exterior de la escuela ya no lo podemos manejar", se lamentó la vicedirectora.
Pero el peligro con el que convive el colegio tiene otra consecuencia. Muchos de los padres que no integran ninguna de las bandas, sacan a sus hijos de la escuela para evitar cualquier tipo de riesgo. Otros, en cambio, lo naturalizan. Mientras tanto, en medio de tanta violencia, otros corren los riesgos de acudir a estudiar o trabajar cada día, y según la docente, su escuela no es la única con esta realidad.