Los jóvenes de más de 30 años que siguen viviendo con sus padres seguramente están bajo los efectos de poderosos conflictos de dependencia.
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La estructura familiar se genera desde la pareja. Un matrimonio pasa a ser familia no sólo cuando engendra hijos, sino cuando adopta funciones parentales. Entre estas, la de preparar al hijo para ser autónomo en la vida es de gran importancia para el hijo, para los padres y para la sociedad.
Estas funciones se cumplen mediante roles (alimentación, cuidados, educación) que deben ser complementarios con las filiales. Es decir, los padres deben saber identificar y respetar las necesidades de cada etapa psicoevolutiva, ayudar a satisfacerlas y motivar a los hijos para que las cubran por sí mismos.
Esto implica un doble crecimiento: el del hijo y el de los padres. Así, sus funciones orientadoras podrán adecuarse a las distintas etapas por las que transita el hijo y sabrán cuándo soltarle la mano para que pueda recorrer, eligiendo por sí mismo, sus propios caminos, entre ellos, el más importante, el de la exogamia, es decir crear su propia familia.
Dependencia Parental
Cuando los psicoanalistas tratamos pacientes de 30 años o más que no pueden independizarse de su familia, regularmente encontramos un factor común que se reconoce como dependencia. De esta los pacientes quieren salir, se sienten molestos, irritables con los padres pero no pueden dejarlos.
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Si bien existen factores sociales y culturales que inciden, considero que tienen un valor relativo, pues a pesar de que son generales y abarcativos para toda la sociedad, no todos los hijos quedan atrapados en la estructura familiar primaria. Algo más determinante está en juego en aquellos casos de dependencia parental.
Desde la concepción popular se los rotula de cómodos, irresponsables y muchas veces se los caracteriza con apelativos desvalorizantes o denigrantes.
Esa concepción deja de tener en cuenta que esos hijos están bajo los efectos de poderosos conflictos que determinan su dependencia a las figuras parentales y si bien quieren, no pueden despegarse de ellas. En este sentido, aquí también tenemos que pensar en una complementariedad, pues la conflictividad de los hijos remolones a dejar el nido es interdependiente con alguna conflictividad de los padres que también quieren, pero no pueden soltarles la mano.
Los conflictos intrapsíquicos de cada uno de los padres se reflejan en el interjuego de roles que deben desarrollar en el seno de la familia. Se promueve así una determinada disfunción parental cuyos efectos recaen directamente sobre la personalidad del hijo y sus posibilidades de vivir autónomamente, con libertad en relación con los otros.
También desde la concepción popular rápidamente se transita por un camino facilitado: pensar que los padres o las familias hicieron algo mal presupone un criterio moral o ético que deja de lado el reconocimiento de las profundas determinaciones de lo inconsciente y podría llevarnos a creer que podríamos modificar esa dependencia mediante métodos drásticos o correctivos. Pensemos que los padres en general tienden a hacer lo que creen que es mejor para sus hijos, aunque desde lo fáctico no resulte adecuado.
Ayudarlos a dejar el nido
Contrariamente, el diálogo franco, abierto y sostenido (pues no alcanza una sola vez o algunas pocas), las charlas entre padres e hijos en las que se señalan las dificultades, preocupaciones y sentimientos de cada uno de los participantes acerca del aparente problema (la dependencia filial), permitirá ir abriendo en el seno de la familia senderos discursivos que quizá nunca antes pudieron ser transitados. Digo problema aparente en tanto es la punta del iceberg, el resto queda oculto pero no por ello deja de tener efectos.
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Cuando los intentos de conversación familiar no alcanzan, no se pueden llevar a cabo por distintas razones, o cuando en lugar de mejorar el clima familiar lo empeora, o no deja ver resultados, entonces es imprescindible buscar ayuda con algún psicoterapeuta. Esa ayuda tratará de rastrear la compleja red de conflictos que se entrama y actúa como condición para la dependencia.