"No se pretende suponer que estamos haciendo una revolución en el tema trasplantes, porque hay mucha gente que ha trabajado antes en esto, pero algo que parece obvio, que hay donantes vivos, para la ley parece que no los hay", dijo con convicción esta mujer luchadora.
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Gabriela y Carlos, ahora tienen 57 y 56 años, y hace tres la vida los puso en una encrucijada, donde el amor los sacó adelante, y ahora apoyan a quienes pasan por la necesidad de someterse a un trasplante de órganos.
La historia de un trasplante y una ofrenda de amor
El relato de la difícil situación en la que estaba Carlos fue descripto así por Gabriela: “Mi marido tenía una enfermedad renal de base, congénita, poliquistosis renal, que estaba controlada con medicación y tratamientos. Hace seis años ya le habían extirpado un riñón, y hace tres años, fuimos a un control, y el médico le dijo que este riñón no daba para más”, así que le ofreció las opciones de diálisis o trasplante”.
Luego sumó un detalle fundamental: "Carlos había dicho que nunca se haría diálisis, ya que su papá había pasado por esto, de vivir atado a una máquina, así que directamente eligió el trasplante".
Gabriela sabía que su pareja necesitaba salvar su vida, y ella tomó la decisión que incluso ponía en riesgo su propia existencia. "Cuando el médico le dijo que había que hacer diálisis o trasplantar, mi cabeza trabajaba a mil, y surgió la decisión de ofrecerme como donante. La lista de espera para conseguir un riñón tiene en promedio unos cinco años de espera, y eso significaba estar ese tiempo en diálisis”.
"Mi decisión pasó por lo emocional, antes de saber nada del tema. También la hermana de Carlos se ofreció como donante y la elección la tuvo que tomar Carlos, que se decidió por mi" "Mi decisión pasó por lo emocional, antes de saber nada del tema. También la hermana de Carlos se ofreció como donante y la elección la tuvo que tomar Carlos, que se decidió por mi"
Luego llegó el tiempo de los estudios que duraron tres meses, y en el Instituto ITAC (Instituto de Trasplantes y Alta Complejidad), el 3 de diciembre del 2019 se realizó la operación. "La única condición que puse para la donación, fue que se hiciera en Buenos Aires con estos especialistas, de una empresa sueca, que es Diaverum, donde me sentía segura", señaló Gabriela.
Nada fue fácil, y de a poco la valiente mujer fue tomando conciencia de lo arriesgada que fue su decisión de donar. "Me di cuenta de cómo venía el tema, cuando llegó la hora de la intervención, me llevaron al séptimo piso de la clínica, donde están todos los quirófanos, y mientras esperaba en una camilla que me anestesiaran, vi que que a ambos lados habían heladeritas (conservadoras) con órganos de donantes cadavéricos, y yo era la única viva", recordó.
Se inició la cruzada
Ahora Gabriela trabaja en una cruzada junto a un importante equipo de profesionales, buscando mejorar el sistema de donaciones para trasplantes. Allí está nada menos que Ezequiel Lo Cané, el papá de la infortunada Justina, quien falleció esperando un trasplante de corazón e inspiró la ley que lleva su nombre (N° 27.447) y que hace que ahora todo fallecido sea donante de órganos, tejidos o células, salvo que deje constancia previa. El resto del equipo está integrado por el ex diputado nacional Luis Petri, trabajando en la parte legislativa; y los médicos especialistas Rafael Maldonado, Francisco Osella, y Domingo Casadei.
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Gabriela Capó es ahora coach ontológica, y da charlas en todo el país, incluyendo las Casitas de Justina, apoyando a donantes, trasplantados y familiares de estos.
"Yo soy ahora coach ontológica, hice mi tesina y trabajo con trasplantados, sus familias, y donantes vivos", destacó Capó. "En enero, un mes después de la cirugía, comencé a estudiar en el Instituto IAP, y la tesis la terminé en diciembre de ese años (2020), demorada por la pandemia. Luego hice la certificación nacional e internacional, y doy charlas por todo el país, y en las Casas de Justina, que creó su papá Ezequiel) para recibir a las familias que vienen de afuera de Mendoza a los trasplantes, todas las semanas", agregó la mujer que actualmente lleva una vida normal, con controles médicos, y hace sus deportes favoritos, mountain bike y vóleibol.
En Mendoza, la Casa de Justina se inauguró hace dos meses gracias a una donación de terreno por parte de la Municipalidad de Las Heras, en este departamento.
Cómo se maneja el tema donación de órganos en Argentina
Largas fueron las etapas previas que vivió esta pareja mendocina para que se autorizara la donación del riñón de Gabriela a Carlos, ya que la justicia argentina es muy severa, a diferencia de otros países, donde se permite hasta la venta de órganos lisa y llana.
"La ley Justina dice que los donantes vivos deben ser familiar de primer grado, luego de segundo –sobrinos- y si no, pareja o esposo o esposa. Si se ofrece un amigo, por ejemplo, en este caso la autorización debe pasar por la Justicia. Allí el juez debe ver si se trata de una donación, y si no hay nada extraño de por medio, alguna coacción, o venta", detalló Capó, una exitosa empresaria del rubro indumentaria que agregó: "También se permite la donación cruzada entre dos parejas, donde la donante de una pareja le dona -siempre que sea compatible- a la otra al paciente de la otra pareja, y viceversa, como el caso de (Jorge) Lanata o Sandra Mihanovich, entre los más conocidos".
Los huecos legales a cubrir
La cruzada, en cuanto a lo legislativo, lleva al equipo de voluntarios mencionados a trabajar sobre la Ley de Protección a personas trasplantadas -N°29.928- . "Actualmente con el equipo trabajamos, especial Petri, es sobre esta ley, sobre la cual estamos presentando un anteproyecto para su modificación. Se trata de poco artículos pero son claves. Hay un caso donde una alumna de canto de Rosario, le dona a su profesora, después de un proceso judicial, y cuando tuvo que aislarse por el Covid, antes de la operación, su empleador le ordenó que se tomara vacaciones", ejemplificó.
"Legalmente, para un postoperatorio de trasplante, se les da sólo 30 para recuperarse. Por ejemplo, yo estuve 90 días para recuperarme, tomando Tramadol, Pregabalina para los dolores. Yo me imagino el día 31 trabajando, y te puedo asegurar que es imposible. Sin embargo, esta señora de Rosario, al día 31 tuvo que estar trabajando", apuntó con fastidio Gabriela.
También explicó que en caso de haber alguna secuela por la operación, que genere algún daño orgánico, o se declare diabetes, hipertensión, no hay contemplada ninguna pensión por discapacidad o invalidez. Las obras sociales de los donantes, comienzan a cubrir los gastos médicos hasta el día 30 posterior a la cirugía, dejando desamparada a esa persona.
"Más allá de las palabras, protejamos a estas personas que donan, con lo mínimo, por lo menos. Pese a que la Ley Justina les hace una quita de hasta un 70% en los impuestos a quienes dan empleo a los trasplantados, pero al no estar reglamentada en Mendoza, no se aplica", apuntó a otros detalles por los que pelea Gabriela Capó y su equipo de voluntarios.