En general, los estudios aseguran que dormir con perros puede mejorar la calidad del sueño, mientras que dormir con gatos puede ofrecer más compañía y reducción de estrés.
Sin embargo no podemos olvidarnos de los riesgos de esta práctica, ya que por ejemplo los gatos pueden causar irritación o alergía en la piel mientras dormimos, así como también la transmisión de enfermedades o alergias, y la posibilidad de que la mascota interrumpa el sueño.
"Si este (gato) se tumba sobre la cama, significa que vas a estar expuesto a los alérgenos durante ocho horas seguidas. Esto afecta a tus ojos, tu nariz y tus pulmones, impidiéndote dormir bien", asegura Raj Dasgupta, profesor de medicina clínica en la Universidad del Sur de California.
Un estudio realizado por el Canisius College de Buffalo (EE.UU.) asegura que es mejor dormir con un perro, ya que los mismos mejoran la calidad del sueño de la persona.
Dicho estudio confirma que los perros son percibidos como menos "disruptivos" al momento de dormir, es decir, que tienden a estarse quietos cuando duermen y no molestar a otra persona que está en la cama. También proporcionan una sensación de seguridad y compañía, que pueden darles también sus parejas pero al precio de ser compañeros de cama más incómodos.
Por otro lado, Dasgupta también afirma que "la gente con depresión o ansiedad puede beneficiarse de tener a su mascota en la cama, ya que hace las veces de cojín o de manta y es una criatura a la que pueden abrazar, lo cual rebaja los niveles de ansiedad".