Historias

El sueño que caminan juntas: Paula y Rocío, madre e hija que comparten aula y vocación en el Nivel Inicial

Paula y Rocío Adrover estudian el Profesorado de Nivel Inicial en el IES Tomás Godoy Cruz. Trabajan en el área de Primera Infancia y cursan al mismo ritmo

Algunas historias emocionan. Parecen escritas de antemano, como si esperaran el momento justo para revelarse. La de Paula y Rocío Adrover, madre e hija, pertenece a ese tipo de relatos donde la vida cotidiana se transforma en un acto de belleza y donde la vocación, en lugar de heredarse, se construye juntas, paso a paso.

Ellas tienen 47 y 27 años y viven en Colonia Segovia, Guaymallén. Y desde 2023 comparten algo más que la casa, la mesa o la rutina: comparten la misma carrera, el mismo instituto, el mismo curso, las mismas materias, las mismas prácticas, los mismos miedos y las mismas alegrías.

Ambas estudian el Profesorado de Nivel Inicial en el Instituto de Educación Superior N° 9-002 Tomás Godoy Cruz, el tradicional Normal de Ciudad, y ya finalizaron su tercer año de cursado, con todas las materias al día.

grupo de estudio madre e hija paula y rocio estudiantes
El grupo de estudio. Paula y Rocío (atrás) junto a sus compañeras de la carrera. Pasan a cuarto año de Nivel Inicial en el Instituto Godoy Cruz.

El grupo de estudio. Paula y Rocío (atrás) junto a sus compañeras de la carrera. Pasan a cuarto año de Nivel Inicial en el Instituto Godoy Cruz.

La historia se vuelve aún más luminosa cuando se descubre que ese camino compartido no se limita al aula: también trabajan juntas, desde hace años, en la Dirección de Centros Educativos de Primera Infancia de la DGE, un lugar que les despertó –o les reafirmó– el amor por la primera infancia y las llevó a profesionalizarse, juntas, casi en espejo.

“Es un orgullo finalizar el año de esta manera, haber compartido todo el ciclo lectivo con mi hija y recibir la noticia de que ella estará en el cuerpo de bandera. Es una emoción terrible”, dice Paula.

Dos vocaciones docentes que se encuentran y un aula en común

“Para mí, es un sueño cumplido”, confiesa Paula. Y esa frase contiene una vida completa.

Ella había postergado muchas veces el deseo de estudiar por razones de salud o por decisiones propias, hasta que un día ese sueño dejó de esperar.

“Lo había pospuesto por elecciones de vida y de salud. Así que ahora, estar terminando tercero —y ya pasar a cuarto— con todo al día, sin deber nada, es una emoción enorme. Más aún porque lo hago con mi hija”, cuenta.

Rocío asiente y completa la historia:

“Vamos totalmente iguales en la carrera. Empezamos juntas en 2023, compartimos el mismo año, las mismas materias y las Prácticas Profesionales. Todo. Ha sido una experiencia enriquecedora en cada sentido”.

paula y rocio madre e hija estudiantes
Paula sufrió problemas de salud y tuvo tres hijos. La vida le hizo postergar el estudio. Pero en 2023 se anotó junto con su hija y hoy forman un gran equipo.

Paula sufrió problemas de salud y tuvo tres hijos. La vida le hizo postergar el estudio. Pero en 2023 se anotó junto con su hija y hoy forman un gran equipo.

La vocación, dicen, nació y cobró forma concreta en el lugar donde trabajan.

Ahí, en la Dirección de Centros Educativos de Primera Infancia, entendieron que su deseo por la educación de niños y niñas de 45 días a 3 años no era casualidad: era destino.

Trabajamos juntas y fue ahí donde se terminó de consolidar este deseo de profesionalizarnos en el Nivel Inicial. Rendimos para ingresar juntas, y ese fue el primer paso de este camino hermoso”, recuerda Paula.

El primer día: dos carpetas y la misma ilusión de convertirse en docentes

Cuando evocan el primer día de clases en 2023, ambas vuelven a sentir la misma emoción

“Recordamos ese primer día con un sentimiento muy especial. Estar las dos juntas, madre e hija, sentadas en el aula, fue como el comienzo de un sueño doble”, dice Paula.

Rocío se emociona con el recuerdo:

“El camino recién se iniciaba, había incertidumbre y nervios, pero la certeza absoluta de que era por acá. Y lo más lindo fue sentirnos recibidas no como números de legajo, sino como Paula y Rocío. La calidez del IES Tomás Godoy Cruz fue impresionante”.

Una dupla que se complementa: aula, tecnología y vocación docente

Estudiar juntas no significa estudiar igual.

Para los trabajos prácticos, sí: forman equipo con su grupo de cursada y se sientan juntas.

Pero para estudiar para los exámenes, cada una mantiene su propio método.

“Tenemos ritmos distintos, pero en la recta final siempre nos apoyamos”, cuenta Rocío.

madre e hija estudiantes aula
Un tramo de la clase de Psicomotricidad.

Un tramo de la clase de Psicomotricidad. "Nos complementamos perfectamente", coinciden.

Y Paula sonríe:

“Ella es la experta en lo digital. Todo lo que sea plataforma, tecnología, ella lo maneja. A mí al principio me costaba, por la edad, por no estar tan familiarizada. Pero Rocío me enseñó, me tuvo paciencia”.

A su lado, Rocío le devuelve el elogio:

“Mi mamá aporta la experiencia, la calma, la responsabilidad, la contención cuando todo se pone cuesta arriba”.

Paula remata con una frase que podría ser un manifiesto:

“Ella enseña tecnología; yo ofrezco la calma y el impulso emocional. Siempre nos decimos: ‘¡Vamos que podemos, vamos que lo logramos!’. Esa motivación lo es todo”.

El instante en que el sueño se volvió inolvidable para la mamá

Paula es mamá de tres hijos: además de Rocío de Franco, de 26; y de Celeste, de 18. Durante muchos años eligió priorizar su crianza y también atravesó etapas difíciles de salud. “Estuve enferma mucho tiempo… y gracias a una cirugía bariátrica mi vida cambió”, cuenta. Ese giro profundo fue el punto de partida para volver a mirarse, recuperar fuerza y abrir la puerta a un deseo que había quedado suspendido.

“Había guardado mi sueño en un rincón de mi alma”, confiesa. Y cuando la oportunidad llegó, no la dejó pasar. Con el apoyo constante de Rocío, cada día de cursado se volvió para ella una emoción nueva

Cuando se les pregunta si hubo un momento en que se miraron y pensaron: “no puedo creer que estemos viviendo esto juntas”, ambas tienen la respuesta.

Y la respuesta es un nombre propio: cuerpo de bandera.

La noticia de que Rocío sería parte del cuerpo de bandera del instituto marcó un antes y un después.

“Fue un instante de profunda emoción y orgullo. Un reconocimiento a su esfuerzo. Y además, vivirlo mientras transitamos la misma carrera, lado a lado, lo hizo todavía más especial”, dice Paula, con orgullo que desborda.

El valor de un equipo: el grupo, los profesores y el instituto

A lo largo de estos años, Paula y Rocío sintieron que cada docente les dejó una huella. Que cada compañero sumó algo. Que cada día fue un pequeño ladrillo en la construcción de este sueño.

“Nos destacaron siempre la responsabilidad, la empatía y el compañerismo”, comentan.

Y hacen un agradecimiento especial: “Queremos destacar especialmente a nuestro grupo de cursada: Ana, Lucila y Antonella, que se han convertido en una parte fundamental de nuestra familia”.

El reconocimiento también va para los directivos, compañeros de trabajo, la familia completa y toda la comunidad del IES Tomás Godoy Cruz.

“Sin su apoyo constante, nada de esto sería posible”, aseguran.

El futuro docente que ya empieza a asomar

Mientras se preparan para comenzar el cuarto año, las expectativas crecen.

El Nivel Inicial es un territorio que conocen desde la práctica, pero ahora también desde la teoría, la reflexión y el compromiso profesional.

Y si bien cada una tiene su propia mirada, hay algo que comparten: el Nivel Inicial no es un nivel más. Es el primer contacto con el mundo, el primer abrazo educativo, el primer paso hacia el desarrollo emocional, social y cognitivo de los niños.

Por eso, esta historia no es solo la de dos mujeres que estudian.

Es la historia de dos educadoras que eligieron la misma vocación, que caminan juntas y que ya están dejando una huella en la primera infancia.

Una historia de madre e hija y también de docentes

Paula y Rocío no son una anécdota simpática ni una casualidad.

Son un ejemplo de constancia, y del inmenso poder que tiene la educación cuando se vive desde adentro.

Son madre e hija, sí.

Pero también son compañeras de clase, colegas, cómplices de estudio, aliadas de vida.

Y cada tarde en la que caminan juntas hacia el instituto, llevan en la mochila algo más que apuntes: el sueño que eligieron construir de a dos.