Rezar puede actuar como una estrategia de afrontamiento ante situaciones difíciles. Esto permite a las personas encontrar un equilibrio mental antes de dormir. Además, el acto de expresar gratitud y pedir por el bienestar propio y ajeno refuerza pensamientos positivos, lo que impacta en la calidad del sueño y el descanso.
De hecho, según el portal del Instituto europeo de Salud y Bienestar Social, "La oración marca con su influencia nuestras acciones y conductas, hasta tal punto que las personas que tienen el hábito de orar viven con más paz interior, manifiestan una tranquilidad de porte y reflejan en su rostro una nueva expresión".
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Por otro lado, los pensamientos repetitivos y estructurados, como los que ocurren en la oración, pueden inducir un estado de relajación. Esto se debe a la activación del sistema parasimpático, que reduce la frecuencia cardíaca y disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Como resultado, las personas que rezan antes de dormir pueden experimentar un sueño más profundo y reparador.
Un refuerzo del sentido de propósito y conexión
Más allá del alivio del estrés, rezar también refuerza el sentido de propósito y conexión con algo más grande. Para muchas personas, la oración es una forma de reafirmar valores y fortalecer la fe, lo que contribuye a una mayor sensación de bienestar general.
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Desde la psicología del comportamiento, rezar antes de dormir es un hábito que ofrece múltiples beneficios, desde la reducción del estrés hasta la mejora en la regulación emocional y la calidad del sueño.
Más allá de la creencia religiosa, esta práctica puede ser vista como un mecanismo psicológico de bienestar que ayuda a enfrentar los desafíos diarios con una mente más tranquila y equilibrada.