El turismo doméstico en Argentina sigue siendo una de las preferencias principales de los locales para sus escapadas de relajación. Los parajes más renombrados suelen copar las agendas de viaje. No obstante, piensa en seleccionar un pueblo de Salta enclavado en un valle de formaciones rocosas de tonos vibrantes, ideal para expediciones cargadas de emoción.

Con una oferta prácticamente singular en el ámbito argentino, este humilde pueblo en el noroeste de la provincia de Salta permanece en el anonimato para la mayoría, aunque su mezcla de maravillas geológicas deja atónitos a los descubridores. En especial, ya que propicia prácticas de alto riesgo en un escenario que parece de otro planeta.

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El pueblos salteño también es ideal para acampar durante el verano.

El pueblos salteño también es ideal para acampar durante el verano.

El pueblo de Salta que tiene un cañón

En la provincia de Salta se localiza Iruya, un pueblo que hoy en día alberga apenas unos 1.000 habitantes. Su principal tesoro es el cañón, un rincón velado que atrae a los exploradores en busca de vivencias que escapan a lo cotidiano. Este paraje se erige como un polo para aquellos que anhelan paisajes remotos y dosis intensas de adrenalina.

El pueblo de Iruya está ubicado en la precordillera salteña, a cerca de 300 kilómetros de la capital provincial, Salta. Esta aldea no tiene por qué resentirse ante cañones de prestigio internacional, como el Gran Cañón de Estados Unidos, gracias a su diversidad cromática y su atmósfera etérea.

El mayor atractivo de este destino salteño reside en su desfiladero de rocas esculpidas por el viento y el tiempo, un panorama deslumbrante del noroeste argentino. En este entorno, los visitantes se lanzan a deportes audaces como el trekking desafiante, escaladas en acantilados o recorridos en bicicletas todo terreno que aceleran el corazón al extremo.

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El inmenso cañón que ofrece este pueblo de Salta.

El inmenso cañón que ofrece este pueblo de Salta.

Este pueblo salteño también deslumbra con su legado culinario indígena, con manjares como empanadas de charqui o infusiones de hierbas andinas. La ruta que lleva al cañón serpentea por quebradas con cerros teñidos de rojos, ocres y verdes que fascinan a los aventureros.

Este pueblo salteño fusiona geología caprichosa, emoción pura y herencia cultural, posicionándose como una elección óptima para quienes persiguen lo extraordinario. Sus cañones, su sabor rústico y sus vistas épicas transforman al pueblo de Iruya en un secreto que clama por ser desentrañado.

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