El país repleto de recursos que ningún imperio puede conquistar: el que lo tiene domina el mundo
Ese país es Rusia, con su inmenso territorio euroasiático, lleno de recursos y protegido por una geografía que lo hace casi imposible de conquistar. Mackinder afirmaba que quien domine este corazón podrá controlar el mundo, porque desde allí se conectan Europa, Asia y Oriente Medio. Y la historia parece darle la razón: ni Napoleón ni Hitler consiguieron someterlo.
Por eso, esta nación que nadie conquista sigue siendo el país que guarda la llave del mundo y marca el rumbo del poder global. Los océanos no la dominaban, las montañas la protegían y el clima la volvía un desafío para cualquier invasor.
Las otras partes del sistema del mundo
La teoría del Heartland no habla solo de un país, sino de todo un sistema que define el poder del mundo. Alrededor del corazón hay lo que Mackinder llamaba los anillos.
- Primero, el cinturón marginal: Europa Occidental, Oriente Medio, India y China. Son países cercanos al corazón que pueden influir sobre él y que están llenos de población, comercio y recursos estratégicos. Controlar este anillo es acercarse al poder del mundo.
- Más allá está el cinturón insular, las potencias marítimas: Gran Bretaña, Japón, Estados Unidos. Estos países dominan los mares, pero no pueden tocar directamente el corazón. Son poderosos, sí, pero su fuerza depende de la influencia que puedan ejercer sobre los otros anillos.
Mackinder veía la historia como una lucha constante: el corazón terrestre contra los mares, el país que nadie conquista frente a los países que buscan dominarlo. Quien controle el corazón del mundo controla también el rumbo de la historia y el poder de todos los países que lo rodean.
Los críticos dicen que la tecnología y la guerra moderna cambiaron las reglas: los aviones, misiles, satélites y armas nucleares permiten proyectar poder sin necesidad de ocupar físicamente un territorio. Hoy, un país puede influir en el mundo sin controlar el Heartland. Asi mismo, Mackinder subestimó la fuerza de las potencias marítimas y la política internacional: Estados Unidos, Japón y otros países demostraron que los océanos también son un escenario de poder decisivo.