Historias de vida

El mendocino que curó a soldados ucranianos: "La guerra te obliga a replantear la dimensión social de la medicina"

Francisco Aguiar, traumatólogo, viajó a Países Bajos para una formación en traumatología. Integró un programa que recibe soldados ucranianos con heridas de guerra

Cuando Francisco Aguiar recuerda su estadía en Países Bajos entre mayo y junio de este año, todavía siente el peso emocional y profesional de lo que vivió. Lo que en principio era una oportunidad académica —una formación en traumatología en el University Medical Center Groningen— terminó convirtiéndose en una experiencia transformadora al integrarse a un programa de la Unión Europea que recibe soldados ucranianos gravemente heridos en combate. Soldados de la guerra.

francisco en plena cirugia es el del medio
En plena cirugía a un soldado. Francisco Aguiar, mendocino, está en el medio, de gorro rosado.

En plena cirugía a un soldado. Francisco Aguiar, mendocino, está en el medio, de gorro rosado.

“Como mendocino y médico formado en Argentina, vivir la experiencia de formarme y trabajar en Groningen fue profundamente movilizador. A las patologías cotidianas que solíamos atender —muchos accidentes en bicicleta, politraumatismos por tránsito y heridas de todo tipo— se sumó el hecho de que este hospital formaba parte de un programa europeo que recibía soldados ucranianos gravemente heridos. Atender a pacientes que no llegaron por un accidente civil, sino por la crudeza de la guerra, me obligó a replantearme la dimensión social y política de la medicina”, cuenta.

Las heridas de la guerra en el quirófano

Lo que más lo impactó fue la diferencia abismal entre las lesiones de pacientes civiles y las de los combatientes.

“Las lesiones de los soldados eran muy distintas a las que solemos ver en la práctica civil en Mendoza. Había politraumatismos por explosivos, fracturas con pérdida de sustancia ósea, heridas por proyectil y lesiones nerviosas complejas. Muchas cirugías requirieron fijadores externos sofisticados, colgajos para cubrir tejidos blandos y procedimientos de salvataje de extremidades”, expresó.

“La diferencia no solo estaba en la gravedad de las lesiones, sino también en la simultaneidad de daños y en la necesidad de equipos multidisciplinarios trabajando en paralelo”, completó.

francisco aguiar en paises bajos
Francisco, segundo desde la izquierda, junto al doctor Paul Werker, jefe de Cirugía Plástica; la dra. Vera Van Alst, cirujana plástica; dr. John Barker (a quien considera su mentor) y las esposas de éstos últimos.

Francisco, segundo desde la izquierda, junto al doctor Paul Werker, jefe de Cirugía Plástica; la dra. Vera Van Alst, cirujana plástica; dr. John Barker (a quien considera su mentor) y las esposas de éstos últimos.

En su provincia, explicó, la mayoría de los casos graves provienen de accidentes de tránsito o laborales, con patrones más “previsibles”. En Groningen, en cambio, la medicina se medía con los límites mismos de la guerra.

"La salud, en un conflicto, es una cuestión transnacional"

Más allá de lo estrictamente quirúrgico, Aguiar entendió el trasfondo geopolítico del programa: “Este programa revela que la salud, en un conflicto, se convierte en una cuestión transnacional. Europa no solo recibe heridos por solidaridad, sino también porque entiende que el colapso del sistema sanitario ucraniano tendría un costo humano y político enorme. A su vez, muestra cómo la guerra multiplica gastos invisibles: prótesis, rehabilitación, apoyo psicológico, atención a la discapacidad… costos que se prolongan durante años. Para Ucrania, derivar pacientes a centros especializados como el University Medical Center Groningen permitió reducir algo su gasto sanitario, y para nosotros fue una evidencia clara de que la cooperación internacional en salud no es un gesto, sino una necesidad estratégica”.

El mendocino fue testigo de cómo médicos de distintas nacionalidades trabajaban codo a codo, dejando de lado fronteras y burocracias. “Incluso en hospitales muy desarrollados, los límites de la medicina se ponen a prueba diariamente frente a la magnitud de las lesiones bélicas”, advirtió.

Tres aprendizajes clave que le dejó atender heridos de guerra

Aguiar resume su experiencia en tres enseñanzas fundamentales:

Protocolos claros y adaptables. “El manejo de trauma en escenarios críticos exige reglas bien establecidas, pero con margen para la creatividad y la improvisación cuando la situación lo demanda”.

Francisco junto al doctor Plmob en aises bajos
Francisco, a la derecha, junto al doctor Plomb, en el hospital de Países Bajos donde recibieron casos terribles.

Francisco, a la derecha, junto al doctor Plomb, en el hospital de Países Bajos donde recibieron casos terribles.

Equipos multidisciplinarios desde el inicio. “La coordinación fluida entre traumatólogos, cirujanos plásticos, anestesistas, fisiatras, psicólogos… es lo que hace la diferencia en un quirófano de guerra”.

Rehabilitación temprana y soporte psicológico. “El éxito no está solo en salvar una extremidad, sino en garantizar que ese paciente pueda volver a caminar, a trabajar, a tener un proyecto de vida”.

todos los equipos esperan a paciente traumarizado
Todos los equipos, incluido el de traumatología, integrado por el mendocino Aguiar, a la espera de un paciente politraumatizado que llegaba en helicóptero.

Todos los equipos, incluido el de traumatología, integrado por el mendocino Aguiar, a la espera de un paciente politraumatizado que llegaba en helicóptero.

En Mendoza, considera que hay profesionales altamente capacitados, pero el desafío es consolidar un trabajo interdisciplinario real. “Debemos integrar cada especialidad desde el inicio y mantener la coordinación a lo largo de todo el proceso de recuperación”, reflexionó.

La experiencia lo marcó en lo humano y también en lo médico

La experiencia lo marcó tanto en lo humano como en lo médico: “En lo personal, me dejó una mezcla de humildad y resiliencia. Entendí que la medicina es, en gran medida, una herramienta para devolver dignidad en situaciones extremas. En lo profesional, me marcó la importancia de la cooperación internacional y de los protocolos de trauma de guerra, que exigen rapidez, creatividad y un altísimo grado de coordinación”.

evento de despedida francisco aguiar
Durante el evento de despedida se pasaron imágenes de las distintas cirugías realizadas por uno de los máximos referentes, el doctor Paul Werker.

Durante el evento de despedida se pasaron imágenes de las distintas cirugías realizadas por uno de los máximos referentes, el doctor Paul Werker.

El joven médico aseguró que estos aprendizajes quiere volcarlos en Mendoza, su tierra natal, donde creció rodeado de familia, viñedos y montañas. “Amo Mendoza y apuesto a esta provincia. Todo lo que aprendí afuera tiene sentido si logro aportarlo acá, junto a mis afectos y la gente que quiero”.

fran aguiar tiempo libre paises bajos
Practicando kitesurf con un anestesista amigo, el profesor Anthony Absalom, y aprovechando a experimentar los famosos vientos de Países Bajos.

Practicando kitesurf con un anestesista amigo, el profesor Anthony Absalom, y aprovechando a experimentar los famosos vientos de Países Bajos.

Aguiar, aunque es muy joven, ya suma en su currículum haber atendido desde accidentes de bicicleta en Europa hasta heridas por explosivos de soldados en la guerra de Ucrania. Un recorrido poco común para un traumatólogo formado en la Universidad Nacional de Cuyo, que parece recién estar comenzando.

De Mendoza a Kenia: la misión solidaria que marcó a Francisco Aguiar antes de llegar a Europa

Antes de vivir la experiencia en Países Bajos, Francisco Aguiar había recorrido un camino signado por el compromiso social. Integró la fundación MissionPlásticos, con sede en California, y fue convocado a una misión humanitaria en Nakuru, Kenia, donde junto a un equipo de colegas americanos atendieron durante una semana en el Nakuru Hospital Level 5.

Allí realizaron reconstrucciones de lesiones, colgajos, quemaduras severas, heridas de mano y malformaciones de nacimiento o generadas por accidentes. “Por falta de insumos y recursos, estas intervenciones son imposibles de realizar por los médicos locales. Es así que la fundación lleva los insumos necesarios. Al final de la estadía, lo que no se usó se donó al hospital”, contó.

Uno de los casos que más lo conmovió fue el de Elias, un niño de tres años con una grave quemadura que le impedía cerrar el ojo izquierdo. “Realizamos una larga cirugía donde, por medio de piel de su abdomen, le reconstruimos el cuello, labio y ojo. Fue impactante ver cómo un procedimiento podía devolverle la posibilidad de conservar su vista”.

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"Esta experiencia me marcó de por vida desde lo humano y desde lo profesional", dijo Francisco Aguiar.

También presenció prácticas culturales peligrosas: “Muchos padres, para que sus hijos dejen de toser, les cortan la campanilla y luego cauterizan con una cuchara caliente. Esto genera consecuencias graves, porque cierra la vía aérea y muchos chicos no respiran ni hablan adecuadamente”.

En apenas ocho días realizaron en aquella oportunidad 56 cirugías de alta complejidad. El equipo fue reconocido por el gobierno de Kenia y cada médico recibió una estatua de animales africanos como agradecimiento.

Antes de eso, Aguiar también había viajado al Chaco argentino, donde participó en otra misión de cirugías reconstructivas en un contexto de alta incidencia de malformaciones congénitas.

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El médico traumatólogo en una de sus intervenciones en un hospital de Kenia.

El médico traumatólogo en una de sus intervenciones en un hospital de Kenia.

“Haber pasado por Kenia y el Chaco me enseñó que la relación médico-paciente, en entornos de extrema necesidad, es pura y genuina. Los pacientes confían en uno dejando de lado cualquier preocupación financiera o administrativa. Es ahí donde reconectamos con la esencia de la medicina”, reflexionó.

Con raíces en Luján de Cuyo —hijo de Gonzalo Aguiar, médico, y de Verónica Pirutti, arquitecta—, Francisco sigue proyectando su futuro entre misiones internacionales, aprendizaje continuo y un fuerte anhelo: que todo lo vivido en el mundo pueda revertir en su tierra natal.