En el cierre del mes rosa, cuando las campañas de concientización sobre el cáncer de mama llenan de mensajes las redes, Andrea Delfino elige recordar a su hermana de una manera distinta: con un libro, con palabras, con arte. Su homenaje busca hablar de lo que queda cuando alguien se va, y de cómo el amor puede tejer nuevos comienzos.
El legado que dejó Mariana y los "monstruos" que su hermana transformó en un tierno libro infantil
Andrea Delfino convirtió el duelo por su hermana en un homenaje: un libro inspirado en los “monstruos” tejidos a mano que Mariana creó antes de morir de cáncer
Todo empezó hace unos años, cuando su hermana Mariana -arquitecta, artista, creativa incansable- comenzó a tejer pequeños muñecos de lana a los que llamó “Buh! monstruos". Eran criaturas de colores, de formas simpáticas y algo torcidas, que buscaban alejar el miedo de las infancias.
“Su idea era que los monstruos dejaran de ser símbolos del terror y se volvieran compañeros de aventuras”, recuerda Andrea.
Andrea homenajeó a su hermana con un libro. Aquí, junto a sus hijos Emiliana y Atilio.
Mariana tejía cada pieza con dedicación casi artesanal, como quien teje también un refugio. Pero el destino torció el hilo de su historia: fue diagnosticada con cáncer de mama y, tras una dura lucha, falleció. Tenía 36 años.
La hermana que decidió continuar con el legado
Su hermana Andrea, que además de escritora es mamá de dos niños, sintió la necesidad de darle continuidad a ese legado. “Este proyecto nació cuando ella aún vivía. Fue por encargo suyo: me pidió que escribiera historias para acompañar a sus monstruos tejidos”, cuenta. Sin saberlo, aquel pedido se convertiría con el tiempo en un puente entre las dos.
El libro se fue gestando con pausas, entre recuerdos. Participando de un taller literario, Andrea retomó el texto original, pero pronto entendió que ya no podía escribir desde el mismo lugar. “Al volver a leerlo me di cuenta de que mi hermana ya no estaba ahí. Tenía que transformarlo, hacerlo mío, convertirlo en una manera de homenajearla”, confiesa.
Mariana Delfino falleció de cáncer. Aquí, junto a sus monstruos tejidos artesanalmente.
Así nació el nuevo relato, protagonizado por una niña de 7 años -Emiliana, su hija- que narra un sueño donde conoce a una maga, “la tejedora”, inspirada en Mariana. Juntas, la niña y la maga dan vida a los monstruos, dotándolos de habilidades y humor, en una historia tierna y luminosa.
“El libro no tiene pretensiones literarias”, dice Andrea, “pero está lleno de amor. Es simple, cercano, como los cuentos que se leen al borde de la cama antes de dormir”.
Ilustraciones tiernas que simulan monstruos
Las ilustraciones son obra de la mendocina Sara Niett, quien ya había trabajado con Mariana en los bocetos originales de los monstruos. “Fue hermoso que pudiera sumarse. Mariana la había elegido, le encantaba su técnica en acuarela. Saber que ella los dibujó me da una sensación de aprobación, como si Mariana estuviera de acuerdo con lo que hicimos”, explica Andrea.
Uno de los monstruos ilustrados por Sara Niett.
En el libro, la maga se despide de la niña. “No la encuentra, solo ve su casa llena de monstruos”, relata Andrea. Es una escena simbólica, casi una metáfora del duelo: la presencia transformada en huella, la ausencia convertida en creación. “Fue muy movilizador escribir esa parte. Pero también reparador. Fue una forma de nombrarla de otro modo, de aceptar que sigue entre nosotros, aunque ya no la veamos”.
Cuando el ejemplar fue presentado en la Feria del Libro de Mendoza, la emoción fue inevitable. “Mi mamá leyó el final original, el que habíamos cambiado porque no era tan infantil. Lloramos todas. Sentimos que Mariana estaba ahí, en cada palabra, en cada ilustración”, recuerda.
Andrea estudia y lleva a sus hijos a una escuela Waldorf, es decir, con un enfoque que valora la conexión consciente entre adultos y niños. Por eso, en cada lectura del libro busca algo más que entretenimiento: un encuentro. “Cuando un adulto narra un cuento en voz alta, deja todo lo demás de lado. El niño escucha con todo su ser. Ese momento de conexión es mágico”, asegura.
Su mensaje, sin embargo, no se limita a las infancias. Andrea encontró en la escritura una forma de sanar. “El dolor me va a acompañar siempre”, admite. “Pero necesitaba transformarlo. Encontré en este libro una manera de conectar mi tristeza con la ternura, con la memoria, con la risa de mis hijos. Hacer de la ausencia una presencia distinta”, expresa.
La idea de reeditar el libro y destinar parte de la ganancia a la Asociación Traspasar
Aunque el proyecto comenzó como un gesto íntimo, pronto cobró una dimensión mayor. Andrea sueña con reeditar el libro y destinar parte de las ganancias a la Asociación Traspasar, que acompaña a niños con cáncer y a sus familias en Mendoza. “Sería una manera de seguir multiplicando lo que Mariana sembró: amor, arte y empatía”, dice.
En el mes rosa, Andrea prefiere hablar de consciencia. “Por supuesto que es importante hacerse los controles —dice—, pero hay algo más profundo. Mi hermana me enseñó que la vida se vive con plenitud, con conciencia. Que no hay que esperar una enfermedad para darnos cuenta de dónde queremos estar”.
Cada palabra de Andrea refleja esa enseñanza. Y dice que Mariana sigue viva en cada monstruo tejido, en cada niño que se ríe con el libro, en cada adulto que se detiene a leer una historia sin mirar el reloj.
“Mi hermana fue una artista inmensa -dice Andrea-. Exigente, luminosa, sensible. Cuando me pongo a escribir, todavía me pregunto si le gustará lo que hago. Pero después miro a mis hijos, miro los dibujos, y siento que sí. Que está feliz, que nos sigue guiando”.
En su casa, los monstruos de lana siguen poblando los estantes. Algunos tienen un ojo más grande, otros una sonrisa torcida, otros parecen abrazar con sus brazos de hilo. Todos, de alguna manera, custodian el amor de dos hermanas unidas por la creatividad.
“Este libro es un homenaje, pero también una invitación. A mirar el miedo de frente, a reírnos de los monstruos, a reconectarnos con lo simple. Porque la infancia no necesita tanto del mundo adulto. Necesita historias, imaginación, contacto con la naturaleza. Y sobre todo, necesita presencia”, subraya.
Y propone volver al cuento contado despacio, al silencio entre palabra y palabra, a esa respiración compartida que une generaciones.
Así, mientras octubre llega a su fin se sigue tiñiendo de rosa y miles de mujeres recuerdan la importancia de cuidarse, Andrea Delfino celebra a su hermana con algo más duradero que una campaña: un legado, un libro que nació del dolor, pero florece en esperanza.
Instagram: @andrea_delfino.

 
		









 
   
  