Cuando Isabel Álvarez llegó al barrio Raíz, en 2015, no imaginaba que su casa se convertiría en el corazón de una de las celebraciones más esperadas del año. Tenía 47 años entonces, recién llegada de Estados Unidos, donde había vivido mucho tiempo y había adoptado con entusiasmo las costumbres de allá. Entre ellas, una de sus favoritas: Halloween.
"Es tan gratificante que los chicos me pregunten en el barrio por el festejo...!", exclama Isabel, que empezó en 2015 con esta tradición.
“Siempre me encantó adornar la casa. Allá lo más fuerte es Halloween y Navidad”, cuenta a Diario UNO. Así que, en su primer octubre en Mendoza, decidió decorar un poco el frente de su nuevo hogar. No buscaba llamar la atención, sino algo más simple y profundo: conocer a sus vecinos.
Lo que comenzó con un par de calabazas y una telaraña de cotillón terminó siendo el punto de partida de una historia comunitaria que, diez años después, sigue creciendo. “El segundo año que lo hice, algunos vecinos se me acercaron y me dijeron: ‘Mirá, nos conocimos con otros gracias a este evento’. Ahí me di cuenta de que algo lindo estaba pasando”, recuerda Isabel.
Desde entonces, su casa -esa esquina tan particular del barrio Raíz- se llena cada 31 de octubre de colores, luces y personajes. Cruella de Vil, Maléfica, brujas y fantasmas se mezclan con risas y música. “Los chicos me ven y gritan ‘¡Isa, Isa! ¿Qué vas a hacer este año?’”, dice entre risas.
Isabel no se limita a decorar. Cada año suma algo nuevo: un inflable, una guirnalda luminosa, una idea creativa que convierte su jardín en un escenario de película. En 2020, cuando la pandemia obligó a todos a quedarse en casa, ella no quiso dejar a los niños sin su Halloween. “Puse un pequeño espacio en el frente, con guantes y alcohol en gel. Los chicos venían disfrazados, buscaban su caramelito, se sacaban una foto y volvían a sus casas. Fue algo chiquito, pero las mamás estaban felices. Me decían que sus hijos esperaban ese momento como si fuera una fiesta”, cuenta emocionada.
La villana querida y reconocida en el barrio Raíz
Su compromiso con mantener viva la ilusión de los niños la ha convertido en una figura querida y reconocida. “La casa de la esquina”, como todos la llaman, se transformó en una referencia. Algunos incluso la apodan “la casa de Halloween”. Y no es para menos: hay calabazas gigantes, luces naranjas que parpadean como fuego y hasta una villana diferente cada año, interpretada, por supuesto, por Isabel.
Su hija lo cuenta con orgullo: “En mi casa es todo un re-boom, un eventazo con inflables, juegos, música y gente que viene a visitar. Mi mamá se disfraza diferente todos los años. Es una locura lo que hace. Los chicos ya saben que hay una villana esperándolos en la esquina del Raíz”.
Interpretando a Cruella de vil, en su propia casa. "Me encanta que esto se haga costumbre", señala.
Pero más allá de la decoración o los disfraces, lo que emociona a Isabel es la reacción de los niños. “Ver sus caritas, escuchar ese ‘¡wow!’ cuando ven todo… eso es impagable. Que te pidan una foto, que te abracen disfrazados de superhéroes o princesas, que rían sin miedo… eso es lo que me mueve cada año”.
Tiene tres nietos, y en el fondo, cada adorno, cada música, cada detalle es también para ellos. “Mi primera nieta era chiquita cuando empecé con esto. En parte, lo hago para ella, y ahora para los tres. Pero también lo hago por todos los chicos del barrio. Siento que, de alguna manera, estoy regalando un momento de alegría”.
Con el tiempo, su entusiasmo contagió a los demás. Hoy, varias casas del barrio también se decoran. Algunas con luces, otras con figuras o calaveras sonrientes. “Eso me encanta -dice-, porque significa que la gente se apropió de la idea. Que Halloween se volvió una excusa para encontrarnos, para compartir, para ser comunidad”.
Isabel comenzó en 2015 con un inflable y hoy la celebración se transformó en algo grande.
Este año, la cita será este viernes 31, de 18.30 a 21. Habrá música, sorteos, caramelos y muchas sorpresas. Isabel ya está ultimando los detalles del disfraz y ajustando las luces del inflable nuevo. Y aunque todo demande esfuerzo y preparación, su recompensa llega siempre igual, en forma de risas y gratitud.
Porque para Isabel, Halloween no es solo una fiesta, sino una manera de tender puentes, de encender la alegría en cada rincón del barrio Raíz. Una tradición nacida del amor y mantenida por la magia de una mujer que, cada 31 de octubre, logra que el miedo se transforme en felicidad.






