¡No lo sabía!

El grito que une a 20 especies de aves y revela el origen del lenguaje humano

Estas aves revela algo profundamente humano en el corazón de la naturaleza: la capacidad de comunicarse más allá de las diferencias

En los bosques de Asia, un sonido se repite como un eco compartido entre diferentes especies de ave. No es un canto melodioso ni un simple gorjeo: es un grito de alerta, una llamada de advertencia que, increíblemente, une a más de 20 especies de pájaros distintas.

Lo más sorprendente es que este hallazgo podría ayudar a entender cómo surgió el lenguaje humano. Te contamos sobre esta capacidad de comunicación que posee esta especies de ave.

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El grito que une a 20 especies de aves y revela el origen del lenguaje humano

El descubrimiento fue realizado por un grupo de científicos del Instituto Indio de Ciencia y del Laboratorio de Ornitología de Cornell, quienes estudiaron cómo reaccionaban las aves ante la presencia de depredadores. Observaron que, cuando una especie emitía un sonido de alarma, otras aves , incluso de familias completamente diferentes, respondían y actuaban como si entendieran el mensaje. Algunas se escondían, otras volaban hacia las copas de los árboles, y unas pocas se unían para ahuyentar al intruso.

Lo fascinante es que estos gritos no son idénticos, pero comparten un patrón acústico común: una combinación de notas breves y agudas que transmite urgencia. Es una especie de “lenguaje universal” del miedo, desarrollado por necesidad evolutiva. Las aves que logran interpretarlo aumentan sus posibilidades de sobrevivir, y esa capacidad se transmite de generación en generación.

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¿Cómo se relaciona el grito de estas aves con los humanos?

Los investigadores creen que este fenómeno podría ofrecer una pista sobre cómo los humanos comenzamos a comunicarnos. Antes de las palabras, nuestros antepasados también habrían usado sonidos instintivos , gritos, chillidos, tonos específicos, para advertir de peligros o señalar recursos. Con el tiempo, esas señales se habrían vuelto más complejas, dando origen al lenguaje articulado.

Lo más poético del descubrimiento es pensar que el lenguaje no nació del deseo de hablar, sino de la necesidad de sobrevivir. Así como estas aves cooperan a través de un código compartido, los primeros humanos pudieron haber desarrollado sus propias señales comunes para protegerse, cazar o cuidar a sus crías.

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