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El edificio más pesado del mundo: una construcción de más de 4 millones de toneladas que rompe varios récords

Este edificio posee un récord asombroso y una historia que todos deberíamos conocer. Todos detalles sobre esta construcción única

Hay edificios que nacen para ser útiles, otros para ser bellos y unos pocos para imponer respeto. Y luego está este palacio, una construcción tan descomunal que parece desafiar la lógica misma de la arquitectura.

Este gigante silencioso guarda un récord que casi nadie conoce, es el edificio más pesado del mundo. No el más alto, no el más grande en superficie, no el más lujoso. El más pesado. Una categoría que, en cierto modo, le queda perfecta. Te contamos de que se trata.

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El Palacio del Parlamento es una mezcla de museo, sede administrativa y símbolo involuntario.

El Palacio del Parlamento es una mezcla de museo, sede administrativa y símbolo involuntario.

El edificio más pesado del mundo: una construcción de más de 4 millones de toneladas que rompe varios récords

Se trata del Palacio del Parlamento de Bucarest, en Rumania. Cuando uno se acerca, la primera sensación es de vértigo. Este edificio no solo ocupa un terreno inmenso, lo aplasta, literalmente. Sus columnas monumentales, sus 1.100 habitaciones, sus interminables galería.

Para esta construcción se usaron 4,1 millones de toneladas de materiales, incluyendo un millón de metros cúbicos de mármol y suficiente acero como para levantar varios edificios modernos. Es una mole de piedra y poder que parece colocada ahí para recordar que la historia, a veces, pesa.

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 No aparece en las listas turísticas más populares, pero quienes lo descubren entienden inmediatamente por qué merece un récord mundial.

No aparece en las listas turísticas más populares, pero quienes lo descubren entienden inmediatamente por qué merece un récord mundial.

El nacimiento del edificio más pesado del mundo

Este edificio nació bajo un contexto tan ambicioso como oscuro. Fue un proyecto personal de Nicolae Ceauescu, el dictador que gobernó Rumania durante décadas. Su visión era crear un centro político que condensara la ideología del régimen y que dejara una marca indeleble en el país. La marca quedó, sin dudas, pero no en el sentido que él imaginó.

Para realizar esta construcción se demolieron barrios enteros, iglesias, escuelas, miles de hogares. El palacio que hoy se ve tan perfecto desde lejos está hecho, también, de ausencias.

Con el tiempo, la monumentalidad del edificio se volvió casi un enigma. Los rumanos conviven con él, pero mantienen cierta distancia emocional, como si su tamaño fuese demasiado grande para integrarlo naturalmente en la ciudad. Los visitantes, en cambio, suelen quedarse sin palabras: no por su belleza sino por su escala casi absurda.

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