En pocos años, su imperio naval se transformó en una de las fuerzas marítimas más poderosas del mundo, capaz de enfrentarse a los ejércitos imperiales chinos, la flota portuguesa y hasta la marina británica.
Impuso un código de leyes implacables bajo las cuales los miembros podían ser ejecutados por cobardía, desobediencia o por robar más de lo que les correspondía de un botín. También se les podría cortar las orejas por estar ausentes sin autorización u otras infracciones menores. Después, Zehng Yi Sao enfocó su mira en el lucrativo comercio de sal de Guangdong haciendo que, además, con un sistema de pasaportes, los comerciantes de sal tenían que pagar por un salvoconducto para que los piratas no los atacaran.
Borges y la fascinación argentina por Zheng Shi
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La figura de Zheng Shi pasó a formar parte del universo literario argentino gracias a la mención que hizo Jorge Luis Borges.
La figura de Zheng Shi trascendió fronteras y llegó incluso a la literatura argentina, gracias a Jorge Luis Borges, quien la mencionó en su célebre libro Historia universal de la infamia (1935). En esa obra, el escritor argentino reunió biografías breves de personajes reales y ficticios que encarnaban la ambición, la traición y el poder. Aunque Borges no dedicó un relato entero a esta mujer, su figura inspiró el interés literario por los antihéroes, los piratas y las historias de moral ambigua que tanto le fascinaban.
La pirata se retiró en 1810 tras negociar un acuerdo de amnistía con el emperador chino, conservando su fortuna y obteniendo un título nobiliario. Pasó el resto de su vida dirigiendo una casa de juegos hasta su muerte en 1844.
Hoy, su nombre figura entre los grandes líderes navales de todos los tiempos y es reconocida como la pirata más poderosa de la historia. Su legado, más allá del mito, sigue siendo un símbolo de poder femenino, estrategia e independencia.