El desierto más grande del planeta Tierra fertiliza al océano Atlántico y al Amazonas con su polvo
Cada cierto tiempo llueve en el desierto del Sahara y se levantan millones de toneladas de polvo compuesto por minerales como hierro, fósforo y calcio. Este polvo viaja miles de kilómetros, cruzando el océano Atlántico hasta América del Sur, el Caribe y zonas oceánicas profundas.
Cuando estos minerales del desierto se depositan en el agua, actúan como un fertilizante natural para el fitoplancton, los microorganismos microscópicos que constituyen la base de la cadena alimentaria marina. Sin ellos, la productividad del océano disminuiría drásticamente, afectando a peces, aves, mamíferos marinos e incluso la actividad pesquera humana.
Los científicos estiman que cada año el desierto envía al océano Atlántico más de 60 millones de toneladas de polvo, una cantidad suficiente para influir en la productividad de ecosistemas enteros y, en consecuencia, en la alimentación y economía de millones de personas. Este fenómeno demuestra que incluso los lugares más inhóspitos pueden tener un impacto vital a escala global, revelando la interconexión de la naturaleza y la importancia de comprenderla para tomar decisiones sostenibles a nivel político y ambiental.
Desierto sahara (1)
El polvo cumpla una función de fertilización en todo el océano Atlántico
¿Cómo el polvo del Sahara sostiene la vida del Amazonas?
El impacto del polvo sahariano no se limita al océano. Algunos de estos minerales terminan fertilizando la selva del Amazonas, ayudando a mantener la fertilidad de sus suelos y su capacidad de almacenar carbono. De esta manera, el desierto del Sahara conecta regiones distantes y aparentemente inconexas, mostrando que fenómenos naturales pueden tener efectos geopolíticos y económicos indirectos, pues sostienen recursos clave como la pesca y la agricultura
Lo inspirador de esta historia es que muestra cómo la naturaleza tiene formas inesperadas de proteger y sostener la vida, conectando lo árido con lo fértil, lo seco con lo húmedo, lo local con lo global. Los vientos del desierto del Sahara que fertilizan el océano son un ejemplo tangible de cómo la acción de un territorio puede influir en el bienestar de todo un planeta Tierra.