La gente piensa que la contaminación por plomo es algo moderno. Pues no. Un descubrimiento increíble muestra que nuestros ancestros, y hasta los neandertales, lidiaban con este veneno hace millones de años. Pero algo en nuestro ADN, una cosita de nada, protegió nuestro cerebro y nos dio una ventaja clave en la evolución.
El descubrimiento de la mutación que nos hizo listos: protegió al cerebro del veneno en las cuevas
Un nuevo descubrimiento científico indica que una pequeña variación genética nos defendió del plomo, permitiendo el desarrollo del lenguaje.
Un equipo de la Universidad de California en San Diego (UCSD) llegó a esta conclusión. Analizaron el esmalte de dientes fósiles de 51 homínidos distintos, desde humanos hasta un Australopithecus. ¿El resultado? El 73% de ellos tenía marcas de plomo, señal de exposición desde niños. De hecho, un simio gigante llamado Gigantopithecus blacki mostró la mayor contaminación en su cerebro hace 1,8 millones de años.
El veneno estaba en el agua de las cuevas
"Dejamos de usar plomo en nuestra vida diaria cuando comprendimos su toxicidad, pero nadie había estudiado este elemento en la prehistoria", explica Alysson Muotri, autor principal. Todos creíamos que la contaminación masiva empezó con los acueductos romanos o en la Revolución Industrial. Este descubrimiento cambia esa idea.
Esta nueva investigación demuestra que la intoxicación es mucho más antigua. Los patrones en los dientes fósiles se parecen muchísimo a los de personas que vivieron entre 1940 y 1970. En esa época, la gasolina con plomo y las pinturas con ese metal eran comunes y afectaban el cerebro de la gente.
El equipo cree que todo pasó por la búsqueda de agua. Muotri lo pone así: "Una posibilidad es que estos homínidos buscaran cuevas con agua corriente en su interior". Esos lugares, dice, "contienen plomo, por lo que todos esos espacios estaban contaminados". El análisis dental confirma que la exposición al veneno comenzaba muy temprano, en la infancia.
Sabemos que el plomo es un neurotóxico que daña el desarrollo del cerebro. Provoca problemas cognitivos y dificultades para regular emociones. Entonces, la gran pregunta era: ¿cómo diablos logramos desarrollar un cerebro tan complejo si estábamos expuestos constantemente a este veneno?
NOVA1: La mutación que impulsó la evolución
La respuesta parece estar en un cambio genético casi invisible. Hay un gen llamado NOVA1, que actúa como un director de orquesta para el neurodesarrollo. Este gen controla cómo las células madre del cerebro reaccionan al plomo. Casi todos los humanos modernos tenemos una variante de NOVA1 que es diferente, por una sola letra, a la versión que tenían los neandertales.
Muotri y su laboratorio ya habían experimentado con esto. Crearon organoides (pequeños modelos de cerebro) y vieron qué pasaba. Cuando ponían la versión arcaica del gen en lugar de la humana, la arquitectura neuronal cambiaba y la conectividad a largo plazo era menos compleja.
"Todo en los organoides es idéntico excepto por esa variante genética", dijo Muotri. Para probarlo, expusieron ambos tipos de mini-cerebros al plomo. El metal afectó la expresión de NOVA1 en los dos. Pero atención a este descubrimiento: la variante arcaica (la neandertal) fue la única que modificó la expresión del gen FOXP2.
¿Y qué es el FOXP2? Es el gen clave para el lenguaje y el habla. "Este tipo de neuronas relacionadas con el lenguaje complejo son susceptibles de morir en la versión arcaica de NOVA1 bajo exposición al plomo", aclara Muotri. Básicamente, la variante moderna del NOVA1 protegió los circuitos del lenguaje en nuestro cerebro de los efectos del plomo.
Tener esa variante protectora fue un momento crítico con enormes consecuencias para nuestra evolución. Al proteger nuestra capacidad para un lenguaje complejo, pudimos crear una organización social más elaborada, intercambiar ideas y coordinar grupos grandes.






