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El salto se realizó desde el aeródromo WTS, cerca de Memphis, Tennessee. Los paracaidistas ascendieron a 12.500 metros de altura en un avión especializado y saltaron al vacío en plena oscuridad.
Minutos después de aterrizar, Alejandró expresó: “Tengo 4.500 saltos, pero esto supera todos los hechos hasta hoy. Fue muy intenso, el frío, la velocidad, la máscara de oxígeno, el tiempo de caída libre”.
Contaron con una protección especial para el rozamiento por la velocidad extrema (caída libre a 300 km/h) una temperatura de 100 grados Celsius bajo cero y la provisión imprescindible de oxígeno.
El paracaidista contó que “al principio, durante el primer minuto, Marcelo y yo no sabíamos si estábamos sobre la zona de aterrizaje o no. La visual era muy confusa desde tanta altura. Igual ya no había nada que hacer. Pero Taylor (el tercer paracaidista) que conoce muy bien la zona, rápidamente identificó las luces de una prisión grande que está a unos 5 km, y al sur de eso vio las balizas de rescate marino que habíamos puesto sobre la pista”.
Alejandro mencionó algunas dificultades que tuvieron: “A pesar de los vientos cruzados, bastante fuertes a baja altura, Taylor y yo logramos aterrizar a pocos metros de las balizas. Marcelo (Vives), que por procedimiento tenía que abrir 300 metros arriba nuestro, tuvo dificultades para llegar y por muy pocos metros no aterriza sobre los árboles. Me mostró el video y, literalmente, aterrizó a 5 metros del fin del bosque. Eso pudo haber sido un problema”, recordó.
Fuentes: Noticias Argentinas y A24.com.