Desde chico, el nombre de Pedro García Danza estuvo ligado casi exclusivamente al rugby. A la cancha, a la planificación de entrenamientos y a la vida de club. Referente y entrenador en Los Tordos Rugby Club, su recorrido fue siempre coherente con una tradición familiar atravesada por el deporte. Sin embargo, en silencio y lejos de su pasión, Pedro logró concretar un sueño que pocos conocían: escribir un libro. Una novela que se titula Nadie y marca el cruce, inesperado para muchos, entre dos mundos que rara vez se miran de frente: el rugby y la literatura.
Dos mundos, una misma persona: un referente del rugby mendocino publicó su primer libro
Pedro García Danza, referente del rugby mendocino y entrenador en Los Tordos, sorprendió a su entorno al cumplir un sueño personal: escribir una novela. Nadie, su primer libro
“Sinceramente el rugby y la literatura, por lo menos en mí, no se vinculan mucho”, admite. “Más allá de los libros que por ahí he podido leer vinculados al deporte, desde chico me gustó la literatura”. Esa aclaración inicial funciona como una llave de lectura: no hay aquí una épica deportiva trasladada al papel, ni un libro sobre vestuarios o terceros tiempos. Hay, en cambio, una historia que nació lejos de la cancha, aunque se haya gestado con la misma disciplina que exige el alto compromiso amateur.
Pedro García Danza nació en Mendoza el 31 de marzo de 1977. Está casado, tiene tres hijos, es licenciado en Recursos Humanos y desde hace diez años está a cargo del departamento de Personal del Registro Civil de Mendoza. Su vida laboral, su familia y el rugby ocupan gran parte de sus días. “Mi trabajo me gusta mucho, lo disfruto y ocupa gran parte de mi vida, pero no dejo de hacerlo porque es una obligación y es lo que me permite sostener a mi familia”, explica. El rugby, en cambio, nunca fue una fuente de ingresos. “Por lo que hago en el mundo del rugby no cobro, es todo amateur, por amor al deporte”.
El rugby como forma de vida y un libro que fue un desafío
Ese amor viene de cuna. “El rugby es parte de mi vida casi desde el nacimiento”, cuenta. Padres, tíos, hermanos, primos y ahora también sus hijos y sobrinos forman parte de una misma lógica familiar atravesada por la ovalada, mientras que del lado femenino la tradición se expresó mayormente en el hockey. Los Tordos Rugby Club es su casa deportiva: primero como jugador y, desde hace más de 20 años, como entrenador. Le tocó conducir casi todas las divisiones, desde infantiles hasta el plantel superior y hasta algunos seleccionados provinciales. La constancia, la planificación y la disciplina son marcas de su rol. Y, aunque él se resista a establecer paralelismos, algo de ese método terminó filtrándose en la escritura.
La literatura, sin embargo, estaba ahí desde mucho antes. “Siempre me gustó leer, seguramente heredado de mis padres”, dice. La idea de Nadie no apareció de golpe. Fue un proceso largo, casi silencioso. “Hace varios años tuve una idea, se me ocurrió el final del libro. Varias veces en esos años me senté a intentar escribirlo y no salía nada o no lograba darle forma”. No había apuro ni presión. Nadie lo esperaba. Eso, con el tiempo, se volvió una ventaja.
El punto de inflexión llegó este año, casi sin aviso. “Este año en abril una noche me senté en la computadora y salió todo junto, de un tirón”, recuerda. En apenas un par de meses el texto estuvo escrito. Y el libro salió a la luz.
Después vino otro mundo desconocido: la edición, el trabajo previo a la impresión, el diálogo con otros. Ese proceso estuvo a cargo de Gonzalo Ruiz y Javier Cusimano, de la editorial mendocina Estorinino. “Muy buenas personas los dos. Yo no tenía mucha idea de todo lo que hay detrás previo a la impresión de un libro”, confiesa.
De qué se trata Nadie, la novela que acaba de escribir el autor
“Nadie” es una novela de ficción ambientada en Mendoza. Tres historias que se entrecruzan y que, según le señalaron algunos lectores, puede inscribirse dentro del realismo social.
“Alguien me dijo que puede ser catalogado como realismo social la trama y me pareció correcto”, señala. La historia se desarrolla en una ciudad atravesada por el azar y la desigualdad, donde dos hombres que parecen habitar universos opuestos terminan encontrándose.
Juan creció entre el barrio, la desconfianza y la urgencia de sobrevivir. Lava coches y sueña con irse, con construir una vida distinta junto a Soledad, su compañera y su esperanza. José, en cambio, tiene hogar, familia y un trabajo estable, pero vive atrapado en una rutina vacía, sin rumbo ni sentido. El cruce entre ambos, casual y silencioso, deja al descubierto contrastes y similitudes que conviven a diario sin mirarse. El relato interpela a una sociedad donde el lugar de nacimiento puede definir un destino. “¿A qué precio se intenta ser alguien cuando todo lo que te rodea te empuja a ser nadie?”, plantea la novela.
Para Pedro, escribir no fue una necesidad urgente, sino un proceso que maduró con el tiempo. “No sé si fue una necesidad la de escribir, al contrario, apareció la idea que a mi criterio era original y llevó tiempo darle forma”, reflexiona. “Tal vez eso puede haber sido una ventaja, no tenía ni apuro ni la necesidad de hacerlo”. Primero vino el borrador, luego la lectura de su círculo más cercano. “Más o menos les gustó a todos, obvio que todos con un sesgo de cariño en su crítica”, aclara, y esa devolución fue el empujón final para animarse a publicar el libro.
Para el ambiente del rugby, el libro fue una sorpresa
La sorpresa no tardó en llegar, sobre todo en el ambiente del rugby. “Se han quedado bastante sorprendidos cuando apareció el libro”, reconoce. Quienes lo conocen desde hace años sabían de su gusto por la lectura, pero no imaginaban un libro propio. “De ahí a poder escribir un libro… nada, todo es un camino. Me he encontrado con un mundo que no conocía”.
Aunque insiste en que no hay muchos vínculos directos entre el rugby y la escritura, sí admite que su rol como entrenador dejó huellas. “Tal vez pueda destacar la constancia o la disciplina de tener todo planificado, de sentarme y no levantarme hasta terminar o cumplir el objetivo puesto para ese día o jornada”. La escritura, a su vez, le devolvió algo que necesitaba. “Me devolvió un poco de calma, un momento del día donde podía estar tranquilo, solo, sin estímulos externos, redes sociales o cualquier tipo de distracción”.
Cada uno encuentra su propio cable a tierra. Algunos corren, otros meditan, hacen yoga o van al gimnasio. Pedro lo encontró en la escritura, sin abandonar aquello que lo define desde siempre. “El rugby y el club son mi cable a tierra, y es una pasión que he compartido toda la vida con mi familia y ahora comparto con mis hijos”. Entre entrenamientos, trabajo y rutinas, la literatura apareció como otro espacio posible, íntimo, silencioso.
Nadie no es un libro sobre rugby, pero tampoco está desligado del todo de la vida de quien lo escribió. Es, quizá, el resultado de años de observación, de lectura y de una idea que esperó su momento. El entrenador que planifica sesiones y el escritor que se sienta a terminar una página conviven en la misma persona. Dos mundos que no se tocan, pero que aprendieron a coexistir. Y en ese cruce, Pedro García Danza encontró una nueva forma de decir presente.
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