Dormir la cantidad de horas recomendadas no siempre garantiza sentirse descansado. Cada vez más personas se despiertan con fatiga, falta de energía o niebla mental, incluso después de una noche “completa” de sueño. La ciencia señala que el problema no está solo en cuánto dormimos, sino en cómo descansa el cuerpo y el cerebro.
El estrés crónico: cómo afecta
Estudios en neurociencia del sueño indican que el estrés sostenido altera los ciclos de descanso y reduce la recuperación física y mental.
Según Harvard Medical School, el estrés activa de forma prolongada el sistema nervioso y dificulta que el cuerpo alcance las fases profundas del sueño, lo que provoca un descanso incompleto incluso cuando se duerme la cantidad de horas recomendada.
La luz artificial no ayuda
Otro aspecto poco visible es la calidad del entorno de descanso. La exposición a luz artificial por la noche, el uso del celular antes de dormir o incluso una habitación mal ventilada pueden interferir con la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño.
Según investigaciones del National Institutes of Health, estos factores afectan el reloj biológico y explican por qué despertarse cansado es cada vez más frecuente.
También influyen los hábitos diarios:
- Comer tarde.
- Pasar muchas horas sentado.
- Deshidratarse.
- Mantener rutinas irregulares confunde al cuerpo.
El cansancio matinal, en muchos casos, es una señal temprana de que algo en el equilibrio cotidiano necesita ajustarse.
Qué puede ayudar
- Mantener horarios regulares de sueño.
- Reducir pantallas al menos una hora antes de dormir.
- Priorizar luz natural durante el día.
- Incorporar pausas reales de descanso mental.
Escuchar estas señales no es exagerar: es una forma de cuidar la salud y bienestar antes de que el cansancio se vuelva crónico.




