El bolso está a medio armar. Las vendas y un par de medias verdes hasta la rodilla aguardan en el tendedero.

La camiseta azul y la rayada roja con negro ya están guardadas. También, las medias coloradas y las blancas.

El pantalón corto de River del '96 y dos slips están sobre la cama. Los botines negros lisos quedaron apenas pasando la puerta de casa. Los usó ayer y está prohibido meterlos si tienen barro.

Se viste con equipo de gimnasia mientras su mujer termina de armar el raído bolso para que no le falte nada.

Es momento de despertarla a ella. Hoy es día de cancha.

Sabiendo que algo genial la espera, la más futbolera de la casa salta de la cama. Como ningún otro día de la semana, se viste sin que su mamá la tenga que estar apurando. Ya tiene su mochila preparada desde la noche anterior.

Campera en mano, parten los dos al club.

***

No hay padre que llegue sin sus hijos. Él solo tiene nenas, pero la mayor lo sigue a sol y a sombra. Fútbol, paddle, racket, cafecito en el Plaza; cualquier plan le cierra a la perfección.

Corriendo se baja del Sierra gris y se mete al campo de juego para aprovechar al máximo la previa, antes de que el árbitro saque carpiendo a todos los menores. Allí se encuentra con los chicos de siempre, sus amigos de los domingos a la mañana, esos de los que poco se acordará cuando sea grande.

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"Se mete al campo de juego para aprovechar al máximo la previa, antes de que el árbitro saque carpiendo a todos los menores...".

"Se mete al campo de juego para aprovechar al máximo la previa, antes de que el árbitro saque carpiendo a todos los menores...".

Él aguarda detrás de la tela y hace bromas con el resto del equipo mientras se vendan.

Ya está listo para romperla en el campo, no sin antes pelotear un rato con los más chicos, que lo esperan en el arco que da al este. Juegan al 25 y no les da tregua, como siempre.

El árbitro pita su silbato. Es hora de jugar. Niños afuera, veteranos al césped... bueno... césped, lo que se dice césped, no tanto.

Para ella, no hay momento mejor que este. Pegada al alambrado, admira a su jugador favorito, ese que se arremanga los cortos, que usa triple media, venda y la camiseta por dentro. Ese que se destaca por sus chuecas, su garra, su velocidad por la banda y los bigotes. Su papá.

***

Han pasado más de 20 años de aquellas gloriosas mañanas de fútbol.

Hoy, él ya no pisa las canchas, pero desde el cielo, con los ojos achinados y una sonrisa de orgullo, mira cómo su nieto lleva en la sangre aquella pasión que un día fue suya.

Ella, con un par de canas incipientes, sigue parándose detrás de la tela cada domingo.

*Ficción con un toque de realidad. Realidad con un toque de ficción.

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