No es necesario tener la dirección exacta: el olor inmundo que se siente desde dos cuadras de distancia, guía a cualquiera hasta la estación elevadora de líquidos cloacales de Palmira. Si es día lluvioso, es mejor no intentar acercarse porque los conductos de la planta liberarán miles de litros de aguas servidas a la calle. Todavía ahora, a pleno sol, hay vestigios de la última vez que se rebalsó, hace no más de 15 días. Sin eufemismos, es un río de caca que corre por las acequias y la calle. Ahora todavía las acequias tienen 15 centímetros de agua negra e inmunda.
Y esto no es un problema del presente. Lleva más de 10 años, siempre igual. Tanto que los vecinos iniciaron una demanda en la justicia civil en contra de Agua y Saneamiento Mendoza (Aysam). Desde la empresa aseguraron que están trabajando para solucionar el problema.
“Mis hijos tienen vergüenza y no invitan a sus amiguitos a mi casa”, dice Paola, una de las vecinas. Después el resto de los vecinos de esta parte de la ciudad de Palmira repite lo mismo. Nadie recibe visitas desde hace años y cada uno tiene algún problema de salud generado por los vahos. Alergias, ojos enrojecidos, asma, sarpullidos.
Los que se quieren ir de ese lugar, cuyo centro es la planta ubicada sobre la calle Obreros Ferroviarios a metros del cruce con Gumersindo Godoy, no pueden hacerlo. “Las propiedades se han desvalorizado enormemente y nadie quiere comprar acá”, cuentan.
Cada vez que personal de Aysam llega a la planta “se bajan de la camioneta y se colocan máscaras. Nosotros vivimos aquí permanentemente y respiramos esto”, dicen.
Estas vecinas que ahora se reúnen en la calle para contar la situación, son las mismas y repiten lo que ya le dijeron a este diario el 20 de marzo de 2014, cuando en una nota se reflejó la misma problemática.
En aquel entonces se presentó Sergio Picotto, en ese momento subgerente del Interior de Aysam y hoy todavía dentro de la empresa, y sostuvo que “hoy (20/3/2014) está ingresando una suma importante, un préstamo de $400 millones, que nos van a servir para cubrir todas estas falencias”. Por las condiciones actuales nada de esos $400 millones llegó a esta planta, o bien, lo que llegó fue desperdiciado.
Ese día Picotto dijo que “acá vienen los efluentes de todo Palmira. Las cloacas trabajan por desnivel y aquí hay una gran cámara en la que cae todo el líquido y una bomba lo levanta hacia otra cañería que lo conduce hasta la planta depuradora. Es sistema está diseñado así y es imposible de modificar” y acotó que “lo que podemos hacer ahora es realizar mejoras, cambiar algunas tapas, elevar el caño de ventilación y colocar un inhibidor de olor”. Lo cierto es que en la planta ahora asoma un caño de PVC, atado a un poste y las tapas de la planta están tapadas con un nailon.
Alejandro Pérez, delegado municipal de Palmira, se sumó al reclamo vecinal y dijo que las constantes comunicaciones que mantiene con Aysam, “nunca han dado resultado” y dijo que no hay justificación para no resolver la situación. “No hay problema que no tenga solución, y muchísimo menos si es un problema de ingeniería”, sentenció.
Richard Battagion, titular de Aysam, al ser consultado por este medio, dijo que "hay varios factores" por los que ocurre esto, y enumeró que "hay un problema original de diseño, que no es adecuado y muy difícil de resolver. Luego hay un problema de desarrollo, que está poniendo al límite la capacidad de la colectora. Un tercer problema es que Palmira es un lugar que se caracteriza por propiedades con desagües pluviales conectados a cloacas. Un cuarto factor es el vandalismo, porque el sistema de tapas y cierres de la planta no duran absolutamente nada".
Agregó que "es un problema complejo" y dijo que una de las soluciones es cambiar una colectora de más de tres kilómetros, que hoy tiene un diámetro de 400 (centímetros) y que hay que llevarlo a 600". Al respecto acotó que "es un proyecto que ya mismo voy a requerir que lo ejecutemos. Lo vamos a presupuestar de inmediato y ver de conseguir esos fondos".
También agregó que "otra acción que vamos también a presupuestar, es hacer un cierre más alto de la planta, poner tapas herméticas y elevar la ventilación" y se comprometió a "ensayar estas dos alternativas para poder darle una solución a esta gente".
Los vecinos, molestos porque en 10 años no se ha dado solución al problema y especialmente porque se han sentido maltratados en Aysam debido a la insistencia de sus reclamos, iniciaron ahora una demanda civil contra la empresa. Además están pidiendo que la Secretaría de Ambiente de la provincia a constate la situación.
El delegado municipal indicó que se está construyendo una acequia madre hacia el norte y hacia el río, para que se conduzca por allí el agua de lluvia, “pero apenas esté concluida y si esto no se resuelve, por allí irá toda el agua servida que se desborda de esta planta y corremos el riesgo de contaminar otros barrios”.
Durante el día, a cualquier hora, el vaho es inaguantable, pero a la noche se potencia ya que baja la temperatura, disminuye la presión y los vapores se concentran. En esa zona se torna absolutamente insoportable.
La planta fue construida hace unos 20 años. Había allí personal permanente que se encargaba de su mantenimiento y no producía ningún perjuicio. “pero después comenzaron a venir sólo cada tanto y comenzaron los problemas”, dicen quienes viven en la zona. Justamente los vecinos no reclaman su erradicación, sino un mantenimiento constante y, si fuera necesario, realizar las obras de reparación y mejoramiento que se requieran para su óptimo funcionamiento.
Para completar el cuadro, los escurrimientos constantes de aguas servidas han transformado a la zona en una especie de pantano y el terreno ahora es blando. Esto ha producido verdaderos socavones en la calle, daños profundos en el pavimento y rajaduras en las casas.
Ese lugar de Palmira es un barrio laborioso, de aspecto sencillo pero agradable. Sería un buen lugar para vivir, pero en estas condiciones es un espanto.