Tratamientos, terapias y esfuerzo, pero rendirse jamás
Durante los primeros meses de vida estuvo internada, y más tarde comenzaron los años de tratamientos, terapias y rehabilitaciones que marcaron su infancia. “Estuve en tratamientos hasta los 15 años. Iba a dos o tres institutos por día. En un momento me rebelé porque sentía que era demasiado: estudiar, hacer terapias, todo junto”, confiesa.
A pesar de todo, Daiana cursó la primaria y secundaria en escuelas comunes, con apoyo de profesores y la compañía incondicional de su madre. Pero el camino no fue fácil. “Sufrí mucho bullying, tanto en la primaria como en la secundaria. Llegué a pensar en cambiarme de escuela, pero me gustaba mucho y decidí enfrentar el bullying día a día”, cuenta.
Aun en medio de esas dificultades, se destacó: fue primera escolta suplente en una escuela técnica agraria. “Me encantaba esa escuela, me gustaba la parte técnica, los animales. Por eso siempre soñé con estudiar veterinaria”, dice. Sin embargo, la falta de recursos y las limitaciones físicas la llevaron por otro camino.
“Mi mamá no podía pagarme esa carrera, y yo tampoco tenía la destreza física para seguirla. Entonces entré al preuniversitario de Derecho, aunque no muy convencida”, reconoce. Pero el destino tenía otros planes.
Un sueño con causa y la parálisis cerebral que no la define
Durante el cursado conoció a un grupo de abogadas de Bahía Blanca que trabajaban en derecho animal. “Ahí me di cuenta de que podía unir mis dos pasiones: los animales y la justicia. Me contacté con ellas y eso me ayudó a decidirme a seguir la carrera”, explica.
Con el tiempo, aprendió a disfrutar el estudio del Derecho. “Hoy, de más adulta, ya me van gustando ciertas materias relacionadas con la carrera. Me costó, pero lo logré. Y me faltan solo cinco materias para recibirme”, dice con orgullo.
Sin embargo, el camino académico ha sido desafiante. Daiana tiene diagnosticado, además, un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y una leve deficiencia cognitiva que le dificulta la retención de información. “Me cuesta mucho comprender algunos textos o exámenes. Necesito más tiempo para estudiar y entender. Por ejemplo, en un examen reciente de Derecho Internacional Privado teníamos 30 preguntas en 30 minutos. Por más que tuve la ayuda de una tutora que me asiste con la computadora, no pude terminarlo”, cuenta.
“Son esas cosas las que me tocan enfrentar. No es que no puedo —aclara—, puedo, pero de una forma diferente. Para eso necesito que el entorno cambie también, que haya comprensión.”
Vivir sola y seguir adelante a pesar de la adversidad
Tras la muerte de su madre, Daiana tuvo que aprender a valerse por sí misma. Vive sola en Mendoza y organiza su vida entre los estudios, las responsabilidades domésticas y sus tratamientos médicos. “Vivir sola ha sido un gran desafío. Me cuesta mucho organizar todo, sobre todo para que los tiempos de estudio sean los adecuados”, confiesa.
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"La muerte de mi mamá fue un enorme desafío en mi vida. Es difícil seguir sola", explicó Daiana.
Su condición afecta principalmente el lado derecho del cuerpo. “Es como tener dos cuerpos en uno: uno que responde y otro que no tanto. Tengo afectada la mano y el pie derecho, me cuesta controlarlos”, explica.
Aun así, no se rinde. “He aprendido a adaptarme. A veces me lleva más tiempo que a otros, pero llego. Si algo me enseñó la vida es que se puede, aunque sea de otra manera.”
Romper prejuicios y abrir caminos
Daiana sabe que uno de los mayores desafíos vendrá cuando intente insertarse laboralmente. “Me gustaría encontrar un estudio jurídico donde me enseñen la práctica. Pero es difícil, porque no tengo conocidos en ese ambiente. Por eso me parece importante abrir conciencia en la sociedad: existimos personas con discapacidad que también queremos y podemos trabajar”, afirma.
Con su historia, busca inspirar a otros y generar empatía. “Estaría bueno que la sociedad entienda que no somos menos, solo necesitamos que nos den oportunidades. No pedimos lástima, pedimos igualdad”, reflexiona.
Un mensaje en el Día Mundial de la Parálisis Cerebral
El 6 de octubre se celebra el Día Mundial de la Parálisis Cerebral, una jornada destinada a visibilizar, sensibilizar y promover los derechos de las personas con esta condición, así como el esfuerzo de sus familias y cuidadores. La fecha fue instaurada en 2012 por la organización World Cerebral Palsy Alliance y busca generar conciencia global sobre los desafíos que enfrentan millones de personas en el mundo.
La parálisis cerebral no es una enfermedad, sino un conjunto de trastornos del movimiento, la postura y la coordinación causados por una lesión en el cerebro en desarrollo, generalmente antes, durante o poco después del nacimiento.
Daiana lo sabe bien, y su historia es un ejemplo de lucha y perseverancia. “Yo no elegí esto, pero sí elegí cómo vivirlo. Y decidí vivirlo con fuerza, con coraje y con esperanza”, dice con firmeza.
Su mensaje para este 6 de octubre es claro: “Que no bajen los brazos. Que sigan adelante. Que no se comparen con nadie. Cada uno tiene su propio ritmo y su propia manera de lograr las cosas. A veces no es como soñamos, pero igual se puede”.
Y agrega: “A mí me dijeron que no iba a caminar, que no iba a hablar, que no iba a poder estudiar. Pero acá estoy, a cinco materias de recibirme de abogada. Y lo logré porque mi mamá me enseñó a no rendirme nunca”.