"Fue un año muy especial", dice Fortunato que, como todo docente de arte, se topó con un desafío impensado: que el arte, esa herramienta motivadora y liberadora, les siguiera llegando a esos chicos que "no eligieron jugar en un campito, sino que eligieron la batería" como distracción, divertimento, placer, pasión.
El inicio del ciclo de enseñanza de 2020 fue casi en el mismo momento que se dictó el decreto de aislamiento social y obligatorio en la Argentina. Todos quedamos encerrados y, a partir de allí, la cuarentena condicionó todo. Pero los alumnos de Fortunato "tenían desesperación por tocar, por la relación que los niños crean con el instrumento y la música". Además "los padres también necesitaban que sus hijos hicieran algo". Inclusive recuerda que "algunos chicos querían seguir viniendo a mi casa, donde normalmente doy las clases, pero no se podía hacer eso".
Entonces, Marcelo intentó usar lo que se podía. "Empecé tratando de dar las clases a través de videos Whatsapp, pero no me daba resultado. Los chicos necesitan una atención más próxima, correcciones directas del profe. Trabajar on line se hace difícil, al menos a mi".
Fue así que "finalmente perdimos casi medio año. Recién pude hacer algo hacia el mes de junio, cuando volví a ser un profesor a domicilio". Los chicos que desesperaban por volver a tener contacto con la música y que sus padres aceptaron la mecánica, comenzaron a recibir a su profesor en sus casas. De a uno, personalizadas. Todo un acuerdo de pasiones y vocación entre alumno y profe. Quizás la única forma de reaccionar contra el gris de los días de peste.
Fue un paliativo. "No todos pudieron tomar clases. Yo fui a las casas de los chicos que tenían instrumento y continuamos las clases así. Pero un montón chicos no tenían y algunas familias eligieron esperar al año próximo", cuenta Marcelo.
Pero el año concluyó y Marcelo Fortunato y sus alumnos pudieron hacer la tradicional muestra de año, que ya va por la 8va edición. Se grabó individualmente el 21 de noviembre, se difundió el 4 y aún se puede ver y escuchar en Internet.
"Participaron 13 alumnos, exactamente la mitad" de los que tenía antes de que comenzara la pandemia. "Cuantitativamente se puede decir que no fue un buen final, pero cualitativamente si. Los chicos hicieron una muestra fantástica y los pude unir a todos, por mas que estuvieran en distintos niveles", dice Marcelo, que cuenta que "para mi es importantísimo que todos toquen la misma canción, entonces tuvimos que hacer algo orquestado para que todos pudieran hacerlo".
Fue una canción sanmartiniana, que todos disfrutaron y que está disponible para ver y escuchar aquí:
Para el año próximo, por ahora todo es incertidumbre, pero Marcelo tiene claro algo: "Me gustarían que todos mis alumnos volvieran pero, más allá si es conmigo o con otro profe, deseo que se mantengan en el mundo de la música".
-Un artista necesita ver a su público, ver su reacción. ¿Cómo te has sentido vos con esto de solo poder utilizar las redes, sin ver a la gente?
-Es muy raro cuando el receptor no se puede ver. A mi me parece muy raro. Quizás los mas jóvenes están acostumbrados. Yo hice una la clínica así y no veía a quienes se las daba, no los escuchaba... A mi esta manera no me satisface.
Marcelo sostiene que con las herramientas de Internet "a mi edad me siento incómodo. Yo necesito un feed back, contacto directo. Para dar clases me pasó lo mismo. Cuando intenté darlas por Internet me sentía más un conductor de televisión que un profesor. Quizás a gente grande se le puede dar alguna especialización, yo mismo he tomado alguna clínica así, pero a los chicos hay que hablarles directo, a la persona. El contacto es importantísimo. Hay que estar al lado de la mano, del pie, de la lectura... Evidentemente lo mío no son las redes, pero trabajar con niños si".
Marcelo no sabe cómo será el año próximo. Nadie lo sabe. Tiene claro que seguirá con su batería, con la música y con sus alumnos. De alguna forma. De la manera que se pueda. "Con el amor, el de siempre", dice.