Cuando uno cree que nuestra sociedad ha evolucionado en cuanto a la no discriminación y a hacernos más solidarios, un servidor público -un chofer de micros- demostró que algunos tienen el reloj atrasado o detenido en la Edad Media. Carolina Sarmiento (28) vivió en el martes a la siesta una situación insospechada, cuando subió a un micro de la línea 464, interno 37, y fue maltratada junto a sus dos hijas, por querer subir una silla de ruedas de la más pequeña, discapacitada.
Lena Morales (4), hija de Carolina, sufre Mielomeningocele con malformación de Arnold Chiari, debido a que nació con espina bífida. No tiene movilidad ni sensibilidad en los miembros inferiores ni intestinos. También padece hidrocefalia, y ya ha sido sometida a siete neurocirugías en sus cuatro años. “No es una patología simple, es una discapacidad muy amplia", explicó Carolina, su mamá.
"Un momento horrible"
Carolina intentó llevar desde Luján a su hija Lena a rehabilitación ya que tenía turno en el hospital Lencinas (calle Talcahuano, de Godoy Cruz), -va de lunes a jueves-, pero nunca imaginó que al llevar la silla de ruedas de la pequeña, iba a vivir una horrible historia gracias al conductor de una unidad de transporte público.
"En la plaza de Godoy Cruz dejé a las dos nenas (también iba su hija Valentina, de 9 años) en el asiento de adelante, y yo me fui a la puerta de atrás para subir con la silla, que no es plegable, ya que es especial, por la patología que ella sufre, y el chofer no me quería abrir. Me decía que me tomara un micro con rampa. Todos los otros pasajeros le exigieron que abriera, y cuando subí se la pasó tratándome mal", contó Carolina.
La mamá de Lena comentó que en los dos años que lleva a la nena a terapia, apenas "una o dos veces" vio a un micro con rampa.