Historias de vida

"Chechu" Chade, la tatuadora mendocina que transforma cicatrices en arte y esperanza

Con una historia atravesada por el cáncer de mama, además de tatuajes artísticos realiza reconstrucciones mamarias y coberturas de cicatrices sin cobrar honorarios

A Cecilia Chade le gusta que le digan “Chechu”. Es mendocina de San Martín pero hace 15 años que vive en San Juan, donde fue estudiar diseño, construyó su vida, su hogar y su nombre como tatuadora. “Hace 5 años me dedico solamente a tatuar ”, cuenta.

Su arte no se limita a los tatuajes tradicionales. Chechu se especializa en tatuajes artísticos, donde cada diseño nace desde cero, pensado para la persona que lo llevará en su piel. “A diferencia de solamente hacer tatuajes, el tatuaje artístico se lo denomina por ahí a la creación del diseño desde cero y desde los conceptos que pueda traer la persona. No como una suerte de catálogo, sino diseñarlo a medida de la persona”, explica. Esa atención personalizada, esa búsqueda de sentido detrás de cada trazo, es lo que distingue su trabajo. Su instragram: @chechuchade.

cecilia chade onco
Reconstrucciones y tatuajes en cicatrices tras el cáncer mamario. Cecilia demuestra su veta solidaria.

Reconstrucciones y tatuajes en cicatrices tras el cáncer mamario. Cecilia demuestra su veta solidaria.

Pero hay algo más profundo que la hace especial. Chechu tiene una veta solidaria que se refleja en una práctica que emociona: cuando una paciente ha atravesado un tratamiento oncológico y quiere disimular una cicatriz, o busca reconstruir una parte de su cuerpo afectada por una cirugía, ella no cobra sus honorarios.

“En caso de personas que han estado bajo tratamiento oncológico, yo lo único que cobro son los materiales. También, en algunos casos, hago reconstrucciones de aureolas mamarias, en casos de reducciones de seno o de operaciones que tienen que ver más con lo estético. En esos casos sí cobro la totalidad del procedimiento. Pero en el caso de pacientes oncológicas solamente cobro los materiales porque no recibo ninguna ayuda del Estado, de alguna manera es el aporte que puedo y deseo hacer”, cuenta.

Un gesto solidario que nació a partir de una paciente oncológica

Su gesto solidario nació casi por casualidad, pero hoy es parte esencial de su identidad como artista y como persona. “La reconstrucción mamaria llegó en realidad por una clienta que me pidió que tatuara su pezón en forma de corazón. Ella ya lo tenía, pero quería convertirlo en un corazón. Entonces empecé a indagar un poco en los colores de la piel, empecé a practicar las texturas, y de a poco todo se fue dando. Cuando la primera paciente oncológica me escribió y me consultó si me animaba a hacer ese trabajo, ya me sentía con la práctica suficiente como para hacerlo. Y la verdad que salió muy bien”, recuerda.

Cecilia Chade

"El tatuaje artístico es diseñar desde cero y ese es el desafío", señala Cecilia Chade.

Detrás de esa experiencia también hay una historia personal. “A mí me toca de cerca, ya que mi mamá falleció de cáncer de mama, entonces roza mis fibras sensibles también”, confiesa. Esa herida íntima se transformó en motor: el arte como herramienta de sanación y acompañamiento.

Las sesiones con sus clientas son mucho más que un procedimiento estético. Son encuentros humanos cargados de emoción, de historias y de resiliencia. “Cada una representa un desafío, ya sea una reconstrucción mamaria o una cobertura de una cicatriz, porque en realidad es mucho lo que representa. A nivel emocional, es una situación en la que cada persona que llega y me pide asesoramiento en esto, incluso si se tatúa o no, llegamos a conectar emocionalmente de una manera muy bonita. Cada persona es diferente, ese es el desafío: poder acompañar y tener las herramientas para poder ayudarla”.

"Todas las clientas me dejan una moraleja después de tatuarlas"

Chechu se emociona al recordar a sus clientas. “Se van emocionadas, se van contentas. Muy contentas. Vienen sus familiares a acompañarlas y en general todas me dejan una moraleja. La primera chica que tatué me dijo que necesitaba terminar de cerrar esa historia y poder verse completa. Más allá de que su pezón no estaba, ella lo podría haber suplantado por otro tipo de tatuajes artísticos, una flor, un ave, pero eligió hacerse su pezón porque necesitaba terminar de completar esa idea de su cuerpo que por esta enfermedad se le había arrebatado”, evoca.

tatuaje sapo

"Me encanta cuando el trabajo queda impecable y cumple las expectativas", señala la artista y tatuadora.

“Esas cosas a mí me hacen muy bien y me hacen también querer seguir con esto, porque no solamente puedo ayudar aunque sea un poquito a alguien que está pasando por esa situación, sino que a mí me sana muchísimo en lo personal. Realmente es un granito muy chiquito de arena, pero que siento que puede ayudar un poco a la autoestima y al terminar de comprender que eso ya pasó”, reflexiona.

Su estudio, luminoso y tranquilo, es un refugio donde el arte se mezcla con la empatía. Cada tatuaje se convierte en un ritual íntimo, un cierre simbólico, una forma de volver a mirarse al espejo con amor propio.

"Nos reunimos con emprendedores para ayudar a pacientes oncológicos"

Chechu no está sola en este camino. Actualmente participa junto a otros emprendedores y organizaciones del sector público y privado en un grupo que coordina el Ministerio de Desarrollo Humano y Familia de San Juan.

tatuaje ceci chade

"Me encanta que me elijan para ser parte de un cambio", expresa Cecilia Chade.

“Nos reunimos y convocamos a personas que, por ahí, desde nuestra actividad, podamos acercarnos a generar una ayuda a los pacientes oncológicos. Y sobre todo en el mes de octubre, que es el mes de la concientización del cáncer de mama, nos movemos por hospitales, ferias y vamos mostrando un poco las posibilidades que tienen dentro de lo complicado que es esa enfermedad. Que puedan acceder a ciertas cosas que mitiguen un poco esa sensación”, describe.

Esa participación la motiva y le da sentido a su tarea. “A nivel solidario, actualmente lo que hago: a mis clientas que han pasado por un diagnóstico oncológico solamente les cobro los materiales del trabajo. No así en cuestiones más estéticas, en personas que por ahí solamente se han hecho reducciones o algo que haya tenido que ver con cirugías no relacionadas con la enfermedad”, dice.

tatuaje mujer dos

"Muchos clientes vienen con una idea y hay que cumplir. A pacientes oncológicas que desean tapar cicatrices solo les cobro materiales", aclara.

A lo largo de su trayectoria, Chechu se fue “amigando con las paletas de colores”, explorando texturas, tonos y técnicas que la llevaron a perfeccionar un estilo propio. Su arte es color, piel, vida y contención. Detrás de cada tatuaje hay una historia, un proceso, un renacer.

Cecilia “Chechu” Chade no solo tatúa cuerpos: ella siente que muchas veces repara el alma. Desde su rincón en San Juan, con agujas, pigmentos y una infinita sensibilidad, transforma las cicatrices en símbolos de fortaleza y belleza. Y aunque insiste en que lo suyo es apenas “un granito de arena”, ese pequeño gesto brilla como una obra de arte: humana, profunda y sanadora.

"Todas las cicatrices cuentan una historia y tatuarse tiene un significado"

“A veces me pregunto si realmente es tanto el aporte que hago al poder ayudar a cubrir las marcas que dejan ciertos procesos. Y, aunque no sé si es mucho, para mí lo es todo. A mí, como persona, me hace muy bien poder colaborar desde ese lugar, porque siento que todos llevamos marcas. Marcas que nos construyen. Algunas se ven, otras no. Están las físicas, las psicológicas, las emocionales… todas cuentan una historia”, expresa.

Por eso, dice que poder acompañar a alguien a que las marcas que lleva en el cuerpo sean una decisión propia, algo elegido, la conmueve profundamente. “Me hace sentir orgullosa de que me elijan para ser parte de ese cambio, de esa gran decisión de plasmar algo en la piel que comunique. Porque, al final, eso es lo que más me atrae del tatuaje: su poder de contar, de expresar, de resignificar”.

ceci chade tatuaje
Cecilia estudió diseño gráfico en San Juan y allí se instaló.

Cecilia estudió diseño gráfico en San Juan y allí se instaló.

Para Chechu, una cicatriz también comunica. “Si ves a una mujer sin un pecho, o con una cicatriz grande —de esas que dejan las cirugías oncológicas—, ahí hay un mensaje. Esa marca está contando una historia de lucha, de valentía, de resistencia, de no rendirse”.

“Y cuando esa persona decide resignificarla, cubrirla o transformarla en una obra, siento que ocurre algo muy poderoso. No sé si eso que hago es exactamente una tarea solidaria hacia ellas, o si en realidad es el lugar en el que me permiten estar lo que termina sanándome a mí”, diferencia.

“Entonces, cuando me encuentro con mujeres —y también hombres— que han pasado por esos procesos, y que deciden volver a mirarse con amor, a apostar por sí mismos, a darle un nuevo significado a lo que antes dolía… yo siento que tengo más para agradecerles que para enseñarles”.

Por eso, señala, “más que hablar de lo que yo doy, prefiero pensar en lo que recibo: confianza, fuerza, fe en la vida, inspiración”.

“Porque, al final, tatuar no es solo dibujar sobre la piel: es acompañar un proceso, abrazar una historia y ayudar a que esa historia se vea como la persona quiera verla”, concluye.