Descubrimiento de un mundo bien preservado
Las investigaciones posteriores en la zona permitieron encontrar un conjunto extraordinario de restos fósiles. Los científicos identificaron huellas de reptiles, anfibios, insectos y artrópodos que formaban verdaderos senderos. La preservación alcanzó niveles sorprendentes: quedaron marcadas las garras de los animales e incluso las improntas de sus vientres.
Los expertos encontraron estas evidencias desde el fondo de los valles hasta alturas de 3.000 metros. "En aquella época los dinosaurios todavía no existían, pero los animales responsables de las huellas más grandes debían tener un tamaño considerable", explicó Cristiano Dal Sasso, paleontólogo de vertebrados del Museo de Historia Natural de Milán.
La preservación de este antiguo ecosistema se debe a las condiciones particulares del ambiente donde se formaron los fósiles. Ausonio Ronchi, paleontólogo de la Universidad de Pavía, explicó: "Las huellas se hicieron cuando estas areniscas y pizarras eran arena y barro empapados en agua en los márgenes de ríos y lagos, que según las estaciones se secaban periódicamente".
Por qué duró tanto
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En medio de las montañas se ocultaba un ecosistema perdido.
El calor del verano endureció estas superficies y cuando el agua regresó, en lugar de borrar las marcas, las cubrió con una nueva capa de arcilla que actuó como protección. Los investigadores identificaron al menos cinco especies diferentes de animales, algunos con tamaños similares a los dragones de Komodo actuales, alcanzando entre dos y tres metros de largo.
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La ironía del descubrimiento radica en que estos restos fósiles permanecieron ocultos hasta que el cambio climático actual comenzó a derretir el hielo y la nieve que los cubría. Los científicos señalan que este ecosistema del pasado vivió un período de calentamiento global similar al actual, convirtiendo al descubrimiento en una advertencia sobre nuestro presente.