El argumento se inspira, de alguna manera, en el sonado caso de la Manada que conmocionó a España en 2016.
Araújo Gámir, licenciada en Filología Inglesa, ha trabajado en ediciones de doblaje para los canales Historia, National Geographic, Discovery Channel, BBC y Telemadrid. Es española, pero esas tareas le han llevado a vivir, a partir de 2011 en Frankfurt, Alemania, desde donde habla con el programa La Conversación de Radio Nihuil.
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Portada de "Mira a esa chica".
-¿Cómo es que llegaste a Frankfurt, Cristina?
-En España yo trabajaba en el doblaje de documentales. Me encantaba. Pasa que el sueldo no era muy bueno, las perspectivas tampoco. Yo tenía una carrera de Letras, entonces estaba un poco preocupada, la verdad.
-¿Por qué?
-Lo que pasa que, en el tema laboral, no estaba muy bien allá. Y tuve una oportunidad aquí en Alemania, en otra empresa, y me vine con la idea de estar un año.
-¿Y qué pasó que te quedaste?
-Pues que un trabajo llevó a otro. Luego también conocí a mi pareja. Vamos, yo sigo aquí, pero con unas ganas locas de volverme a España (ríe).
-¿Qué extrañás de tu país?
-El ritmo. O sea, puedo decir un millón de cosas. Puedo decir la comida, la tortilla de patata, mi familia, por supuesto, mis amigos. Pero si tengo que decir una cosa que marca una diferencia muy grande, es el ritmo de vida.
-¿En qué se traduce eso del ritmo?
-En España, que se alargue el día dos horas extra. Por ejemplo, aquí cenas a las 7 y yo, a las 7.30, ya estoy en mi casa, con el pijama, casi haciendo la digestión. Y me digo: ¡pero si a las 7.30 en España todavía me queda día y no sé lo que voy a hacer con él! Eso lo llevo aquí de manera muy regular, así que es lo que más más me pesa.
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Cristina con uno de sus tantos galardones.
-Respecto de tu libro premiado, Mira a esa chica, el tema no llama tanto la atención pues hoy se escribe mucho sobre cuestiones de género, abuso sexual, etcétera, sino por el tratamiento, la profundidad, la mirada 360 sobre algo tan complejo. Eso es un gran acierto tuyo. Además de tus dotes de narradora, claro.
-Gracias. Me alegro que hayas hecho ese comentario porque a mí me pasa igual. Y hay gente a la que le da un poco para atrás el tema, justo por lo que has dicho. Es un tema del que se habla tanto que parece que está de moda, que es oportunista incluso escribir sobre ello, sobre todo en España cuando se lo relaciona mucho con un caso que ocurrió allí.
-¿Cómo te afectó esto al principio?
-Hubo un mes de diferencia entre el momento en el que se dio el premio y cuando se publicó el libro. Como se hablaba de que era una violación grupal, con esto del #MeToo y de estas cosas del feminismo, yo me decía: ahora todo el mundo va a pensar que soy una oportunista, habiendo escrito incluso de una manera morbosa.
-¿Y qué les respondés a quienes piensan de esa manera?
-Le digo a la gente que el tema no es eso ni está tan dirigido a que es una violación.
-¿Qué es, entonces, según vos?
-Para mí es la hondura psicológica, es el tratamiento de la situación de los adolescentes, de este mundo en el que viven, tan reducido, de personajes que todavía están muy en construcción porque son muy jóvenes y a lo mejor toman decisiones de las que luego, pues, de mayores, no están tan orgullosos, como nos ha pasado a todos, ¿no?
-Pero no se agota en la cuestión adolescente. Al contrario.
-Todo esto es en lo que yo quería profundizar. También en lo que es el después de sufrir un trauma. No en el trauma en sí, en el acto en de la violencia de una violación, sino, fundamentalmente, en todo el día a día, en cómo se inmiscuyen tus rutinas, porque yo lo que pensaba mucho era cómo la cabeza no se queda quieta, no te deja seguir adelante. Pero, luego, por otro lado, esta chica tiene un seguimiento médico. Eso era algo que yo jamás me había planteado.
-El abuso grupal es el núcleo de la trama, pero la riqueza del relato consiste en ir siguiendo cómo se llega a esa situación, desde las inseguridades adolescentes, el bullying, etcétera. Y luego del hecho en sí, la problemática se vuelve coral, involucrando a la madre, la familia, la sociedad, los medios…
-Sí. Lo hice así porque a mí me parecía mucho más enriquecedor para el libro. Al principio, cuando lo empecé a escribir, no sabía cómo iba a ser. Sabía que quería contar el después de un trauma. Sobre todo, me surgió por un reportaje que leí sobre unas pruebas médicas.
-¿Qué te sucedió con eso?
-Me impactó mucho porque nunca me había imaginado esa situación en el hospital de una víctima de violación. Entonces, por eso mismo, yo quería meterme en la cabeza de la protagonista.
-Un punto de vista que se fue abriendo bastante más.
-Era mucho más enriquecedor si empezaba a meterme en la cabeza también de todos los demás, incluyendo a los agresores. Eso también lo hacía no profundizando tanto.
-¿De qué manera?
-A través de las conversaciones de whatsapp o de transcripciones del juicio, cosas así que me permitían poner lo que ellos habían planificado un poco, pero sin tener que desarrollarlo demasiado. O sea, me permitían no involucrarme tanto, pero sí dejar muy claro cómo había sido la evolución de lo que ellos habían pensado.
-¿Por qué?
-Porque tampoco era lo que me apetecía hacer en el caso de estos personajes. Sobre todo, lo que sí me interesaba muchísimo era la gente que está a su alrededor, que son de su edad, porque yo tengo muchas ganas de escribir un libro también sobre adolescentes.
-¿Por qué los adolescentes?
-Es una edad que me llama mucho la atención por la intensidad de todo. Una edad que sé que es muy complicada, pero que también tiene cosas muy bonitas.
-¿Cuál fue tu intención, en definitiva?
-Lo que yo quiero hacer con este libro y con los demás, es proporcionar a los lectores una especie de alivio o de sentirse comprendidos porque, a los personajes de alrededor de Miriam les pasan muchas cosas por la cabeza: pensamientos injustos, pensamientos que son prejuicios o los cuchicheos típicos. Pero, claro, son cosas que en el fondo nos pasan a todos. Lo que te pasa por la cabeza no lo puedes controlar muchas veces.
-¿Entonces?
-Entonces, tú estás ahí, ves algo, piensas algo y dices: “¡Ay, Dios! ¡Como dije esto en voz alta! Si alguien supiera que he pensado esto, madre mía, van a pensar que soy una psicópata”.
-Y no (risas).
-En realidad, lo que piensas a veces tampoco te convierte en una mala persona. Lo que importa es cómo actúas y lo tú qué haces luego con esos pensamientos: si los conviertes en acciones, si tú mismo eres capaz de discernir porqué te han pasado por la cabeza, si es por inseguridad, si es por el contexto, etcétera. Entonces todo eso era lo que yo quería explorar y necesitaba las cabezas de todos.
-No hay ni buenos ni malos en la historia. Y llama mucho la atención, entre otros asuntos, la crueldad de las mujeres con las propias mujeres. Miriam una chica que se siente gordita y poco agraciada, con baja autoestima. Se lo hacen sentir varias de sus compañeras en el colegio e, incluso, después de la violación.
-Ya. Es un poco en las dos direcciones. Por ejemplo, me da un poco de miedo el personaje de Miriam porque no sabía si la gente lo iba a comprender.
-¿Por qué?
-Porque, como has dicho tú, no hay buenos ni malos, pero es que también Miriam es muy imperfecta. Y ella, debido a ese bullying que sufre, se crea una coraza con la que rechaza mucho a las chicas también. Incluso tiene muchos prejuicios hacia ellas, hacia su mejor amiga. Las juzga muy duro cuando, en ciertas actitudes, ella piensa que deberían haber actuado de otra manera.
-Sí. Es un continuo idea y vuelta.
-Claro. Por otro lado, pues, están las otras chicas, que se han portado mal de antemano, que habían hecho este bullying, que le han reforzado sus complejos, poniéndole motes y cosas así.
-¿Cómo delineaste a Miriam, a partir de esta perspectiva?
-Yo necesitaba que Miriam fuese de esta manera, un poco tan imperfecta y tan, a veces, un poco retorcida, porque quería esa evolución del personaje. Como que ella, poco a poco, se diese cuenta de que no va a recibir siempre lo mismo de todo el mundo y a todas las edades y en todos los contextos.
-Esas vueltas en el camino es, como decíamos antes, lo que enriquecen la historia y el punto de vista.
-Yo quería esa evolución de que ella viese dónde está realmente la honestidad, que el apoyo de verdad existe y, sobre todo, que hay un mundo muchísimo más grande después de la adolescencia, porque yo creo que a veces en la adolescencia es muy difícil darte cuenta y porque, ¡joder!, tu mundo es muy pequeño.
-Sí, una etapa linda, pero complicada. Hay un punto remarcable, una palabra que se repite mucho: “gorda”. Ella se siente así y se lo remarcan todo el tiempo sus compañeras. Esto queda grabado a fuego en una frase brutal que Paola, en medio de una discusión, le dice a su amiga Tallie: "El otro día leí que el mayor temor de los hombres cuando van a una cita a ciegas es que aparezca una gorda; y el de las mujeres, que las asesinen".
-Sí. Lo leí hace varios años. No me acuerdo ni dónde, si fue en una revista o en un libro. Pero es verdad.
-¿En qué etapa de tu vida te encontraste con esto?
-Yo era mucho más joven cuando lo leí. No tenía una relación formal ni nada de eso. Y si es verdad que cuando yo quedaba con chicos o conocía a chicos, era muy desconfiada. Hasta, a lo mejor, sí me decían que me llevaban a casa, no me montaba porque decía “mira, es que te he conocido hoy”. Joder, eso es una mierda, tener ese miedo.
-Se entiende, por supuesto.
-Es verdad que físicamente una mujer es más débil. La pueden coger como quieran, aunque ella sea cinturón negro si es un hombre mucho más fuerte. O sea, yo me preocuparía en una primera cita con alguien que no conozco.
-Otra cosa que pone en foco tu novela son las relaciones virtuales y, puntualmente, deja en claro lo peligrosas y delicadas que resultan, sobre todo para los jóvenes, las aplicaciones de citas como Tinder.
-Sí, es verdad. Yo me la imagino para gente ya más adulta, cuando estás curado de espanto, por decirlo de alguna manera. Pero la gente joven es más vulnerable, mucho más idealista y más ingenua. Tienen que tener más cuidado, yo creo. Por ejemplo, en el caso de Miriam, ella tiene muchos complejos.
-Eso la hace, precisamente, más vulnerable, como decías.
-Claro, le llega un chico guapísimo. Incluso a veces le chirría porque es demasiado guapo como para haberse fijado en ella. Pero, por otro lado, tiene un poco esa ilusión: ¿y por qué no?
-Sobre el final de la novela uno descubre porqué un chico tan guapo como él elige a una chica tan poco agraciada como ella. Y la verdad también termina siendo cruel.
-Claro, porque ellos tienen esa especie de apuesta, de rito de iniciación con el chico que llega nuevo al grupo.
-Aquí es donde cambia un poco el foco de los protagonistas.
-Esa es la única parte en la que me quise meter más a desarrollar escenas con los agresores. Cuando llega este chico nuevo, Kaplan, que es realmente el motivo por el que hacen esta especie de rito de buscar a una chica que no es tan agraciada para, entre todos, hacer algo.
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"Una novela deslumbrante..." dice la descripción de Editorial Tusquets sobre "Mira a esa chica".
-Eso, justamente, le da mayor volumen al panorama.
-Hay una cosa que me llamaba mucho la atención de las violaciones grupales. Porque, claro, cuando es una persona sola la que te agrede, puedes pensar, joder, es un psicópata que me he encontrado, un exconvicto o una persona que está mal de la cabeza. Pero cuando son varios, yo siempre pensaba, ¿no hay uno solo que de repente diga: “Oigan, chicos, lo que estamos haciendo no está bien”? Que diga: “Se nos está yendo esto de las manos, esta chica no lo está pasando bien”.
-Sí, alguien, entre todos, que atine.
-Porque se supone que estos chicos son chicos normales y a veces cuando ocurren estas cosas no son precisamente delincuentes. A veces son chicos de una pandilla que no tienen antecedentes. Eso me llamaba mucho la atención; digamos, lo que le pasa a Miriam, que está en el sitio equivocado, en el momento equivocado.
-Un sitio de lectura destacó, por eso mismo, algo muy valioso de tu obra y es a esos chicos, a los agresores, y a su entorno, también les concedes voz.
-Sí, gracias. Eso, mira, me daba un poco de miedo porque, el día de la presentación del libro, hubo periodista que decían que yo quería generar empatía con los violadores.
-Una lectura demasiado grosera de tu libro.
-No es eso, justamente. Lo que yo quería era hacer un retrato completo, o sea, tocando todos los palos; un abanico de todas las personas que pueden estar alrededor de esta chica, incluso las que están en el lado malo.
-¿Te costó, en un asunto tan delicado, elegir cada elemento del producto final?
-Cuando yo empecé a plantearme cómo escribir el libro, veía tantas cosas que, me decía, no puedo dejarlas fuera.
-¿Cosas como qué, por ejemplo?
-Veía, por ejemplo, un programa de televisión con noticias muy polémicas, como el asesinato de un niño o una violación, cosas así. Y, claro, una cosa es que salga en las noticias normales, de telediario, pero luego, a veces, hacen debates, más por cuestiones de audiencia.
-¿Con un abordaje oportunista?
-Había programas sobre algunos casos de España donde veías a la gente tocándolos con mucha ligereza. Y a veces salían los abogados de los chicos que cometen la agresión y los familiares. Ahí había cosas que me impactaban mucho y pensaba: ¿cómo no voy a meter esto? Es decir, quiero que esté todo en el libro, quiero todos los puntos de vista, quiero todas las situaciones.
-Se entiende. Ver la situación en toda su heterogeneidad.
-De hecho, me leí muchos testimonios y reportajes, autobiografías de chicas que habían sufrido estas situaciones, porque quería meter todo, todo, todo lo que hubiesen tenido que enfrentar.
-Respecto de eso, tenés una visión bastante crítica de los comunicadores, en especial de los que actúan en televisión.
-Bueno, depende de quién, porque habrá gente más respetuosa que otra. Pero nada de eso fue inventado totalmente porque el programa, por ejemplo, que sale en ese capítulo, está muy basado en uno que yo vi en YouTube. En un momento el presentador dice “me está encantando el debate”. ¡Y estaban hablando de las secuelas físicas!
-Sí. Suele pasar.
-Entonces yo pensé: “Pero… ¡¿no puede decir otra frase?!”. Sobre todo, pensando en la chica que sufrió la situación y podría estar viendo el programa. O sea, me parecían cosas a veces muy duras. Y por eso quería que fuese muy amplio el abanico de escenas en este libro.
-¿Cómo hiciste para meterte en la mente de un agresor? ¿Nunca te dio asco o vergüenza el pensar cuáles son sus fundamentos?
-Hablando. Porque no conozco a nadie que haya hecho esto. Igual que tampoco he hablado con ninguna víctima. Todo ha sido documentarme mucho. La única gente con la que hablé fueron psicólogos y abogados; pero nadie que directamente haya sufrido ni provocado esto.
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-¿Cómo te documentaste, básicamente?
-En Internet, en libros, en bibliotecas. Y en cuanto a los agresores en concreto, como te dije, están los capítulos de los whatsapps y los capítulos de las transcripciones del juicio.
-¿Alguna víctima se comunicó con vos después de leer el libro, alguien que se sintiera identificado?
-Sí. Sí. Varias chicas me han escrito por privado, en Instagram, sobre todo, que es el único sitio donde, creo yo, de primeras pueden acceder. Luego, con algunas he hablado. Una chica vino a una presentación después de hablar conmigo por Instagram y por el email también.
-¿Qué tipo de asuntos te plantearon?
-Ninguna algo así tan concreto como una agresión de violación brutal, pero sí que han sufrido a lo mejor abuso. No me lo han contado muy bien, pero sí me han preguntado mucho. Lo que en el fondo también me halaga es que me hayan dicho que ellas se sentían así.
-Se sintieron representadas.
-Porque había conseguido ese retrato tan real. Ellas se habían sentido comprendidas en cosas que a lo mejor la gente no se plantea, como el después, que la vida cotidiana sea tan dura, que tengas que arrastrar tu pena hasta el final del día a veces sin saber cómo.
-Otra singularidad de tu relato es que vas cambiando todo el tiempo la voz del narrador. Hay un narrador omnisciente, una narradora en segunda persona que le habla de tú a Miriam, hay tramos que parecen transcripciones de actas o un artículo periodístico, etcétera.
-La verdad es que eso le gustó mucho a la gente, lo que me da mucho miedo porque yo no suelo escribir de esta manera. Fue bastante espontáneo. Yo no me hubiese imaginado que podría haber escrito una novela así porque soy bastante clásica. Pero esto me permitió jugar a cómo me quería meter en cada escena o hasta qué punto.
-Pero lo importante, a fin de cuentas, es que el mecanismo funcionó.
-En verdad, estoy contenta con el resultado. Y muy, muy, muy contenta de la relación con la gente. En definitiva, este libro me permitía esta especie de collage por el tema, tan difícil de abordar, a veces. Y, también, porque es un tema muy ajeno a mí. Es verdad que a mí no me ha pasado.