Protagonistas Antonio Sarelli
Artes plásticas

Antonio y Rebeca Sarelli, padre e hija unidos por la sangre y el arte

Uno de los pintores más reconocidos de la provincia y su talentosa hija escultora exponen juntos en Casa Vigil hasta fines de este mes. Ambos forman parte de la historia viva del arte local

Antonio y Rebeca Sarelli, comparten la sangre y el talento. Ambos le han dedicado su vida a lo que aman y saben hacer: las artes plásticas.

Él, Antonio Sarelli, es a sus 86 años, uno de los pintores mendocinos con mayor reconocimiento internacional. Ella, Rebeca, es una escultora con todas sus marcas propias. Solo le debe a su padre el apellido ligado a la cultura, pero todo lo demás lo ha conseguido con la fuerza de la maza y el cincel.

Antonio Sarelli y Rebeca Sarelli (18).jpeg
Antonio Sarelli, uno de los pintores más reconocidos de Mendoza, en su taller de Villa Hipódromo, Godoy Cruz

Antonio Sarelli, uno de los pintores más reconocidos de Mendoza, en su taller de Villa Hipódromo, Godoy Cruz

Ambos exponen juntos, hasta fines de este mes, "en la loma del Chachingo", como le gusta decir a Antonio con algo de picardía. Es que fueron convocados por Alejandro Vigil para una muestra conjunta de sus obras, en Casa El Enemigo de Alejandro Vigil, ubicada en el paraje El Chachingo, de Cruz de Piedra, Maipú.

Te puede interesar: Capital llamó a concurso para rescatar y mostrar a los mendocinos una valiosa reliquia de 1810

La muestra conjunta fue el puntapié inicial para que Diario UNO llegara hasta el taller que comparten en la casa familiar de Villa Hipódromo, Godoy Cruz, y pudiera verlos sumergidos en sus materiales y en un mundo tan personal y lleno de calidez, donde sobra lugar para el diálogo acerca de la historia del arte y de los artistas mendocinos.

Los contrapuntos de Antonio y Rebeca Sarelli

Uno puede tener una imagen naif del hermoso taller que comparten Antonio y Rebeca Sarelli, donde la luz que se cuela por las ventanas superiores crea un ambiente bucólico y especial.

Sin embargo, dialogar con ellos nada tiene que ver con esa imagen. Se asemeja más a ver un partido de tenis en donde ninguno de los contrincantes quiere perder el dominio de la pelota. Los artistas "se sacan chispas" en el diálogo, y muchos de sus desacuerdos dan lugar para la broma y disparan más imágenes y recuerdos.

Antonio Sarelli y Rebeca Sarelli (4).jpeg
Antonio y Rebeca Sarelli, la vida de dos apasionados por las expresiones artísticas locales

Antonio y Rebeca Sarelli, la vida de dos apasionados por las expresiones artísticas locales

La muestra en Casa Vigil da lugar al comienzo de la charla. Una muestra "deconstruida" ya que no se da en espacios convencionales, sino en los diversos espacios gastronómicos y de exhibición de vinos con los que cuenta Casa Vigil.

-¿Cómo les resultó esta propuesta de exponer juntos en un lugar tan diferente a una sala de arte convencional?

AS: -Indudablemente se han establecido nuevas formas de ver las cosas, la gente ya no va a ver una exposición solamente, busca conocer la bodega, probar los vinos, a comer y a lo mejor, de pasada, echa una miradita a la obra.

Antonio Sarelli y Rebeca Sarelli (23).jpeg
Con las manos en la masa. Así nos recibió Rebeca Sarelli en su taller de Godoy Cruz

Con las manos en la masa. Así nos recibió Rebeca Sarelli en su taller de Godoy Cruz

RS: -Eso para la escultura está bueno. A Alejandro (Vigil) les daba un poco de pudor decirle al viejo por el tema que no tenían una sala de arte. Porque el espacio está fuera de lo que son las galerías o los circuitos tradicionales, pero el entorno te habilita a otras posibilidades, otros momentos, y creo que esa fusión es muy interesante, el espacio te brinda esa posibilidad de verlo desde un enfoque menos tradicional.

-¿Cómo se fusiona la obra con el espacio, en este caso?

RS: -La temática de la obra del viejo se presta, porque tiene mucho que ver con la tierra, el vino, el pan, el aceite de oliva, vas a ver que siempre hay aceitunas, uvas, porque él viene de ahí, era campesino cuando era chico y se ve reflejado en su obra.

Antonio Sarelli y Rebeca Sarelli (6).jpeg
Momento de reflexión para Antonio.

Momento de reflexión para Antonio.

AS: -Hay un recuerdo infantil con respecto a la loma del Chachingo, en aquel entonces quería significar que era muy lejos. No hice ninguna obra nueva, pero sí expuse muchas de las que había hecho en los últimos años, son catorce obras. Pero con todas las que tengo en casa, puedo hacer cuatro o cinco exposiciones más.

Vivir del o para el arte

En medio de la conversación sobre "la loma del Chachingo" y las diferencias entre las formas de percibir y disfrutar del arte en las anteriores décadas con las que se viven en la actualidad, surge espontáneamente el tema de "vivir del arte" o "vivir para el arte".

Antonio Sarelli no tiene ninguna duda en dar la respuesta inesperada.

-¿Cómo hizo Antonio Sarelli para vivir del arte?

AS: -Yo no viví del arte, el arte estaba en mí y yo lo vi. Nunca pensé que el arte podía darme esto. Pero todo lo que tengo, esta casa, este taller, y mi vida entera lo tengo gracias a haberme quemado las pestañas trabajando, pintando... Y yo te voy a hacer otra pregunta: ¿cuántos artistas viven del arte en ésta época en Mendoza? Serán ocho, o diez.

Antonio Sarelli y Rebeca Sarelli (22).jpeg
Rebeca en pleno trabajo.

Rebeca en pleno trabajo.

La que responde, "devolviéndole el saque" es Rebeca.

RS: -No, son más, papá, muchos más.

Antonio Sarelli no se conforma y vuelve al ruedo.

AS: -No, no, pero yo te digo cuántos son los que viven exclusivamente de vender su producción artística. En mi juventud, los únicos que podían vivir del arte eran Orlando Pardo, que se había ido a Buenos Aires y Carlos Alonso, no muchos más.

-Entonces, siempre fue difícil vivir solo de la venta de las obras

AS: -Los demás pintores y artistas mendocinos teníamos otros trabajos, como dar clases o desempeñar distintos rubros. Empleados públicos, había muchos.

Antonio Sarelli y Rebeca Sarelli (3).jpeg
Padre e hija, con un fondo decorado por sus obras.

Padre e hija, con un fondo decorado por sus obras.

RS: -Gracias a Dios el viejo tuvo la posibilidad de ir a Europa y eso te abre muchas puertas, pero mi papá llegó a tener cuatro trabajos consecutivos porque acá tenía una familia. Hay otros artistas, como Roberto Rosas, que han apostado a vivir directamente del arte y lo pudieron hacer. Yo creo que siempre está en el miedo que uno tiene a apostar o no, que esa es al diferencia con esta nueva generación de mis amigos que casi todos viven exclusivamente del arte, aunque algunos tienen que dar clases también.

-Antonio, ¿usted qué trabajos ha tenido además de ser pintor?

-Cuando me preguntás eso, debería decirte qué no he hecho en mi vida. Hasta los 18 años ayudaba a mi padre en la viña: trabajo de campo. Terminé la escuela e hice el servicio militar, terminé Bellas Artes y no me di cuenta que había terminado, inclusive no sabía que daban un título. Iba porque amaba el taller de la Academia Provincial de Bellas Artes, que después se convirtió en Escuela Superior de Bellas Artes.

El recuerdo de los artistas olvidados y la bohemia mendocina

En un tiempo, la Escuela Superior de Bellas Artes pertenecía al Ministerio de Cultura. Por allí pasaron grandes maestros, a los que Antonio Sarelli recuerda con una especial nostalgia. No solo artistas plásticos, como Hernán Abal, sino escritores, como Jorge Enrique Ramponi y actores, como Cristobal Arnold.

- El departamento de Abal en el Pasaje San Martín, era lugar de reunión por excelencia Allí nos recibía con Abal y Blanca, su mujer. Nos tenían una paciencia infinita. Íbamos con Santaroni, Tudela, Ramponi, era culturalmente una bohemia. En esa mesa que tenía la Blanquita, se hablaba del arte, del hombre, de la vida, en esas largas noches de conversaciones entre artistas.

►Te puede interesar: Blanca Sgró de Abal, la verdadera autora de los murales que decoran la cúpula del Pasaje San Martín

-Hace poco Diario UNO sacó una nota sobre Blanca Abal, una artista poco reconocida en el medio local.

AS:- Blanca Abal es una artista mendocina olvidada, que hay que ponerla el valor. Tenía un gran sentido del humor, una calidad de persona, era incondicional. El departamento de los Abal, ubicado en la parte superior del pasaje, para los artistas era conocida como "La Torre", la parte más alta de Mendoza. Hasta que se hizo el edificio Gómez. Después Blanca se enojó porque le empezaron a construir edificios altos alrededor y le quitaron la vista a la Cordillera de los Andes. Era la época de la "Mendoza más hogareña".

Antonio Sarelli y Rebeca Sarelli (20).jpeg
Antonio Sarelli pidió "rescatar" la obra de Blanca Abal.

Antonio Sarelli pidió "rescatar" la obra de Blanca Abal.

-Era una Mendoza con una movida cultural que hasta da un poco de envidia

RS: -Culturalmente, Mendoza siempre ha sido importante, aunque las circunstancias son diferentes. Antes era un grupo muy fuerte, no había tanta gente, el hecho de tener la galería Giménez, o las galerías en San Rafael, hacían que Mendoza fuera un polo cultural.

Lo que se daba con mayor facilidad era la confluencia de varias disciplinas artísticas: poetas, músicos, escritores, artistas plásticos, conformaban un grupo y se movían en conjunto. Bueno, hace poco nos dejó Gladys Ravalle.

AS: -Gladys Ravalle era alumna de la escuela de arte, era actriz, pero también pintaba. Allí se conoció con (Cristobal) Arnold y de allí se salió el grupo de teatro La Montaña. Después hubo un proceso de división y muchos se fueron, como Tejada Gómez.

RS: -Hoy hay algunas intenciones de agruparse, pero es más difícil. Por ejemplo, nosotros planteamos una exposición en la bodega Trivento, “Tenencia Compartida” se llama, son obras hechas de a dos, yo trabajo con Fernando Rosas.

-Ustedes, padre e hija, ¿han hecho alguna obra en conjunto?

RS: -No, nosotros no hemos hecho obras, sí exposiciones.

La respuesta de Antonio es más enfática.

(AS) -¡No!, ¿Yo meter mano en la obra de otro artista? ¡Ni por broma!

Se ríen, pero Rebeca rescata las ventajas de fusionarse en el trabajo con otro artista

RS: -En realidad es muy productivo trabajar con otro artista, porque vos tenés que resignar algunas cosas en pos de lo que el otro quiere, eso te nutre un montón.

-Sin embargo, dan ganas de haber vivido toda esa movida cultural

AS: -Indudablemente tenemos épocas, momentos, movidas. Había muchas ventajas, pero también ésta época las tiene. Por ejemplo, cuando yo entré a Bellas Artes en 1953, ver una mujer dentro del taller que estudiara pintura era raro, muy raro.

Una época difícil para las artistas mendocinas

Así, casi sin querer y por los atajos que toman las instancias del diálogo, aparece en la charla el tema género y el término machismo, liso y llano se cuela en la conversación.

AS: -Antes, una mujer que quería ser artista era una “descocada”. Ahora todo eso ha cambiado, hay más artistas mujeres que hombres.

RS: -Las mujeres que estudiaban artes plásticas en esa época dejaban todo en lo que hacían, debía gustarle de verdad, porque tenían que bancarse el machismo de los compañeros y de los profesores, eran bastante reacios.

Antonio Sarelli y Rebeca Sarelli (7).jpeg
Antonio transmite mucho optimismo.

Antonio transmite mucho optimismo.

Si uno le pregunta esto a Selva Vega o a Raquel Fluixá y otras, se encontraba con una pared. Era un mundo de machos. Si vos no tenías bien puesto lo que querías hacer, fracasabas. Selva (Vega) tiene grandes premios, es una artista consagrada, y así y todo le costó mucho. La luchó frente al machismo una barbaridad.

AS: -Se exageraban las expresiones machistas, los maestros directamente le decían a las alumnas “dedicate a lavar los platos”,

RS: -Hay que preguntarle a Selva Vega lo que le costó llegar, no solo por su condición de mujer, sino por ser escultora, porque la escultura ¡era cosa de hombres, había que hacer fuerza!. ¡una mujer no podía!. Eso ahora a nadie se le ocurre plantearlo.

AS: -Sí, pero hay culpables también de todo eso. Hay cosas que se podrían haber hecho a través de la educación plástica en las escuelas primarias y secundarias, pero no había buenos maestros.

Parece que los únicos objetivos de los planes de estudio era que uno tenía que aprender a dibujar copiando de la realidad, tenías que copiar este pocillo de café, ese plato. Eso era todo. Y ese no es el fondo de la cuestión. Hubiera sido interesante ver para qué es el arte, para qué sirve

RS: -Hubo un momento en el que se distorsionó esto, porque fue Vicente Lahir Estrella y una mujer quienes fundaron la primera escuela de Bellas Artes –que luego se cerró en 1918-.

La cerraron porque era indecente que hubiera mujeres dibujando desnudos humanos. En su momento, Antonio Di Benedetto hizo una crítica a los gobernantes que tomaron esta decisión, diciendo una frase que a mí me gusta mucho: “Esos gansos de vuelo bajo”. Tenían una altura para decir las cosas que era hasta poético.

Antonio Sarelli, un mal crítico de su obra

Hablando de los cambios de época, la charla hace un vuelo de pájaro rasante, que termina posándose sobre la propia obra de Antonio Sarelli.

-¿Usted no se siente influenciado por algunas expresiones del arte actual?

- No, porque, ¿sabés qué? Yo ya no tengo tiempo de estar dando saltos en el vacío. Quiero estar pegado a mi esencia.

Antonio Sarelli y Rebeca Sarelli (19).jpeg
Antonio con sus herramientas en la mano.

Antonio con sus herramientas en la mano.

-También es válido

-Es que esos artistas que pasan de una cosa a otra, porque está de moda, porque tiene mercado, no, eso no es lo mío.

-¿Siente que su obra actual está atravesada por algunos de los hechos de la realidad?

-Yo creo que el ser humano es siempre es el mismo, le cambian las vestiduras, pero los temas que lo atraviesan son los mismos.

Allí interviene raudamente la voz de Rebeca, contradiciendo al padre de lleno porque ella es una avezada observadora de su obra.

-¿Sabés qué pasa? Mi papá no es buen crítico de su obra, porque no ve sus propias transformaciones.

-Vos sí la ves

-¡Es que yo lo he estudiado a él! Entonces, es diferente verlo desde afuera. Es más difícil enfocarse en lo de uno. Esos pasos que él ha dado yo sí los veo. Esas transformaciones. Pero pasa sobre el tamiz de él esa realidad.

-Porque sí ha habido tal transformación en la obra de Antonio Sarelli.

RS: -¡Claro que sí!. Es que si vos ves su obra desde los '50' y los '60 hasta la actualidad, vas a ver pasos claramente marcados, con una interioridad muy fuertes, no solo cambios plásticos, sino en la profundidad de lo que quiere decir.

-¿Es cierto que no es buen crítico de su obra?

AS -A mí de mi obra no me gusta nada. (se ríe)

Antonio Sarelli y Rebeca Sarelli (12).jpeg

RS: -Si hay algo que yo admiro de él es que tiene un espíritu joven

-Se levanta todos los días a pintar?

AS: -Sí, aunque sea a la macana. Pero sí lo hago

RS: -El se va a echar a menos, pero tiene casi 86 años y sigue viniendo todos los días a este lugar, salen o no salen cosas. El 90% del tiempo es trabajo, sigue agarrando telas, y sigue laburando y sigue probando técnicas, y quiere salirse de lo ya conocido.

-¡Probar técnicas que antes no había utilizado es una forma de innovar!

-Y, si se me termina el óleo tengo que usar acuarelas, si hay poquito le agrego algo para que me rinda más. También pruebo en darle textura a la pintura, esto que ves acá -dice mientras señala una obra- ¿a ver si adivinás qué es?

-No, Antonio. No tengo idea qué puede ser aunque lo esté tocando.

-Es pintura mezclada con cáscara de huevo. Me gustó la terminación que le daba.

RS: -Hay en él una búsqueda constante, que sale o no sale, pero que todos los días se está haciendo.

-¿Ha tirado obras suyas que no le han gustado?

-No, todas las reciclo. Estoy tomando obras de hace 50 años que no me gustan y las vuelvo a comenzar, les doy una nueva impronta.

RS: -Muchas veces lo que hace es intervenir obras antiguas con conceptos nuevos, les agrega textos, las convierte en collages.

Vuelve a traer a los “olvidados” como lo son algunos poetas mendocinos que se materializan en el presente de sus obras a través de textos de ellos que les va agregando de su puño y letra, otra innovación que no tuvo en cuenta al momento de responder si se quedaba con lo tradicional, o buscaba innovaciones.

Es que Antonio Sarelli se vuelve, según lo confirmaron los dichos de su hija Rebeca, cada vez más simbólico en las cosas que hace, aunque sin darse cuenta.

Ahora, en el fin de la conversación, asume que se deja acunar a diario por los recuerdos, pero jamás ha perdido la firmeza y la convicción de entregarse de lleno a la pintura, como lo ha hecho cada día de su vida de artista.

► TE PUEDE INTERESAR: El BID liberó el préstamo para la construcción del Ecoparque que Suarez sueña con inaugurar en 2023