Periodistas comisarios
Ubieta podría hacer este tipo de cosas con plata de su bolsillo o de su partido, pero no con dineros que no son suyos. El político es un administrador del dinero de los contribuyentes, y esos montos deberían ser sagrados. Si no, el servidor elegido por el pueblo se convierte en un depredador.
Conocida la noticia y sorprendido por la repercusión negativa, Ubieta se lanzó a refutar a los periodistas que comentaron el caso de las famosas cajas. Y a uno de ellos, Marcelo Torrez, lo tildó de "comisario de particularidades que no le atañen". El intendente ha dicho que "hasta donde yo sé, los paceños me votaron para que yo tome las decisiones que conciernen a La Paz y no para que haga interconsultas con periodistas sobre lo que está bien y está mal".
En la singular visión de Ubieta, la prensa "ha querido hacer creer que he cometido un sacrilegio imperdonable". Ya que él trajo a colación la palabra sacrilegio, recordaremos que es la profanación de algo que se considera sagrado, especialmente cuando el profanador conoce el valor sagrado de lo que profana.
Y el intendente sabe -porque es político y ha sido gerente del Banco Nación en La Paz- el valor que tiene cuidar el mango que no es de uno.
Religión y delito
"¿Es un pecado mortal ayudar a la gente?", se pregunta de manera tramposa. Con su plata no, señor intendente. Pero con la plata del pueblo ya es otra cosa. Ahí ya no se habla de pecado mortal, porque eso es parte de un dogma religioso. En un sistema republicano se plantea en términos de posible delito. O de probable malversación de fondos públicos.
Si el tema de las cajas ha causado tanto revuelo, "es un problema de los demás, no mío" dice fresco el intendente. El gasta a cuenta de lo que no tienen. Ubieta admite que "La Paz es cero en actividad económica, cero en materia energética, cero en inversión privada, donde lo único que hay son empleos públicos, donde antes poseíamos cinco bodegas y hoy solo hay una muy pequeña y privada, y de las 2.000 hectáreas con derecho a riego hay sólo 70 en producción".
"¿Usted cree -le espeta al periodista al que ha tratado de comisario- que yo no sé que el hospital de La Paz no posee las mínimas condiciones de salubridad?". Y agrega: "Yo podría escribir un libro con los faltantes de La Paz". Escríbalo, señor intendente, no se prive, porque eso podría usarlo como un programa sensato de gobierno.
Es lógico que la prensa (a la que él parece ignorar como control extrapoder fijado por la Constitución) le pregunte acerca de por qué se larga a evaporar plata que podría ser usada con más justicia en temas sanitarios o sociales. O en generar mejores condiciones para la inversión privada.
"Una y mil veces lo volvería a hacer" ha dicho Ubieta, con lo cual suponemos que se piensa a sí mismo como un intendente eterno. Menos mal que su mandato incluye sólo cuatro navidades u ocho como máximo en caso de que fuera reelecto por única vez en 2023.
Ocho años consecutivos de dispendios como el de las cajas navideñas transformarían a La Paz en un municipio mucho más que pobre. Sería directamente inviable.