Análisis y opinión

¿Son todavía tilingas las de apellido compuesto?

Llevar un solo apellido ha sido la marca de fuego que dejaron la mayoría de los presidentes argentinos. A los políticos que vienen con doble apellido lo usual es que le bajemos uno

¿Por qué Horacio Rodríguez Larreta es, en el lenguaje de la calle o del periodismo, sólo Larreta? La misma pregunta corre para el caso de Anabel Fernández Sagasti, que es Sagasti en la prensa, "la Sagasti" en la oposición, y Anabel para el kichnerismo.

¿Será que Rodríguez o Fernández han perdido lustre y requieren sí o sí de otro apellido que le otorgue un supuesto realce? Sin embargo, en el caso del presidente Alberto Fernández no parece haber sido un problema. Aunque, claro, su apellido materno es Pérez.

Ahora bien, ¿por qué a Durán Barba le decimos Durán Barba y no elegimos el Durán o el Barba solos? Se debe, suponemos, a que es de Ecuador y en esos países sudamericanos se usa el doble apellido, algo que aquí sigue siendo difícil de imponer. Fíjese que, en cambio, sí se lo respetamos a determinados personajes raros: por ejemplo al asesino Robledo Puch o al periodista friki Robertito Funes Ugarte o a ciertos ricachones.

Para mi, doble

Los reyes del apellido doble en la Argentina son los abogados y ciertos médicos, en particular aquellos cuyo primer apellido es Fernández, Pérez, González, García o alguno de esos otros clásicos de origen español. A los fines del abolengo de cartón no es lo mismo ser Juan Pérez a secas que Juan Ignacio Pérez Echagüe. En la placa del consultorio o del bufete siempre garpa más la segunda opción.

Muy pocos presidentes argentinos usaron el doble apellido en el Siglo Veinte. Entre los varones fueron tres (en realidad dos y fracción): José Figueroa Alcorta (1906-1910), Roque Sáenz Peña (1910-1914) y el presidente por una semana Adolfo Rodríguez Saá (en el triste enero de 2002).

Las dos mujeres argentinas que han sido presidentas usaron su apellido y el de sus maridos: Isabel Martínez de Perón en el siglo pasado (1974-76) y Cristina Fernández de Kirchner en la centuria que transitamos (2007-2011 y 2011-2015). Sin embargo ambas fueron popularizadas por sus nombres más que por sus apellidos. En el caso de la actual vicepresidenta, fue Cristina o Cristina Kirchner, salvo para las locutoras oficiales para quienes siempre fue la Doctora Cristina Fernández de Kirchner.

Soy Roca

Llevar un solo apellido fue la marca a fuego que dejaron figuras como Rivadavia, Urquiza, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Mitre, Alvear, Yrigoyen, Perón, Frondizi, Alfonsín, Menem, Kirchner y Macri.

Hubo famosos que llevaron la doble portación de apellido con naturalidad y elegancia, como Adolfo Bioy Casares, pero mucha intelectualidad argentina sigue prefiriendo uno solo. Algunos creyeron ver en el segundo nombre de alguien conocido, por caso Tomás Eloy Martínez, un apellido compuesto que no era tal.

En la gente más común hay muchos que si les tocó un doble apellido no lo impostaron y lo disfrutaron como si fueran García Márquez o Vargas Llosa.

Julio Cortázar se mofó en el poema La Patria, de "las tilingas de apellido compuesto" y eso quedó por décadas flotando en el ambiente.

El quinteto preferido

Los apellidos de origen español son los más fáciles de mezclar con otros de similar origen. En cambio, se torna más difícil unir un apellido, por ejemplo italiano, con otro ibérico. No suelen sonar bien. Y dos apellidos italianos se nos antojan rimbombantes.

Según el sitio Forebears, especializado en estudiar los nombres, se asegura que de los apellidos españoles más usados en la Argentina, Fernández está en el 4° lugar. Cada 129 compatriotas, uno se apellida como el actual presidente. En el 2° lugar de ese ranking aparece el apellido paterno del jefe de gobierno porteño: Rodríguez. De cada 116 argentinos, uno lo porta.

En el puesto N° 1 de ese top five está González. Unas 800.000 personas lo llevan en su DNI. Completan el podio los que responden a López (N° 3) y a García (N° 5). Suarez, el apellido del gobernador de Mendoza, aparece en el puesto N° 16. Cada 409 argentinos, salta un Suarez.

Entre 2006 y 2008 estuvo dando vueltas un proyecto para establecer por ley la obligatoriedad de el doble apellido, pero fue votado sólo por una de las cámaras y luego cajoneado.

Roguemos para que los pelmazos que fogonean "observatorios" y otras dependencias oficiales que buscan vigilantear lo que hacemos o dejamos de hacer los particulares, no se metan con este asunto de los apellidos. Dejen, por favor, que sea la sociedad la que marque si quiere llevar dos apellidos, o uno como ha sido la costumbre más apreciada hasta ahora.

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