Se lo nota molesto, en esta cruzada, con algunos colectivos de la izquierda marxista, especialmente. Y le dura toda la bronca que le produjo el demencial encierro al que nos sometió la pandemia.
Después de participar de un particular congreso organizado por la revista Orsai, en Mercedes, dialoga, nuevamente, con el programa La Conversación de Radio Nihuil.
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Marcelo Birmajer con su último libro La Remera del Che...
-Hola, Marcelo. Te llamamos desde Mendoza, que está cerrando su proceso electoral.
-Hay varias provincias que yo envidio profundamente en relación con la realidad nacional.
-¿Cómo cuáles?
-Córdoba y Mendoza, independientemente de quién gane, son provincias donde hay una base de sensatez política que me resulta envidiable.
-Claro. Y nosotros intentamos proteger puntualmente ese tipo de cosas, como sabrás.
-Eso es algo de lo bueno que tiene un país federal.
-¿En qué sentido lo decís?
-En el hecho de que uno puede movilizarse dentro del país, llegado el caso, y, por otra parte, también disponer de las provincias como modelo para seguir teniendo una idea de país. De Gaulle decía: tengo una cierta idea de Francia. Así pues, provincias como Mendoza, como Córdoba, permiten decir que, bueno, hay una cierta idea de Argentina.
-Poniéndote una mano en el corazón, ¿te considerás un intelectual?
-Lamentablemente, sí. No puedo eludir el mote.
-Definime tu autopercepción.
-Yo he pensado la política, la sociedad, la vida y la literatura más allá de mi ficción. He opinado al respecto. No me he quedado callado.
-¿Desde qué momento te consideraste como tal?
-Yo comencé a participar de manera evidente en el debate intelectual público y político a partir de mis primeras declaraciones contra el kirchnerismo, en 2011, cuando, junto con Hugo Moyano, impidieron la salida de los diarios Clarín y La Nación. Los camiones y la impresión fueron interrumpidos por un piquete paraestatal. El gobierno de Cristina Kirchner financiaba la censura. Impidieron la salida de los diarios. Eso no tiene otra palabra.
-Así de crudo.
-Los diarios no pudieron llegar a los lectores. Parece un chiste, ¿no? Yo creo que, desde el fin de la dictadura, no había pasado algo así. Hasta el diario Página 12, que ya era un house organ del Gobierno, lamentó que los diarios no pudieran llegar. Lo lamentó. No lo inventé yo.
-¿Qué sucedió con tu participación?
-Después de que opiné sobre eso, recibí una represalia directa.
-¿Cómo fue ese hecho?
-Yo tenía cuatro o cinco charlas para dar en Santa Cruz. Ya había hecho todos los trámites, porque te exigían mucho para el plan Café Cultura. Me llamaron y me dijeron: se cancelaron todas tus charlas.
-¿Y cómo siguió la cosa?
-Ahí empezó una relación entre la persecución kirchnerista y mis opiniones que se continuó en el tiempo, cuando ya no estaban los kirchneristas también, y en la actualidad.
-La pregunta inicial apuntaba a tu rol hoy en día, porque seguís participando fuerte del debate. Ahora bien, ya no estamos en los tiempos de intelectuales influyentes como Sartre o Camus. ¿Qué peso tienen ustedes, los intelectuales argentinos, en la sociedad?
-Las respuestas son multiformes.
-¿Por qué?
-Porque es cierto que nombres como el de Sartre, el de Camus, que me parece un intelectual del sentido común, alguien muy valioso; o el de Althusser o Foucault, tuvieron un gran peso en sus actividades. Pero ese peso no siempre fue favorable.
-Es cierto. Tuvieron posicionamientos controvertidos.
-Sartre apoyó a los asesinos de Baader-Meinhof, los terroristas alemanes.
-También a Stalin, lo mismo que Neruda.
-Sartre apoyó a Stalin. ¡Sartre apoyó a Mao! Sartre repartía personalmente el periódico maoísta francés y decía que Mao era el horizonte político de nuestro tiempo y que Marx era el horizonte filosófico. ¡Y cuántas sandeces más! Tenía un peso enorme.
-¿Y para qué sirvió ese peso, en definitiva?
-Sirvió para retrasar la democracia francesa durante décadas. Para mí, por ejemplo, el mayo francés, que tanto celebraba Sartre, fue un disparate. Por suerte no murió nadie. Pero, siguiendo las ideas sartrianas, murió mucha gente estúpidamente en muchas partes del mundo. Entonces, el peso no necesariamente es algo benéfico.
-¿Cómo ves, desde este punto de vista, nuestra situación?
-En este momento, en la Argentina en particular, la intelectualidad tiene un paradójico deber, que es el sentido común.
-¿Por qué paradójico?
-Porque el intelectual, se supone, es alguien que piensa fuera de la caja, que trae un pensamiento sorprendente, que trae una idea original. Como decía Sartre acertadamente, una idea original nunca es esperada. Y, paradójicamente, yo creo que esa idea original hoy tendría que entroncar con el sentido común.
-¿Cómo?
-Las cosas hay que decirlas sin gritar. Tiene que haber educación pública. Tiene que haber salud pública. No tiene que haber gastos absolutamente irracionales desde el Estado. No puede ser que la mayor parte del país viva sin trabajar y la minoría que trabaja subvencione a los que no trabajan. Todo eso es imposible de sostener.
-¿Qué es imposible de sostener, pasando en limpio?
-Que no haya educación pública es imposible sostener. Vivir de planes es imposible de sostener. Cómo salimos de este caos sin gritar, sin insultar, sin decir frases altisonantes, estúpidas, etcétera. Ese es el rol que hoy les cabe a los intelectuales, en mi opinión.
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Tapa de La Remera del Che.
-Entramos a este terreno porque tu nuevo libro, al contrario de los dos anteriores, tiene un contenido muy político, apunta a temas muy específicos de nuestra realidad. ¿Tuviste necesidad de abordar esta temática, no tan literaria, por el momento que vive el país?
-Creo que fueron coincidentes y yo no desaproveché la coincidencia. Es decir, en 2022, cuando acababa de publicar Martín Fierro siglo XXI junto a mi hijo Simón, le propuse al editor: el año que viene tenemos que hacer, cuando a vos te parezca, La remera del Che y otros cuentos políticamente incorrectos.
-¿Qué te estaba motivando?
-Ocurrió, también, una paradoja. Yo había pensado ese cuento para enfrentar, justamente, el sentido común paradójico, delirante, de la izquierda marxista, que es lo que permea la mayor parte de los cuentos del libro.
-¿Cómo pensaste la manera de apuntarles al Che y a los demás?
-Atacar el mito de que el Che Guevara luchaba por la libertad. Atacar el mito de que Mao luchaba por la igualdad. El mito de que Corea del Norte es mejor que Corea del Sur. El mito de que los montoneros eran luchadores por la democracia. El mito de que el ERP buscaba una Argentina más justa.
-Una mirada en redondo hacia toda una iconografía de la izquierda.
-A toda esa mitología izquierdista que ha causado tanta sangre y tanta pobreza, yo la quería desafiar por medio de cuentos que tocaran el tema pero que también fueran cuentos de amor; y cuentos con suspenso y con remate como suelo escribir casi toda la literatura que yo produzco.
-Uno de los aspectos más atractivos de tus relatos es adentrarse en los esfuerzos disparatados que hace cierta militancia para encontrarles el encanto a referentes como Kadhafi, Pol Pot o Boko Haram.
-Vos diste en el blanco. Uno de los cuentos es dos izquierdistas que están defendiendo al grupo fundamentalista islámico Boko Haram, que acaba de secuestrar a doscientas chicas. Lo están defendiendo contra el imperialismo americano.
-Una argucia típica.
-Por ejemplo, veamos Afganistán, de donde se retiran los americanos e inmediatamente toma el poder el Talibán. Allí vuelven a impedir que las chicas vayan al colegio, a matar mujeres por el velo y a oprimir a toda la suciedad. Aun así, ¡te seguís encontrando con izquierdistas que apoyan al Talibán contra América!
-Por lo mismo que decíamos más arriba.
-América garantizó durante esta década en que acompañó militarmente a la administración afgana cotas de democracia, de libertad, de igualdad entre el hombre y la mujer, que el país no conoció en todo el siglo XX y en el XXI. Entonces, ¿por qué vas a atacar ahí al ejército americano que garantizó mayores cotas de libertad, no menores? ¿Por qué vas a defender al Talibán?
-Un asunto que se repite todo el tiempo.
-Una chica, en la revista Anfibia, ni siquiera un varón; una mujer, en esa revista, ¡defendió al Talibán! ¿Vos podés creer que alguien defienda al Talibán? Acá en Buenos Aires, Jorge Rachid, que fue asesor sanitario de Kicillof, que es otro de los que nos obligó a quedarnos encerrados e impuso el barbijo irracionalmente, que no tenía la menor idea de nada. Bueno, ese, Jorge Rachid, escribió a favor del Talibán. Lo podés googlear.
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Marcelo Birmajer participó en un congreso organizado por la revista Orsai.
-Hablando de Kicillof y el encierro, se te nota la bronca contenida que te ha quedado por el barbijo, porque le dedicás varios relatos.
-Te voy a dar un ejemplo bien concreto que pongo en el libro. Yo iba al gimnasio y para hacer los bíceps me permitían sacarme el barbijo. Para caminar hasta las poleas, para hacer espaldas, que estaban a un metro, me lo tenía que poner.
-¿Y qué pasaba al llegar a la polea?
-Cuando llegaba la polea, me lo podía volver a sacar. De hecho, ¡me lo tenía que sacar!, porque era peligroso hacer el ejercicio con el barbijo puesto.
-¿No se los planteaste a los del gimnasio?
-Yo les decía: miren, no cambia nada este metro sin que tengamos el barbijo. “No, no, ese es el protocolo”, me respondían. ¡Pero el protocolo es para protegernos, no es una religión!, replicaba. Además, era incómodo, porque te olvidabas.
-¿Y en el resto del lugar cómo te movías?
-Dentro del vestuario, tenías que tener el barbijo puesto. Para bañarte, te lo podías sacar. Entonces, en la ducha, donde estábamos todos bajo el mismo vapor, estábamos sin barbijo. Y en el vestuario, donde había más capacidad de estar distantes, te lo tenías que poner. En la pileta te lo podías sacar. ¡La pileta era un caldo de cultivo!
-Afuera pasaban cosas similares, ¿no?
-En el avión te lo podías sacar para comer. Recuerdo que a un avión no me dejaron subir porque no tenía el PCR. Los demás, como iban a otro país, podían subir con el antígeno. ¡Pero íbamos en el mismo avión! ¿Cuál era la diferencia entre uno y otro resultado, entre uno y otro test, si van de test distintos en el mismo avión? ¿Acaso bajás en un país donde la gente está constituida genéticamente de otra manera? Toda una serie de imbecilidades, patentemente irracionales, que no protegían a nadie, pero que retrasaron el desarrollo de la vida humana durante dos años como mínimo.
-Entre otros menoscabos….
-Como el analfabetismo con que el gobierno argentino flageló a los chicos durante dos años. Vamos a ver el resultado, lamentablemente, durante décadas.
-Es muy significativo que les pongás a tus cuentos la etiqueta de “políticamente incorrectos”. ¡Hay que atreverse a ser políticamente incorrecto, en días como los actuales, acá y en el mundo!
-Estos, repito, son cuentos, no son ensayos, que tienen, sí, una finalidad, una temática. Ahora bien, en toda mi artillería literaria no había aparecido la posición de Milei y el apoyo que yo, en muchos casos, encuentro totalmente irracional respecto de este nuevo emergente político. Entonces él no figura en el libro. Quedará para el futuro.
-¿Pero cuál fue la semilla previa a Milei?
-El autor necesita un tiempo de maduración. Estos cuentos se escribieron a lo largo de décadas. No se hicieron para publicarlos. Los fui escribiendo desde 2010 hasta la actualidad. Estamos hablando de que pasaron unos quince años.
-Este dato convenía que se explicitara en un prólogo. No figura.
-Sí, es cierto, no lo tiene. Por ahí, si se agota, para una segunda edición.
-Se trata, pues, de relatos políticos que destilan una ironía muy fina. Pero hay dos de ellos que parecieran no tener nada que ver con el resto: uno, “La mascarada”, relacionado con El mercader de Venecia, y el penúltimo, “La voz de los muertos”, que imagina un periódico redactado por escritores fallecidos.
-Es cierto. Te voy a decir cuál es la lógica que yo le encontré. Respecto del primer relato, es una lectura sionista de El mercader de Venecia, que no es Shylock. Shylock es la víctima del relato.
-Sí, ahí está el matiz.
-Shakespeare no lo plantea como víctima, sino como culpable. El mercader es Antonio, el poderoso y que, supuestamente, en la mirada de Shakespeare, es la víctima. Todo, para mí, un disparate. Ahora bien, como es una mirada retrospectiva desde la creación de Israel a El mercader de Venecia; y el sionismo, en los círculos áulicos de la izquierda, es considerada una ideología represiva o reaccionaria, la lectura sionista que yo sostengo de la obra es políticamente incorrecta.
-¿En qué sentido?
-Es la defensa de Israel y la defensa de la soberanía judía, en contraste con la indefensión en que estaban los judíos en la época de El mercader de Venecia. Por eso entra dentro de lo políticamente incorrecto: por defender a Israel y al sionismo, en el mundo contemporáneo y en la Argentina. Punto.
-¿Y respecto de “La voz de los muertos”?
-Es la idea, también, que permea a toda la mitología izquierdista de enamorarse de la muerte, de enamorarse de los muertos y de que lo nacional y popular está directamente vinculado con entregar la vida, con morir, no con vivir.
-Volviendo al rol de los intelectuales, ¿cómo te cayó ese pronunciamiento grupal, donde figuran personalidades como Graciela Fernández Meijide o Beatriz Sarlo, en contra de Milei? ¡Todos en contra de Milei!
-Te voy a explicar. Hay que diferenciar. A mí esa solicitada me cayó pésimo.
-¿Por qué?
-Porque tendrían que haberla formulado contra el kirchnerismo en cada uno de los momentos en que éste atacó la libertad de expresión, atacó la democracia y defendió la corrupción.
-¿Cambia algo que sea recién ahora?
-No se trata de me voy a aliar con Massa contra Milei, porque, para mí, Massa es igual de peligroso que Milei. Y no me convoques como si esto fuera de vida o muerte, porque el vida o muerte era mucho antes que esto.
-¿Cuánto antes?
-Era antes de tener una inflación de tres dígitos. Era antes de que asumiera la vicepresidencia una mujer condenada por la justicia y de que su partido la sostenga pese a que ya se la calificó de culpable con todas las garantías de la ley, con un juicio justo, con evidencias, con pruebas. Era antes de que el kirchnerismo pactara con la República Islámica de Irán para dejar impunes a los sospechosos del crimen de la AMIA..
-Tema todavía abierto…
-No aparecieron ahí y ahora se acuerdan cuando viene Milei.
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Particular imagen de Birmajer en sus redes sociales.
-¿Qué es Milei, para vos?
-Para mí Milei es un peligro para la sociedad. No tengo ninguna duda. Jamás lo votaría, en ningún caso.
-¿Cuál es el mayor miedo que te da?
-El mayor miedo es que se trata de una persona desequilibrada. Una persona que anda con una motosierra. Una persona que tiene un discurso violento. Una persona que insulta. Y no hay economía en el mundo, no hay saber específico en el mundo que pueda coexistir con la violencia y la destemplanza.
-¿Pero es así el tipo o es un acting, una puesta en escena?
-Si es un acting, me preocupa tanto como si fuera así, porque convoca por medio de eso. Yo no soy psicólogo ni lo voy a investigar. Me baso en lo que él expresa, no en una investigación ulterior.
-No hace falta aclarar nada más, de tu parte.
-Ahora, una vez dicho esto, no me da más miedo que Massa. Y, en todo caso, discutamos cada uno porqué va a votar a cada cual. No me convoques como si Milei fuera el principal peligro.
-¿A vos te pidieron que participaras de esa solicitada?
-No. Afortunadamente no.
-¿Y cómo tomás, por otro lado, la elección que hizo Patricia Bullrich de una persona muy respetada por nosotros, a quien aquí hemos entrevistado varias veces, como una especie de gurú holístico para la campaña? Estamos hablando de Santiago Kovadloff.
-Yo lo respeto mucho a Santiago. Me parece que es un intelectual muy, muy valioso. Y creo que puede haber una asesoría, cuanto más discreta mejor. Creo que hay que optar por la discreción.
-¿Para hacer qué?
-Lo que hay que hacer es bajar la inflación. Lo que hay que hacer es generar producción. Lo que hay que hacer es liberar las empresas, sacar las retenciones al campo. Hay que abrir la Argentina, convertirla en una Argentina liberal, contemporánea, conectada con las democracias liberales del mundo. Y, en un rol muy, muy discreto, algún tipo de acompañamiento de los intelectuales.
-¿Cómo ves el fenómeno de que en muchas provincias peronistas, e incluso en otras radicales, terminó ganando Milei?
-En primer lugar, yo voy a aceptar, respetuosamente, al que gane, siempre, y colaborando con la construcción y la disidencia pacífica en el país. El que gane por las elecciones me va a tener a mí como un ciudadano legal, respetando la institucionalidad.
-Toda una postura.
-Ese es el punto uno: nunca una piedra, nunca piquete, nunca impedir nada por medio de la fuerza de lo que decide un presidente elegido por el pueblo, sea quien sea el ganador.
-¿Punto número dos?
-El punto número dos es que yo creo que Milei es una persona desequilibrada. No tengo dudas. Repito, no es un elemento psicológico sino de mero sentido común. El que va con una motosierra, yo no quiero que sea presidente de la Nación. No está preparado.
-¿Pero?...
-Pero va a depender absolutamente, y en mucha mayor medida, de cómo nos comportemos los ciudadanos. Vamos a convivir, vamos a trabajar entre nosotros para que triunfe la justicia, la honestidad y el trabajo. O nos vamos a pelear, nos vamos a matar; nos vamos a interrumpir el paso por las calles.
-Aun así, hay un todo un fenómeno digno de interpretar, ¿no?
-Yo no creo que Milei sea alguien que generó una Argentina distinta, que generó un movimiento. No. Yo creo que el kirchnerismo perforó de tal manera la convivencia democrática, que surgió Milei. Pero va a depender de los argentinos, de la mayoría de los argentinos, cómo vamos a tramitar el país, gane quien gane. Más en este momento que nunca antes.
-Antes del final te leo, entre muchos otros, un mensaje de un colega, José Verderico, que alaba tu cuasi experimento literario llamado “El consultorio de vaguedades” en Radio Mitre.
-Les agradezco mucho la felicitación por “El consultorio de vaguedades”. Es una de las secciones que más disfruto. Escríbanme a mis redes, a Instagram, que voy a contestar a todos mis lectores.
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