Axel Kicillof es "un ignorante" en materia económica. No lo afirma este columnista, que tiene en claro que si hay un área donde los periodistas suelen hacer agua es en los conocimientos básicos de la ciencia económica.

El que tildó de ignorante a Kici fue el economista Guillermo Nielsen, quien venía fungiendo hasta hace algunas días como el referente en temas económicos del presidenciable kirchnerista Alberto Fernández.

El calificativo fue dicho en una entrevista que el dueño de la Editorial Perfil, Jorge Fontevecchia, le hizo a Nielsen. Es decir que fue expresada con toda intención de que tuviera repercusión.

Escuchar esa descalificación fue como una puñalada trapera para el candidato a gobernador puesto a dedo por Cristina en la provincia de Buenos Aires con el fin de frenar a Vidal, la virginal divorciada.

Kicillof tiene un ego mucho más elevado que su corta estatura. En ese terreno, el rubio sigue el mismo trote de la jefa del kirchnerismo, sin alcanzar, claro, las maravillosas cumbres autocelebratorias de Cristina. Tiene antecedentes para defender la parada: es licenciado y doctorado en economía. Pero no es amigo ni pariente de la modestia.  

Tenga mano, compañero

Declarada la pelea, Alberto demoró muy poco tiempo en salir a aclarar que Nielsen no es su "referente" en temas económicos. Antes, Kici le había quemado la cabeza.

"Quisiera que me dejen  decidir quiénes son los que pueden hablar por mí, no que lo decidan los diarios", se quejó el candidato a presidente, quien hasta ese día jamás había reprobado que los diarios, cueva de canallas, le dieran la entidad de asesor estrella a Nielsen.

Ya antes Alberto había hecho uso y abuso de su oratoria para intentar clarificar que en su  futuro gobierno, de llegar la Rosada, todo el Poder Ejecutivo lo armará él y que también será él, y no Cristina, quien tome las decisiones.

"Sí, Juan" le contestaron socarronamente muchos de los que lo  escucharon y no lo quieren bien.

Maldito relato

Este nuevo suceso sobre las ignorancias sacó a la luz las disputas conceptuales que explotan debido a que en el "kirchnerismo bueno", es decir, el albertismo, no hay una autoridad que ordene el relato económico. 

Dos cosas sacaron de quicio a Nielsen. Una, que Kicillof hubiese sido tan arrebatado al calificar  de "una tragedia" para el país  el acuerdo del Mercosur y la Unión Europea que llevó 20 años concretar.

Nielsen, en cambio, lo había saludado como algo positivo. Así también lo calificaba la propia Cristina cuando ella era gobierno y lo alentaba sin dudar.

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El otro cortocircuito fuerte fueron las declaraciones de Kicillof sobre la necesidad de que el próximo gobierno le ponga un parate a la fuga de capitales. Decir eso y que muchos pensaran en cepos fue la misma cosa.

Nielsen consideró que eso había sido imprudente para el minucioso operativo de Cristina tendiente a no espantar a los votantes de clase media  desilusionados de Macri. Máxime ahora que Cristina se define como capitalista de la primera hora. Además, argumentó que Kicillof es candidato a gobernador de Buenos Aires y no a ministro de Economía.

Otros que tampoco logran empatizar con Kicillof son varios de los intendentes del Conurbano bonaerense quienes le exigen al rubio  candidato  que se concentre en polarizar con la macrista María Eugenia Vidal y no a hablar de temas macro como el pacto con la Unión Europea o la fuga de capitales.

El calvario político que le espera a Alberto Fernández en caso de ganar las elecciones -hasta que Cristina decida por qué cauces va a transitar la economía argentina y le baje la orden- promete ser encantador. Como el infierno que cantaba el Indio Solari.