Análisis y opinión

Hacer una buena Vendimia es pintar esta provincia, esta aldea, para hacerla universal

La Fiesta de la Vendimia gana cuando logra exprimir la singularidad mendocina y macerarla con universalidad

¿Es la Vendimia una fiesta internacional que debe hacerse al gusto de los turistas o, por el contrario, un festejo para agradar a los mendocinos? Esa pregunta, que se suele reiterar en estos tiempos vendimiales, es engañosa, destinada al facilismo, o más bien a sacar conclusiones desacertadas, pavas.

Todas las fiestas populares que en el mundo han logrado un reconocimiento y que han generado un interés por mantenerse en el tiempo, como es el caso de la Vendimia, parten de un alto componente de riqueza local. Sobre ese pivote han debido trabajar los hacedores artísticos para universalizarla. Y en ese intento han habido aciertos y errores, pero ha quedado un sedimento, una línea.

Hacer de lo local algo universal no es moco de pavo. No se obtiene abusando de los arquetipos y lugares comunes. Se logra hallando esencias y amasándolas con lo que traen los nuevos tiempos. Esa es la tarea que deben seguir haciendo los creativos, que en los últimos años han estado un poco apichonados, cómodos en aprovechar lo ya trajinado y con poca audacia para transitar nuevos caminos.

►TE PUEDE INTERESAR: Política, vodevil y mucho más: las nuevas series y películas que sorprenderán a Mendoza

Fiesta Nacional de la Vendimia-Vendimia 2023.jpg
Mendoza ya entró en la cuenta regresiva para presenciar el Acto Central de la Vendimia 2023.

Mendoza ya entró en la cuenta regresiva para presenciar el Acto Central de la Vendimia 2023.

No puede negarse, empero, que las autoridades de Cultura suelen encorsetar demasiado a los artistas, particularmente a los guionistas y directores para que sólo se muevan dentro de ciertos cánones. En esto suele haber un exceso de catecismo vendimial.

El entramado

Quienes hicieron famosa la Vendimia a lo largo de sus 87 años de vida son aquellos que lograron exprimir la singularidad mendocina y hacer de esa pulpa un producto que seduzca a un japonés, a un alemán o a un tibetano, a un brasileño o a un yoni y, claro, a los propios mendocinos.

Entre los puntos altos que ha logrado esta Fiesta, convertida ya en una industria cultural, es haber consolidado un entramado de géneros, una mezcolanza (a veces virtuosa y otras imperfecta) donde se cuece una extraña mixtura de géneros artísticos.

En la Fiesta de la Vendimia conviven, por pizcas, el teatro, los musicales, la revista, el vodevil, el cine, el circo, la ópera, la fiesta campestre, el radioteatro, los bailes sociales, los carnavales y el espíritu del fin de la cosecha. Pero también las coreografías para cientos de bailarines, los grandes despliegues escenográficos, o los aportes tecnológicos de pantallas y otras parafernalias que trae el presente.

Además, la Fiesta ha hecho una escuela vendimial de bailarines, de actores, de figurantes, de guionistas, de escenógrafos, de puestistas y directores. Y ha generado un público adicto y fiel, como el de la ópera.

fiesta nacional de la vendimia 2023.jpg
La Fiesta ha hecho una escuela vendimial de bailarines, de actores, de figurantes, de guionistas, de escenógrafos, de puestistas y directores.

La Fiesta ha hecho una escuela vendimial de bailarines, de actores, de figurantes, de guionistas, de escenógrafos, de puestistas y directores.

Aquella bohemia

¿Qué le está faltando a la Fiesta? Decididamente un nuevo envión creativo como tuvo en los años '60 y parte de los '70 cuando la Fiesta explotó de imaginación y talento con Abelardo Vázquez y un grupo de artistas singulares que "pintaron" esta aldea y la hicieron internacional.

Fueron los años de los grandes espectáculos "de luz y sonido" que dejaban a todos con la boca abierta cuando, por ejemplo, convertían todo un cerro en una viña por la que corría el agua; o cuando desplegaban a los bailarines por la serranía en la que parecían flotar. Después vinieron otros que se quedaron en la cómoda reiteración de eso hasta el cansancio.

La "etapa Abelardo" fue una usina de imaginación. Toda una bohemia productiva que dejó sedimento, humus. Años en los que desde Mendoza nacía el Nuevo Cancionero y en los que los pintores y los muralistas impregnaban con su sus obras sitios públicos y privados.

Después hemos tenido Fiestas vendimiales muy buenas, buenas y regulares pero, nunca una totalmente mala. La Vendimia dejó un piso de calidad que no se puede horadar.

En limpio

A la Fiesta hay que rescatarla de cierta medianía en la que se cree cómoda y proyectarla hacia el futuro. Siempre sabiendo de dónde viene, pero con poder de adaptación a la contemporaneidad. Tradición y modernidad pueden y deben llevarse muy bien.

Su razón de ser no está en la picota, como sí ocurre con ese complemento de la Fiesta que es la elección de la reina vendimial, hoy en medio de un debate sobre los concursos de belleza, que los propios mendocinos deberán definir.

La Vendimia es un ícono de Mendoza, como el Aconcagua. Una marca. Sin embargo pareciera que todavía no se asume plenamente como el festejo de una de las Grandes Capitales del Vino.