Prefiere el bajo perfil, entonces habla poco con su voz ronca, como gastada. No usa redes sociales. Ni Facebook tiene. A los celulares les tiene fobia: mira las llamadas entrantes y no haber atendido algunas le valieron más de un reclamo y más de una cargada en sus equipos de trabajo.
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Sin embargo, ahora, contra todo ese ánimo de independencia, Dalmiro Garay está al comando, por decisión propia y gracias al apoyo de sus colegas José Valerio, Teresa Day y Pedro Llorente, de un avión en pleno vuelo: la Suprema Corte de Justicia que atraviesa, según él mismo, una etapa “de turbulencia” extraordinaria.
Porque ese órgano político del Poder Judicial está sumido en un cielo que comenzó a nublarse lentamente hace algunos años, merced a pujas esporádicas entre peronistas y radicales.
El mismo cielo que, después de algunos claroscuros, súbitamente se puso negro y comenzó a tronar y a relampaguear, como en las últimas semanas, como consecuencia directa de la postulación y el arribo de Day (49) en lugar del renunciante Jorge Nanclares (70). Entonces, la cúpula de la Justicia de Mendoza entró en estado de zozobra. Con altísimo riesgo de capotar.
Buen día, presidente
Es sábado y Garay –sanjuanino, nacido en Jachal hace 47 años– ya despertó de su primera noche como presidente de la Corte. Ya tomó los primeros mates del día. Con yuyos, como el poleo que trae de un campo familiar. Este abogado recibido en Derecho de la UNCuyo en 2002, ya atendió una urgencia vinculada al sistema informático de la Justicia de Familia.
Ahora escucha a Diario UNO.
-Hoy la Corte está rota, partida en dos: los oficialistas que están a favor de Teresa Day, y los peronistas, en contra ¿Cómo se supera esta situación, teniendo en cuenta que, por primera vez en la historia, un sector de la Corte no fue a votar en una elección de presidente replicando lo que hizo el PJ en el Senado?
-Habrá un comienzo de reparación cuando tengamos alguna claridad acerca de cómo se va a resolver el caso de Teresa, sea para bien o para mal.
-¿Será suficiente?
-También cuando se conformen algunos marcos de contención interna a través de la gestión en la Corte. Yo sé que a muchos (ministros del máximo tribunal) les interesa esto, como a Mario (Adaro) y a Julio (Gómez). Podrá seguir habiendo desacuerdos pero estoy convencido de que si nos comprometemos acerca de lo mucho que hay que hacer en la Corte iremos encontrando espacios de trabajo y de diálogo. Y eso resultará mejorador. Y si podemos encapsular lo que no puede dialogarse, incluso por cuestiones jurisdiccionales, estará bien.
-Hábleme de esa "turbulencia" a la que se refirió el viernes, tras haber sido electo…
- Estamos atravesando momentos en que la Corte navega en la turbulencia que nos trae la política, aunque a veces la misma Corte ha ido hacia la política en busca de turbulencia.
-Teresa Day ha dicho que quiere un Poder Judicial al servicio del ciudadano y en las antípodas de la Justicia que Kafka expone y critica en El Proceso. ¿Y usted?
-Lo lógico sería tener un Poder Judicial fuerte, con iniciativa, con mucha independencia y una Corte con reglas de juego claras cuando haya hechos que provoquen tensión interna. Lo ideal es encauzar esta tensión de tipo política partidaria cuando llega a la Corte desde afuera mediante reglas de juego claras sobre cómo resolverlas desde lo procesal y lo político.