"Escuchen" y "orden" fueron seguramente las palabras que más repitió el gobernador Alfredo Cornejo en lo que fue su última apertura de sesiones legislativas en el cargo. Apeló a ellas cada vez que como estrategia contrastó la provincia que recibió con la que deja, oponiendo conceptos como incumplimiento e ineficiencia -a los que instó a no volver- con el orden administrativo, caballito de batalla de su gestión. Eludió nombrar al Presidente y ante tanto repaso de gestión sólo hubo lugar a un anuncio: romper con el círculo de la compra-venta de las autopartes robadas.
Con el foco puesto sólo en la provincia, Cornejo hábilmente se distanció de las políticas macroeconómicas de la Nación e insistió en su idea de la necesidad de una economía sana, "que sólo puede construir la política. Somos los dirigentes políticos los que con autoridad estamos llamados a generar reglas". Casi al final de su discurso, y en medio de una referencia ineludible, asumió que le duele la pobreza, pero revirtió la mirada e invitó a pensar: "¿Se imaginan lo que sería la pobreza con ese Estado devastado?" dijo en referencia a la realidad del Estado que recibió.
Entre las críticas de la oposición -que iba tuiiteando mientras el gobernador hablaba- lo que más se le retrucó fue que no hizo alusión a la inflación. De hecho sólo la nombró cuando recordó que ahora el Ministerio de Seguridad tiene el triple de vehículos de los que tenía en el 2015 y que pese a eso y a la inflación se ha mantenido el mismo gasto de combustible y lo atribuyó a un estricto control de ese gasto.
En tiempos electorales, el gobernador eligió despedirse de la Casa de las Leyes alentando a los mendocinos a no volver atrás, sino a seguir por el que camino que él trazó. "Estamos obligados a asegurar la continuidad de un proceso que le garantice a Mendoza un Estado moderno y previsible" señaló en tono de campaña y aprovechó el momento para golpear a la oposición que con "impericia cínica en cada elección prometeen el aire, con premeditación y alevosía".
A modo de cierre de balance, Cornejo le dio un giro literario a su discurso cuando aseguró que se comprometió "a detener la decadencia y descomposición del Estado y he cumplido", pero se encargó de advertir que todo eso que logró revertir "será en vano si a la vuelta de la esquina, otra vez la fabulación del slogan se impone sobre la racionalidad fiscal. Si el voluntarismo le gana la pulseada al orden".