Alberto Fernández quiere darle de tomar a Alfredo Cornejo la misma medicina que éste último prescribió durante mucho tiempo a sus detractores.

Cuando era gobernador de Mendoza, Cornejo solía refutar a algunos críticos, sobre todo del peronismo legislativo, espetándoles que jamás habían gestionado ni un kiosco, como negándoles credenciales para cuestionarlo.

La última candidata a gobernadora por el peronismo, Anabel Fernández Sagasti, fue uno de los blancos preferidos de Cornejo ya que, efectivamente, ella nunca había tenido cargos ejecutivos, esos que obligan a tomar decisiones todos los días y a demostrar muñeca política.

La Sagasti había hecho su carrera política sólo en los entreveros del Congreso nacional y siempre de la mano directiva de Cristina Kirchner. Sin embargo prometía que como gobernadora nos iba a llenar la heladera y poner plata en nuestros bolsillos, lo cual sacaba de quicio al sanguíneo mandatario salido desde San Carlos.

Chupate esa mandarina

“Cornejo no gestiona. Por eso critica tanto”, dice ahora con gusto a revancha el presidente Alberto Fernández para bajarle el valor de las acciones a este mendocino levantisco que desde diciembre pasado es diputado en el Congreso, titular nacional de la Unión Cívica Radical e integrante de mesa horizontal opositora al gobierno en la que Macri no tiene silla.

Casi al mismo tiempo en que Alberto se daba el gusto medicinal ya relatado, se ventilaban unas encuestas en las que el actual mandatario de Mendoza, Rodolfo Suarez, aparecía con una imagen positiva del 70%.  Es decir: te pego arriba y abajo.

Suarez, ex intendente de la Ciudad de Mendoza, es presentado habitualmente por la Casa Rosada como “un gobernador amigo", un político que entiende que la pandemia no es un escenario para la diatriba o la chicana politiqueril.

La lectura es fácil: Suarez necesita del apoyo del gobierno nacional ante la brutal caída de la recaudación de impuestos y de los vencimientos de deuda.

No jodás, Pilo

Alberto aprovecha esa realidad para meter baza entre el difícil  Cornejo, jefe nacional de los radicales y por lo tanto con un rol distinto al que tenía como gobernador, y Suarez, su delfín en la gobernación mendocina, quien al estar obligado a gestionar para los mendocinos en medio de una debacle sanitaria y económica, debe ejercer con mucho tacto un rol de contemporizador.

Esto de querer hacer pelear a aliados es una de esas maldades que les encanta concretar a los políticos de cualquier pelaje partidario.

Fiero destino el de los socios políticos que terminan enemistados. Los memoriosos deben recordar cuando, con bronca indisimulada, Arturo Lafalla le decía a José Octavio Bordón por TV: “Pilo, dejate de joder”. Bordón quería llevar a toda costa a Lafalla hacia la ruptura con el  menemismo y éste se negaba.

¿Dónde estás sentado?

La frase “Cornejo no gestiona” está pensada para que la tribuna crea que actuará en el destinatario como una patada en los testículos. Sin embargo no  hay que olvidar que los personajes políticos no piensan ni actúan ni sienten como ciudadanos comunes. Además, Alberto Fernández y Alfredo Cornejo no se conocen de hoy.

Cuando el presidente Néstor Kirchner convocó al entonces gobernador Julio Cobos para aquella aventura transversal que terminaría después volando por los aires en la primera presidencia de Cristina, Alberto era el jefe de Gabinete del santacruceño y “el Alfredo” un hombre clave de Cobos.

 El Presidente peronista y el jefe de la UCR saben de truncas experiencias y los dos tienen el lomo curtido por la política. Están preparados para éste y otros picudeos más bravos. Nosotros, la tribuna, debemos aprender a separar la paja del trigo.