Historias del crimen

Sufrió bullying de niño y se vengó con un crimen 40 años después

El autor del crimen esperó décadas masticando rencor por lo que había sufrido

En una ciudad de apenas 7.000 habitantes en Estados Unidos se dio una historia de bullying que durió varias décadas y culminó con un recordado crimen.

El 18 de enero de 2012, Carl Ericsson, un hombre de 73 años con una vida aparentemente tranquila como vendedor de seguros retirado, tocó el timbre de la casa de su antiguo compañero de escuela, Norman Johnson, de 72 años.

Cuando Johnson abrió la puerta, Carl Ericsson le preguntó: "¿Eres Norman Johnson?". Al confirmar su identidad, sacó una pistola calibre 22 y le disparó dos veces en la cara. La víctima del crimen murió en el acto. Pero todo había comenzado 40 años antes.

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El caso de bullying derivó en un crimen. Imagen ilustrativa.

El caso de bullying derivó en un crimen. Imagen ilustrativa.

Bullying y crimen tardío

La historia remonta a la década de 1950, en los pasillos y vestuarios de una escuela secundaria de ese pueblo de Estados Unidos. Carl Ericsson era un adolescente introvertido, delgado y no atlético, relegado al rol de gerente estudiantil del equipo de deportes. Su tarea: cargar con el equipo, servir agua y limpiar después de los entrenamientos.

Norman Johnson, por el contrario, era el popular: un atleta estrella, carismático y con un futuro prometedor. Según el testimonio de Carl Ericsson durante su juicio, un incidente en el vestuario lo marcó para siempre. Johnson y otros compañeros, en un acto que él describió como humillante, le colocaron un un protector atlético sobre la cabeza como si fuera un sombrero. "Me sentí como un payaso, invisible y ridículo", confesó.

El trauma del bullying no se disipó con los años. Carlo Ericsson se graduó en 1956 y se mudó a otra ciudad ubicada 80 kilómetros. Se casó con su esposa por 44 años, tuvo una carrera estable en seguros y evitó el contacto con su pasado. Pero internamente, había rencor.

carl ericsson crimen
El hombre fue condenado a prisión perpetua por el crimen.

El hombre fue condenado a prisión perpetua por el crimen.

El hombre sufrió episodios severos de depresión y ansiedad, agravados por un problema crónico con el alcohol. "Era algo que pasó hace más de 50 años, pero nunca lo superé", admitió el criminal ante el juez en su audiencia de mayo de 2012.

El detonante llegó en enero de 2012. Carl Ericsson, lidiando con una depresión aguda, decidió actuar. Condujo 2 horas en su auto, tocó el timbre, intercambió palabras breves y disparó.

La policía de Estados Unidos llegó minutos después, alertada por vecinos. Un tip anónimo llevó a la detención de Carl Ericsson esa misma noche. Se declaró culpable por el crimen y finalmente fue condenado a prisión perpetua.

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