Todo cambió en 2019, cuando la adolescente ya con 19 años denunció varios hechos de abuso sexual que sufrió por parte de su progenitor. El primer ataque recordó la menor fue cuando tenía 16 y ocurrió en la casa de su abuela paterna, ubicada en el barrio 12 de Junio de Las Heras. La víctima relató que era cerca de la medianoche cuando estaba acostada viendo una película con su padre. Si bien tenía los ojos cerrados, no estaba dormida del todo. En ese momento comenzó a sentir que el hombre la tocaba en sus partes íntimas y la frotaba con su pene. "Me puse dura, no sabía qué hacer ni cómo reaccionar. Me hice la que estaba dormida", declaró la joven.
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Dos años después, tras las vacaciones de invierno -según precisó la adolescente-, ocurrió una situación similar cuando se encontraban en un departamento ubicado en calle Eusebio Blanco y Perú, en Ciudad, que el hombre solía alquilar diariamente a turistas. En ese caso estaba padre e hija viendo una película en la cama, pero también estaba la novia del hombre.
El agresor sexual volvió a manosear a su hija durante 15 minutos pero al mismo tiempo avanzaba para tener relaciones sexuales con su pareja. "Calmate, J.C. que está tu hija", le susurró la mujer.
Investigación contundente
Tras la denuncia de la adolescente, el fiscal de Delitos Sexuales Gustavo Stroppiana comenzó un expediente penal donde decidió detener al sospechoso e imputarlo por abuso sexual gravemente ultrajante y abuso sexual simple, agravados por el vínculo y por la guarda. Si bien no se registraron lesiones físicas en la denunciante -debido a que habían pasado varios meses desde los hechos-, los psicólogos analizaron que la adolescente tenía niveles elevados de angustia y que su relato era consistente, coherente y sin contradicciones.
En contraparte, el sospechoso declaró negando los vejámenes. Planteó como coartada que su hija lo continuaba visitando y que en realidad hizo la denuncia porque estaba celosa de su actual pareja, además de estar influida por la mala relación que tiene con la madre de la menor.
Lo cierto es que a lo largo de la investigación declaró un exnovio de la víctima, la progenitora y una psicóloga que la asistió tras una "crisis de llanto". Todos coincidieron en que la joven les confesó los abusos que había sufrido por parte de su padre. En tanto que la pericia psicológica al imputado determinó que tiene una personalidad con rasgos psicopáticos, inmaduros, de satisfacción egocéntrica y con indicadores compatibles de pedofilia.
Acorralado por las pruebas, J.C. decidió pasar por un juicio abreviado este jueves donde fue condenado a una pena de 5 años y medio de prisión que fue pactada entre el fiscal y la defensa, con el aval de la víctima.
El hombre continuará alojado en la penitenciaría mientras se investigan otros dos expedientes en el sur de Argentina y en el país vecino de Chile, ya que la adolescente declaró que también fue agredida sexualmente cuando se encontraban de vacaciones en esos lugares.