La supuesta proxeneta les decía el lugar y hora para reunirse, que generalmente era en turnos nocturnos de hoteles. Al lugar llegaba el cliente -que en realidad era el mismo hombre que simulaba contratar a las mujeres-, tomaba el servicio sexual y aseguraba que ya le había pagado a la proxeneta. Cuando las víctimas finalizaban su parte del trabajo llamaban a la mujer para reclamar el pago pero nunca recibían respuesta del otro lado del teléfono. Allí comenzaron a efectuarse las denuncias penales.
La fiscal Moya se encuentra investigando al menos tres hechos donde se habrían concretado los servicios sexuales pero también otros hechos donde el hombre contactó a menores de edad en Facebook y no logró concretar el acto. Esos últimos casos están caratulados como grooming.