Mendoza y la zona Este tienen varios antecedentes de casos parecidos a una víctima que se defiende a los tiros de un delincuente (como pasó con la dueña de una estación de servicio) y Palmira cuenta con dos que son cercanos. Ambos ocurrieron también en las propiedades de los que eran víctimas y se transformaron en victimarios.
Según la historia contenida en el expediente judicial, la noche del sábado 15 de septiembre de 2012, cerca de las 23, un grupo de jóvenes se acercaron al almacén ubicado en la esquina de las calles Pouget y Correo de Comercio, del barrio Covipa. Al menos dos de estos jóvenes intentaron asaltar el almacén de Rubén Ocampo, que en ese momento tenía 62 años. El hombre forcejeó con uno de ellos, le quitó un revólver calibre 32 largo y con esa misma arma efectuó varios disparos.
Emanuel Dante Giménez, de 20 años, fue alcanzado por un proyectil que le ingresó por una de las axilas y le salió por la espalda y le causó la muerte minutos más tarde. Ramón Ibáñez, de 18 años, recibió un balazo en una pierna.
El comerciante se presentó en la fiscalía horas después, estuvo demorado unas horas y recuperó su libertad bajo caución.
En la madrugada del 30 de junio de 2014, el empresario Alberto Melero (39) regresaba a su casa, que estaba siendo remodelada, en calle San Martín 391, a 100 metros de la plaza principal de Palmira y a 130 metros de la Comisaría 28.
Si bien la casa estaba en plena obra, Melero pernoctaba allí para evitar robos, que se habían producido ya varias veces en esa construcción.
Eran cerca de las 2 de la madrugada cuando el empresario estacionó su auto frente a la comisaría, ya que todavía la cochera no estaba lista, y caminó hacia su casa. Cuando ingresó, vio que había dos jóvenes adentro. La versión de la defensa sostuvo que los desconocidos intentaron abalanzarse sobre Melero, pero este sacó una pistola calibre 22 y disparó. Los intrusos giraron para huir y una bala impactó en la zona lumbar de uno de ellos, que resultó ser Kevin Bazán, un chico de 15 años. Pese a estar herido, el muchacho trepó una medianera y pasó a un patio vecino. El otro se trepó a los techos y corrió. Mientras tanto Melero, sin saber si había más personas adentro, salió a la calle y efectuó varios disparos.
Bazán quedó tendido boca arriba en el patio vecino, ya moribundo. El otro joven, posiblemente con algún raspón que le produjo pérdida de sangre a juzgar por algunas manchas que encontró después la Policía Científica, logró escapar. A Melero se le fijó una caución real de $50.000 y se le otorgó la libertad condicional.