La Justicia remedió así una cadena de deficiencias que se cometieron hace un año en un primerjuicio en el que no se habían garantizado los derechos de la víctima y que terminó siendo anuladopor la Suprema Corte de Justicia de la provincia. Hoy P. , ya con 16 años, vive en un hogar sustituto y ha retomado sus estudios secundariosmientras su padrastro y abusador deberá pasar los siguientes años en la cárcel. Este debió ser el resultado del primer juicio, a fines de marzo del año pasado, pero no fueasí por una increíble conjunción de errores. Por fortuna la Justicia tuvo el mérito de reconocerlosy hacer un nuevo juicio, en donde las partes gozaron de todas sus garantías. Hace un año Aquella vez P. fue presionada durante su declaración en debate por los defensores De Oro yAvaca, quienes llegaron a decirle que la querellarían por calumnias e injurias y luego la trataronde "precoz prostituta". Esa vez los jueces no le pusieron límites a la defensa, la asesora de menores no tuvoposibilidades de intervenir y el fiscal Alberto Acevedo no hizo nada para proteger a la víctima yprescindiendo de todas las pruebas periciales y de las declaraciones de la mayoría de los testigoslevantó la acusación contra Marinozzi y pidió su absolución. Esta vez el fiscal Javier Pascua no sólo cumplió plenamente con su rol, sino que además seencargó de que la víctima se sintiera totalmente contenida cuando tuvo que volver a declarar antelos jueces e hizo poner en consideración toda la prueba reunida e incluso logró que se le dieraintervención al Equipo de Abordaje de Abuso Sexual Infantil. Durante este segundo juicio el abogado Eduardo Enrique de Oro, quien ya anunció que apelarála sentencia, tuvo necesariamente que contenerse más en sus expresiones, principalmente cuando lamenor volvió a declarar. Por pedido del fiscal y con la aprobación del tribunal un psiquiatra escuchó las preguntasque tenía para hacerle la defensa y de la manera menos traumática posible se las retransmitió a lavíctima. También los testigos jugaron un papel importante para que la Justicia remediara sus propiosdesatinos. Pese a soportar un largo proceso de casi 2 años y medio los declarantes nunca se negarona comparecer y fueron coherentes en sus dichos.