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La ballesta que encontraron en el departamento del asesino serial.
Un asesino serial torpe
Corría mayo de 2010. Stephen Griffiths vivía en un edificio en la ciudad de Bradford. La verdad es que pasaba casi desaparecibido en el lugar: solía ser muy callado y no había tenido mayores problemas con alguno de los vecinos o lugareños de esa localidad de Inglaterra.
Una noche de ese mes, un guardia de seguridad del edficio se puso a mirar las grabaciones de las cámaras de seguridad. Seguramente más para matar el aburrimiento que para un objetivo concreto de su trabajo. Nunca se imaginó que iba a descubrir a un asesino serial.
Seguramente el guardia se estremeció al encontrar el video donde Stephen Griffiths correteaba una mujer por uno de los pasillos del edificio, la golpeaba y luego la metía en su departamento. Minutos después, salía cargando dos pesadas bolsas de plástico. Incluso el hombre miraba a la cámara empuñando una ballesta y realizaba una grosera seña con sus dedos.
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Las imágenes que develaron al asesino serial de Inglaterra.
La mente de un asesino serial
Tres días después de ese descubrimiento, Stephen Griffiths fue detenido. Al dia siguiente, se encontró un cadáver descuartizado en un río ubicado a 5 kilómetros de su casa. Se trataba de los restos de una prostituta de 36 años que era la misma que fue agredida en el ataque filmado por las cámaras de seguridad.
Stephen Griffiths nunca negó su autoría. Por el contrario, no sólo confesó ese crimen sino que admitió haber cometido otros dos femicidios de prostitutas de la zona en junio de 2009 y en abril de 2010.
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Las tres víctimas de los crímenes del asesino serial de Inglaterra.
El perfil psicólógico de Stephen Griffiths lo pintaba de cuerpo entero. En su propio perfil de Facebook se autodescribía como: “La humanidad no es una mera condición biológica. Es también un estado mental. Basándose en eso yo soy a lo sumo un pseudo humano y como mínimo un demonio”.
A fines de 2010, el asesino serial fue juzgado y condenado a prisión perpetua. En la primera jornada de ese juicio le dijo al juez "soy el Caníbal de la Ballesta". Los psiquiatras consultados por la prensa para que hicieran un perfil del asesino coincidieron en que buscaba ser descubierto. De otro modo se podían explicar las desprolijidades que tuvo en su último crimen.