La fiesta clandestina era convocada por un grupo de jóvenes de buen pasar económico -entre los cuales se encuentran los sospechosos de los dos expedientes- y se iba corriendo boca a boca entre el ambiente. Los organizadores ya estaban acostumbrados ya que algunos de ellos trabajaban para una productora que realizaba fiestas electrónicas antes de la cuarentena. Incluso también habían liderado alguna que otra fiesta clandestina en una finca cuando estaba prohibido debido a la veda por alguna elección, según recordaron algunos rivadavienses.
Dentro de la Madriguera se veía de todo. Alcohol, drogas y hasta mesas de apuesta de póker. A veces llevaban las bebidas los propios invitados, al estilo "heladerita", y en otras ocasiones los organizadores se encargaban del asunto. Algunos jóvenes que han asistido al lugar aseguraron haber visto barras y hasta diez freezers que eran alquilados a una empresa de banquete.
Este fue el contexto en que surgieron las dos denuncias de abuso sexual en Rivadavia en los últimos días. Ahora será la Justicia la encargada de probar si los delitos existieron y si los señalados fueron los autores.