El israelí Nicolás Gil Pereg, acusado del aberrante crimen de su madre y su tía en 2019, cumple 39 años este jueves, encerrado en una celda del penal San Felipe, donde mantiene comportamientos fuera de lo normal. A pesar de la cantidad de veces que su defensa trató que se lo declarara inimputable y sea sobreseído, la Justicia ordenó que vaya a juicio por jurado.

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Este jueves 16 de abril, en su cumpleaños 39, será un día más que pasará aislado dentro de su celda del penal San Felipe. No recibirá visitas, ni regalos, y tampoco tiene ningún interés en eso. Posiblemente sus hermanos y tíos lo recuerden en Israel, pero no para saludarlo en su día, sino a la espera del juicio que debe afrontar por el doble crimen de su madre Pirhia Saroussy y su tía Lily Pereg, de 63 y 54 años.

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Sus abogados aseguran que está mal, y debido al aislamiento social y las restricciones lógicas del penal, no pueden hacer las visitas periódicas que realizaban. Indicaron que desde que comenzó la cuarentena obligatoria, Gil Pereg se comunicó con ellos una sola vez.

Desde no querer usar ropa, maullar como un gato, negarse a bañarse e higienizarse, declararse como un gato salvaje y defecar como tal dentro de su celda, escribir las paredes de su celda con su propia materia fecal, y asegurar que un gato de más de 500 años llamado Badjus lo visita en su celda, son algunas de las cosas que pasaron en el penal San Felipe donde está detenido desde enero de 2019.

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Sus abogados defensores presentaron todo tipo de recurso para que Gil Pereg sea declarado inimputable y sobreseído por el doble homicidio del que se lo acusa con cada herramienta que tuvieron a su alcance. Hicieron referencia en muchas oportunidades a la salud mental del acusado, y a las pericias psicológicas y psiquiátricas que le realizaron en este tiempo.

Cada vez que el acusado por doble homicidio debía ser llevado a Tribunales entraba a la sala de audiencias con maullidos como un gato. Incluso una vez hizo sus necesidades dentro de la sala, por lo que debieron sacarlo y limpiar. Siempre usó la misma remera y bermuda con la que fue detenido en enero de 2019, pero claro que sucias y deterioradas, además con la barba y el pelo muy largo.

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Pero en las últimas audiencias se lo vio diferente, se lo vio con otra ropa, con una conducta que parece extraña en él, ya que se comportó como cualquier persona. Pero, jamás habló de lo ocurrido con su madre y su tía, nunca explicó nada sobre su muerte, y mucho menos reconoció el crimen.

Por su parte, El fiscal jefe de la fiscalía de Homicidios Fernando Guzzo, y la fiscal Claudia Ríos plantearon que Gil Pereg está ubicado en tiempo y espacio y comprende el proceso al que está sometido. Finalmente, el juez Sebastián Sarmiento ordenó que el israelí debe ir a un juicio por jurado.

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El crimen

El 11 de enero de 2019 Nicolás Gil Pereg denunció que su madre y su tía habían llegado a la provincia, fueron a visitarlo a su predio de Guaymallén, y cuando se fueron para regresar al departamento que habían alquilado en pleno centro mendocino, no supo más nada de ellas.

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Toda Mendoza estaba revolucionada por lo que pudo haberles pasado a las dos turistas israelíes, y Gil Pereg hablaba con todos los medios y contaba que había mucha inseguridad en la provincia y que temía por lo que podía haberles pasado a las mujeres.

Incluso un tío y amigos de la familia llegaron de Israel, hablaron con Nicolás, quien les aseguraba la misma versión una y otra vez.

Finalmente, a fines de enero, los dos cuerpos fueron encontrados enterrados en el fondo de la propiedad de calle Roca, frente al cementerio de Guaymallén.

La escena fue tremenda porque las mujeres habían sido asesinadas y atravesadas con hierros después de muertas. Al parecer primero habría asesinado a su tía a tiros, y luego asfixió a su madre.

Durante el proceso se conocieron detalles muy escabrosos y hasta difíciles de creer, como que pensaba inseminar a su madre para poder tener un hijo.

También quería que llevaran a sus 37 gatos a su celda, y llegó a pedir que lo encerraran en el zoológico si era necesario, pero él necesitaba estar con sus gatos, a los que los llamaba hijos.