En el momento de mayor auge, llegaron a sumar más de 220 millones de usuarios y la industria se expandió a veinte países extranjeros.
Pero, la incapacidad de muchas firmas para mantenerse sin ayuda del erario público llevó a la quiebra a la mitad de ellas.
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Paralelamente, hace una década, muchos fabricantes lanzaron al mercado de autos de alquiler impulsados por baterías eléctricas. Hoy, la mayoría lucen tristemente descartados en al menos media docena de ciudades chinas. Las compañías de transporte que los poseían terminaron en su mayoría en la quiebra.
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Ocurrió lo mismo que con las bicicletas, alentados por los generosos aportes gubernamentales, cientos de constructores de automóviles en China se consagraron a la movilidad sustentable. Produjeron coches relativamente sencillos, pero que solamente podían funcionar con una autonomía de unos 100 kilómetros con una carga.
En su mayoría, fueron comprados por empresas de transporte compartido que los alquilaron a los conductores a través de aplicaciones digitales. Solo unos pocos clientes privados optaron por comprarlos.
China es ahora el líder mundial en autos limpios, produciendo alrededor de seis millones de unidades de eléctricos e híbridos enchufables al año.
Representa el 60% de la flota ecológica actual del mundo y tiene la infraestructura de carga más extensa del planeta, también construida con el apoyo del gobierno. Pero, el vertiginoso desarrollo dejó muchas víctimas.
Ahora, existen cien fabricantes chinos de rodados con esta modalidad en comparación con aproximadamente 500 que existían hace apenas cinco años. Un sistema de créditos altamente subsidiados recompensaba a los fabricantes de automóviles y penalizaba la fabricación de automóviles con alto consumo de combustible fósil.
Docenas de holdings le reclamaron a la administración pública, muchas veces de manera fraudulenta, unos 1.300 millones de dólares en ayudas.
Los cementerios de vehículos eléctricos comenzaron a llamar la atención del público en las redes sociales, ya que los medios de comunicación son controlados por el gobierno y no quisieron mostrar semejante derrota.
Resumiendo, las bicicletas compartidas abandonadas y los cementerios de vehículos eléctricos fueron el resultado de una suerte de "greenwashing" asiático. Queda para la posteridad un fuerte daño ambiental y, además, una injusta mala fama para ideas que, en principio, resultaban muy prometedoras.
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