Además, el calentamiento global está jugando en contra de la abundancia, según confirmó la agencia de Naciones Unidas para la Alimentación, FAO, debido al aumento de temperatura del agua.
Las especies capturadas, en buena medida, se exportan. Por ejemplo, el 80% del mejillón de mar chileno se vende en Rusia y China. No llega a las mesas de los más humildes.
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Consultado por Carbono.news, el experto chileno en políticas oceánicas Maximiliano Bello, expresó: "A medida que hay más carbono en la atmósfera, más carbono también es secuestrado por las grandes masas de agua. Esto hace que más se acidifique el océano, lo que tiene repercusiones tremendas para el medio ambiente, que es un todo".
El llamado "guardián de los mares" agregó: "Hay que seguir empujando a que los estados tomen las decisiones correctas y cumplan con el Acuerdo de París. Estamos encontrando mayor receptividad en los privados que en los propios estados. Pareciera que la sociedad civil tiene mayor conciencia. Allí, se nota mayor rapidez y urgencia. Los funcionarios han sido muy lentos y reticentes a la hora de alcanzar los objetivos planteados en las cumbres globales".
Chile: un éxito para el fracaso
Con respecto al único guarismo positivo que muestra la producción de Chile en los mares, la salmonicultura, Bello es tajante: "Yo exijo que se eleven los estándares de exportación y fiscalización por parte del Estado a la industria. Estas tareas practicadas en las profundidades y dentro de grandes jaulas no operan con especies nativas".
Y agregó: "Constituyen la principal amenaza para las aguas patagónicas. Por el hacinamiento, los peces se estresan y su sistema inmune disminuye, lo que acaba por enfermarlos. Para evitarlo, las compañías los alimentan con antibióticos preventivos. No puede ser que en Noruega produzcan una tonelada con un kilo de antibióticos y en Chile se necesitan 100 kilos para el mismo volumen. Eso te dice que lo que estamos generando es de mala calidad"
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Estas labores concentradas en el sur del país ofrecen 70.000 puestos de trabajo: 20.000 directos y cerca de 50.000 indirectos, según los datos de SalmonChile, la asociación que reúne a los productores.
"Yo no quiero dejar a la gente sin trabajo. Tenemos que buscar conjuntamente soluciones para poner ese valor tan alto en otras actividades que permitan reemplazar a la salmonicultora", sostiene. Una alternativa laboral, afirma, puede ser el conocimiento ancestral de las comunidades sobre los bosques de algas patagónicos -uno de los más grandes del mundo-, el ecosistema de mayor captura de carbono del mundo, con "la capacidad de regenerar este planeta".
Está previsto que este semestre se ingrese una nueva Ley de Pesca al Congreso chileno. Bello asegura que el primer paso clave de la industria debe ser salir de las áreas protegidas. "El Estado le entregó concesiones a la industria en lugares que no debía, pero que no sabían en ese momento", afirma.
Hay 1.359 concesiones de acuicultura vigentes a nivel nacional, de las cuales un 30% se ubican al interior de porciones marinas del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado, según un informe de la Fundación Terram, elaborado con datos de la Subsecretaría de Pesca (Subpesca) y el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) presentado en octubre de 2022 en la Cámara de Diputados.
Para instalar el debate sobre el futuro de la industria de la salmonicultura, Bello está liderando el programa "Descubriendo la Patagonia Azul". La entrevista ocurre en la antesala de una expedición de 10 días a la Patagonia, en la que el ambientalista irá acompañado de científicos, ecologistas, y un equipo audiovisual de talla mundial. El proyecto de tres años, para el que recaudaron los primeros 300.000 dólares, buscará mostrar a través de documentales, programas de televisión y videos para distintos soportes lo que se esconde en las aguas australes.
"Cuando te dicen Patagonia, uno piensa en cerros, glaciares, bosques, pero poca gente sabe lo que hay debajo del agua", dice entusiasmado, antes de enumerar algunas de las riquezas naturales de la zona: las 40.000 islas e islotes, los múltiples fiordos con especies gigantescas y únicas, las colonias de aves marinas, las nutrias, los lobos marinos, los bosques submarinos, y un largo etcétera.
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(Max Bello. Foto: Gentileza)
En las grabaciones van a abordar el impacto de la salmonicultura y cómo se han degradado ciertas zonas, pero sobre todo, quieren enseñar la belleza del fin del mundo. Poner en valor el territorio y las comunidades desconocidas para que, una vez que la gente sepa de qué se trata, quiera hacer algo para defenderla de las amenazas. Y así, como lo ha hecho Bello durante los últimos 20 años, todos nos convirtamos en guardianes del océano.
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