El caso curioso de José Luis Brown. A principios de 1986 lo echaron de Deportivo Español y sin club Carlos Bilardo lo mantuvo en la Selección. Iba a ser suplente y terminó jugando el Mundial México '86

Llegó al entrenamiento como todos los días en Deportivo Español y antes de cambiarse lo llamaron los técnicos Oscar López y Oscar Cavallero para decirle que no estaba en los planes del equipo. Que no jugarían con líbero y que se buscara club. Noticia triste para el jugador que había tenido días de gloria en Estudiantes de La Plata y que venía de un año en Boca.

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"Volvía a mi casa con una sola decisión: no jugar nunca más al fútbol, me sentía destruido, desilusionado". El estado de ánimo de José Luis Brown en los días de febrero de 1986 estaba por el piso.

A los 29 años el marcador central sintió el respaldo de su familia y "de Carlos Bilardo y de amigos como Miguel Russo o el Bocha Ponce, que me sostenían para que siguiera".

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Bilardo le dijo que sería el suplente de Passarella en la Selección que se preparaba para ir, a mediados de año, a jugar el Mundial de México '86.

Brown sólo jugó 3 partidos en Español y se quedó sin club. Sólo la promesa de Bilardo lo mantenía vivo en el fútbol. De martes a viernes viajaba de La Plata al predio de Ezeiza para entrenarse con el profesor Echeverría. Los lunes corría solo en los bosques de La Plata. "Quería demostrar que no era un ex jugador, que todavía tenía un lugar en el fútbol argentino".

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Había sido campeón del Metropolitano de 1982 y del Nacional de 1983 con Estudiantes (290 partidos y 27 goles, del '75 al '83) , partió a Colombia a Atlético Nacional de Medellín (1984-1985) y volvió a Boca para jugar 29 partidos (5 goles). Y en Español le cortaron el ritmo. Pero no las ganas.
Aunque los sábados y domingos se deprimía porque no jugaba y le quedaba el remedio de ver los partidos por tv.

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La historia seguiría en México, porque Bilardo lo confirmó en el plantel que estaría en el Mundial.

Los problemas intestinales generados por un virus (Escherichia coli), un microorganismo que afecta al intestino humano y provoca náuseas, diarreas y vómitos que llevan a la deshidratación le maltrataron la salud a Daniel Passarella. Y en una de las noches de insomnio el capitán del campeón mundial de 1978, que compartía la habitación con el Tata Brown, le dijo: "Preparate que jugás vos, yo no me puedo las piernas".

Bilardo aguardó la recuperación de Passarella, que no llegó nunca durante el Mundial que empezó el 1 de junio.

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En la noche previa al debut, que fue el 2 de junio contra Corea del Sur, el DT se acercó al defensor y le habló: "Hola, Brown, ¿cómo estás?". Y contestó: "Bien, por fin llegó el día". Se fue, enseguida se dio vuelta y me gritó: "Ah, Brown, mirá que jugás vos, ¿eh?".

Y contaba Brown que: "Era la oportunidad que había soñado toda mi vida. Me empiezo a cambiar, y entra don Julio Grondona a saludarnos, uno por uno, una costumbre que mantenía. Tenía un papel en la mano, me pregunta cómo estoy y se va a hablar con Carlos. Yo miro de reojo y veo que hablaban de mí, porque me señalaban. Enseguida viene don Julio y me da el papel. Era un telegrama de mi familia deseándome suerte (se le llenan los ojos de lágrimas)… Mi familia sabía todo lo que había sufrido para llegar ahí: los dos años luchando con la rodilla, mis viajes a dedo para jugar en Estudiantes, mi infancia en la escuela-hogar, ufff tremendo… y así pasó, jugué 6 partidos de titular antes de llegar a la final".

Después, en la noche previa a la final de la Copa del Mundo entre Argentina-Alemania, el defensor que no tenía club (lo mismo que Tarantini en 1978) no había podido dormir. Pero no fue el único, y a su compañero en la defensa, Oscar Ruggeri, le había pasado lo mismo.

Luego, al mediodía, en el estadio Azteca el Tata Brown convertía de cabeza el primer gol del partido. Cuando Burruchaga sacó el centro fuerte y con comba, recuerda: "Di el paso hacia adelante para elevarme y de reojo vi a Schumacher que venía jugadísimo y dije: "No llega. Lo tenía al Diego adelante, así que me apoyé empujándolo y cabeceé… Luego del frentazo yo no miro más la pelota y salgo a festejar el gol, me arrodillé, me explotaba el pecho, ¡me explotaba todo!".

Con una luxación en el hombro siguió en la cancha. Vino el doctor Madero y le dijo: "Ni se le ocurra sacarme, yo no salgo ni muerto de aquí ¡y me mordí la camiseta!, pasé millones de cosas duras en mi vida para vivir este momento y ni una lesión ni nada me iba a sacar ¡ni loco!. Metía el dedo gordo en el agujero para aliviar el dolor. Argentina terminó 3-2 y fue campeón Mundial.

La dupla técnica, que lo dejó afuera en Español, lo miraba por tv.

Nota publicada el 1 de junio de 2017

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